Esta imagen y sus compañeras suelen estar atribuidas a la entrada de un grupo de carlistas en un pueblo sevillano (bien en Castilblanco de los Arroyos, bien Tocina) o extremeño. Puede apreciarse en la segunda y tercera imagen a una señora mayor, delgada, que parece aplaudir al uniformado armado (que más parece un oficial franquista del ejército regular); o quizás simplemente le ruega clemencia, en sintonía entonces con la actitud del resto de los vecinos de la localidad, que levantan los brazos en alto, manos arriba, para trasladar al conquistador su condición de desarmados inofensivos. A muchos no les serviría de nada. En breve serían detenidos y asesinados, muchos en las mismas puertas de sus casas y frente a sus deudos, algunos de ellos niños y niñas que quedaron marcados para siempre por estas atrocidades.
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