Tras la represión inicial en los campos de concentración --que se cebó en los naturales de esta provincia fiel al ideal republicano--, los manchegos fueron clasificados y remitidos a Ciudad Real para ser juzgados y condenados. Muchos serían víctimas de sacas indiscriminadas y asesinados extrajudicialmente. Otros fueron fusilados tras unas parodias de juicios con tribunales irregulares. El extraordinario trabajo del vicerrector del campus de la Universidad de Castilla-La Mancha en Ciudad Real, Francisco Alía Miranda, titulado "La guerra civil en retaguardia: conflicto y revolución en la provincia de Ciudad Real (1936-1939)" y los trabajos de ampliación y revisión posterior de historiadores y memorialistas locales (ver la anotación escrita por Javier de la Puerta en http://www.sbhac.net/Republica/Victimas/Repre.htm) han elevado por el momento la cifra de las víctimas mortales de la represión franquista en Ciudad Real capital y provincia hasta las 2.228 personas fallecidas inscritas en los libros de defunción de los registros civiles. Faltaría por contabilizar los fallecidos inscritos en otros registros y los asesinados indiscriminadamente no inscritos en ningún libro de defunción. Quizás uno de los mejores trabajos de investigación sobre la represión y el sistema judicial franquista en Ciudad Real puede leerse en el post "Fusilamiento de mi abuelo y prisión de mi padre", en el que se incluye la ponencia "Justicia de venganza. Los Sempere: la represión política de una familia republicana de Ciudad Real" presentada por el investigador Óscar Bascuñan al Congreso sobre la Guerra Civil celebrado en Ciudad Real en noviembre de 2.006 (ver http://guerracivil.forumup.es/about132-15.html páginas 1 y 2)
Pero la represión, además, produjo una espeluznante diáspora nacional e internacional de manchegos, digna de un estudio profundizador aún por realizar. Decenas de miles de ciudarrealeños fueron dispersados por los campos, prisiones, penales y cárceles de toda España. En El Dueso, en San Simón, en Ocaña, en Miranda de Ebro, en El Puerto de Santa María, en Gran Canaria o en Tenerife, en Madrid, Valencia o Barcelona, aún se conserva la memoria de estos muy numerosos presos de La Mancha y se guardan sus restos en fosas innominadas. Sólo en la de Valdenoceda (ya exhumada) se conservaban los restos de 50 ciudarrealeños, el 30% del total de los fallecidos.

