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miércoles, 8 de julio de 2015

Pozos de Caudé: 1.000 asesinatos olvidados, 1.000 vidas truncadas por la brutalidad y la violencia. Pero en una libreta, un labrador anotó clandestinamente cada tiro de gracia: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 189.

El hombre vivía en las afueras de Concud, un pueblo, poco más que una aldea modesta, integrada hoy en el municipio de Teruel. Pero en plena guerra tenía algo de vida y unos pocos habitantes más. Uno de ellos, un labrador menudo y bajo, callado y discreto. Pero observador, muy observador. Una noche cerrada de agosto del 1936 y entre el silencio, la quietud y las sombras, hacia la parte de la vieja venta ya desaparecida, en lo que se conocía como los pozos de Caudé situados junto a un descampado aledaño a lo que hoy es la carretera N-234 de Sagunto a Burgos, el labrador había escuchado atemorizado el insólito tronar del motor de un camión, seguido poco después por el sobresalto de una descarga cerrada de fusilería. Disparos aislados realizados a modo de tiro de gracia con un arma mucho más ligera, probablemente una pistola, pusieron el colofón a suceso tan insólito. Como un hecho casi anecdótico, el labrador, campesino constante y de buena memoria él, retuvo en su recuerdo el número aproximado de detonaciones escuchadas durante lo que creyó un episodio aislado, pero para su sorpresa el incidente volvió a repetirse la noche siguiente, remedando al pie de la letra el guión de la anterior. Y desde esa fecha, el acontecimiento excepcional se convirtió en pauta y norma, fielmente ajustada ésta a la misma amedrentante liturgia de muerte. Y del resultado de esa inequívoca pauta macabra, fue dejando el labrador rastro contable en una libreta escrita a lápiz. Día tras día, pistoletazo a pistoletazo, nuestro hombre fue anotando cada uno de los estampidos que servían a los asesinos para rematar los últimos estertores de agonía de los republicanos liquidados. 10, 11, 12..., 100, 300... Y así, un interminable rosario de muerte. Con el tiempo, supo el labrador que los falangistas locales, los franquistas y la guardia civil hacían razzias por toda la provincia de Teruel, arrestando a alcaldes, maestros, farmacéuticos, presidentes de agrupaciones de partido, dirigentes de círculos obreros, sindicalistas..., de Teruel capital, Santa Eulalia, Gea de Albarracín, Villarquemado, Concud, Caudé, Dos Torres, Las Cuevas y de muchos más lugares y que los arrestados, casi sin excepción, desaparecían para nunca más volver. Esta funesta ceremonia se vino reiterando hasta que cesó en diciembre de 1937, momento en que el aterrorizado labrador cerró su libreta y dio por concluida su mortífera contabilidad.

Y en sopor cayó la historia y la vivencia hasta que en 1982, más delgado y achaparrado, avejentado y renqueante, ya anciano el campesino se acercó a una de las familias que con cierta frecuencia se acercaban a la zona para depositar flores en el borde ruinoso del brocal de uno de los cegados pozos artesianos de Caudé de dos metros de diámetro, colmatado con 90 metros de trágico relleno. Y armándose de valor, se dirigió a los familiares para contarles que con paciencia y tremendo pavor, durante 1936 y 1937 había ido anotando cada tiro de gracia en su libreta. 1.005 tiros de gracia totalizaban sus apuntes. 1.005 muertes solo en Caudé. De ellos, cientos de mujeres asesinadas, algunas adolescentes menores de edad, como represalia por la fuga a los montes y al otro lado de las trincheras de sus maridos, padres o hermanos. De la mayoría de esos 1.000 muertos se desconoce la identidad. 1.000 desaparecidos, 1.000 historias, 1.000 promesas de futuro truncadas por la ignorancia, la brutalidad y la violencia. Por los ignorantes, los brutos, los violentos. Su barbarie llenó los pozos, a pesar de separar las remeses diarias de asesinados con cal viva que consumía la carne republicana inocente y fue menester que los cientos de cadáveres sobrantes anónimos fueran vergonzantemente inhumados en fosas anejas a los pozos. Hoy circulan breves relaciones en la que figuran las filiaciones de algunos de los desaparecidos. Una de ellas puede consultarse en http://www.nodo50.org/pozosdecaude/asesinados_pozos_caude.htm.Y 80 años después, a pesar del deliberado y beligerante olvido institucional, a pesar de las amenazas, los atentados y las profanaciones de los extremistas nazis, son los familiares, sindicatos y partidos políticos los que han rehabilitado el entorno del pozo, y homenajean con periodicidad la memoria reivindicada de los 1.000 hombres y mujeres turolenses allí exterminados.


El Pozo de Caudé, a principios de siglo. Fuente: afar2rep.org

 El Pozo de Caudé, a principios de siglo. Fuente: fusiladosdetorrellas.blogspot.com

 
Lápida en homenaje a una de las mujeres republicanas asesinadas en Caudé. Fuente: ahaztuak1936-1977.blogspot.com.es


La misma lápida, destrozada por los fascistas en el año 2006. Fuente: ahaztuak1936-1977.blogspot.com.es

Letrero señalizador colocado por los familiares en homenaje a los asesinados, tras ser víctima de un ataque nazi en el año 2006. Nótese la cruz gamada sobre el cartel. Fuente: flickr.com

 Estado actual de los pozos de Caudé, tras ser identificada y dignificada la zona. Fuente: arainfo.org

Estado actual de los pozos de Caudé, tras ser identificada y dignificada la zona. Fuente: diariodeteruel.es