Siguen este blog

lunes, 10 de agosto de 2015

"Alguna vez llegará el amanecer... pero los que lo hicimos posible ya no estaremos allí". La Memoria al servicio de la Justicia. Día 222

"Alguna vez llegará el amanecer. Vendrá el nuevo día. Habrá hombres que lo gocen, entornando los ojos, agradecidos, al recibir los primeros rayos del sol... Pero los que hicimos posible ese amanecer ya no estaremos allí. Habremos sucumbido a la noche, o asistiremos al alba pálidos, exhaustos, desehechos por el combate" (*).

 Fuente: Getty Images

 Fuente: Getty Images

 Fuente: Getty Images

 Fuente: brevehistoriahispanica.wordpress.com

Fuente: joseantoniogalloso.blogspot.com


(*) Abate Bringas en "Hombres buenos". Página 519. Editorial Alfaguara. Arturo Pérez Reverte.

domingo, 9 de agosto de 2015

Guernica: Mártires a bombazos, mártires por enfermedades que aniquilaban rojos pero respetaban derechistas, mártires esclavos, mártires exterminados

Bombardeo de Guernica: el gobierno de Aguirre cifró los muertos en 1.645, magnificando la hecatombe; el británico historiador Hugh Thomas estimaba en 1.000 los muertos más probables; los historiadores Solé i Sabaté y Villaroya y Castro Uriarte afirman que fueron entre 250 y 300; y Vicente del Palacio y José Ángel Etxaniz, estudiosos de la asociación "Gernikazarra" estiman que en el canallesco ataque hubo 126 fallecidos, cifra coincidente con la apuntada por el filofranquista Salas Larrazabal. Tras la efímera e increíble mentira sublevada, que achacaba a los nacionalistas vascos la masacre ordenada por Franco y ejecutada por los nazis de la Cóndor y los legionarios italianos, pronto quedó en evidencia la autoría del crimen y su magnitud, que fue fielmente retratada por Picasso a resultas del encargo recibido del Gobierno de la II República Española, a quien por cierto aún debiera seguir perteneciendo el cuadro. El detalle de lo ocurrido, la identidad de verdugos y víctimas, la extensión de los daños y los miles de libros, páginas y expresiones gráficas de la matanza son de todos bien conocidos.

Sin embargo, la mayor parte de esos relatos de lo sucedido suelen olvidar --desde luego, no los trabajos de Vicente del Palacio y José Ángel Etxaniz-- la muerte de 265 personas más, 265 republicanos fallecidos en el Hospital Penitenciario Militar de Guernica. Traídos por los fascistas desde todas las plazas y frentes conquistados en el norte, entre 1938 y 1940 murieron en aquel matadero sanitario improvisado de Guernica 265 presos vascos, cántabros, asturianos, castellanos... La meningitis y la leucemia tuberculosa, las pleuresías purulentas y las septicemias eran la causa frecuentes de los fallecimientos, pero era sobre todo la tuberculosis, la tan temida tisis, la que provocó la mayoría de los decesos. Algunos de aquellos 265 republicanos "innecesariamente" muertos en el Hospital hasta su clausura en 1940 eran miembros del Batallón Disciplinario de Soldados Trabajadores que los crueles vencedores crearon para la reconstrucción forzada de la ciudad que ellos mismos arrasaron. De él sabemos gracias también a del Palacio y Etxaniz. Las defunciones en el batallón, asesinatos al fin y al cabo, se prolongaron hasta la finalización de los trabajos de reconstrución en 1945 debido a la falta de higiene, la escasa alimentación, el hacinamiento, las enfermedades provocadas por las precarias condiciones y los malos tratos. El recuerdo de sus vidas fue escamoteado deliberadamente, pero la desmemoria se fundamentó sobre todo en la premeditada ocultación que los vencedores hicieron de sus muertes. Los cuerpos de los finados en el Hospital y en las obras --forzados y prisioneros-- eran ocultamente trasladados a las fosas y enterrados casi en la clandestinidad.

Las escondidas muertes de los republicanos permanecieron así y para siempre ausentes de las remembranzas de los pocos guerniqueses que en aquellos tiempos trágicos vivían en la ciudad de los mártires. Mártires a bombazos, mártires por enfermedades que aniquilaban rojos pero respetaban derechistas, mártires esclavos, mártires exterminados.


Guernica en 1935. Fuente: todocoleccion.net

Fases del bombardeo. Fuente: decoartmunitis.wordpress.com

Esclavos republicanos trabajando como forzados durante la reconstrucción de Gernica. Fuente: trabajo "Presos Políticos: mano de obra barata...de José Angel Etxaniz Ortúñez y Vicente del Palacio Sánchez.

Esclavos republicanos trabajando como forzados en Guernica. Ya pueden apreciarse varias edificaciones reconstruidas. Fuente: ecorepublicano.es

 "Guernica". Pablo Picasso. Fuente: historia18.wordpress.com


Reinterpretación del "Guernica". Fuente: canarias-semanal.org

Reinterpretación del "Guernica". Fuente: lazinc.com

Reinterpretación del "Guernica". Fuente:taringa,net

Reinterpretación del "Guernica". Fuente: basque.criticalstew.org

Reinterpretación del "Guernica". Fuente: republicahuesca.blogspot.com


Diferentes reinterpretaciones del Guernica, obra de Picasso y propiedad de la II República Española. Cuenta la leyenda que el cuadro impactó a los nazis tanto como aún lo hace con nosotros y que cuando los fascistas reprocharon a Pablo Picasso el haber hecho "esa porquería", el genio les respondió: "Esa porquería la hicieron ustedes, yo solo la he pintado"

Algunos de los datos proceden del trabajo "Presos Políticos: mano de obra barata. El Hospital Penitenciario y el Batallón de Trabajadores durante la reconstrucción de Gernika-Lumo (1938-1945)", presentado por José Angel Etxaniz Ortúñez y Vicente del Palacio Sánchez al Congreso Internacional "Els camps de concentració durant la guerra civil i el franquisme"

miércoles, 5 de agosto de 2015

El premeditado plan franquista de liquidación de opositores usando como arma el hambre: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 216

Directores, administradores, funcionarios, abastacedores, órdenes religiosas, monjas en las prisiones dirigidas por las Hija de la Caridad, proveedores... todos se enriquecen gracias a la muerte por hambre de los prisioneros republicanos. San Simón, San Cristóbal, El Dueso, San Juan de Mozarrifar, Valdenoceda, Burgos, el sinfín de prisiones de Madrid y Barcelona, Ciudad Real, Ocaña, Valencia, Alicante, Jaén, Sevilla, Málaga, Cádiz, El Puerto,... son infectos agujeros de muerte por hambre. En todos los campos y centros de reclusión se practica el mismo método de eficiente exterminio, barato y silencioso: las prisiones reciben muy exiguas asignaciones para su abasto, ridículas raciones que a cada salto hacia abajo en el escalafón del organigrama administrativo se reducen por mordidas consecutivas a la más mínima expresión, de manera que cuando el suministro llega a la extensísima base de la pirámide penitenciaria --cientos de miles de presos-- apenas queda ya nada para ingerir, salvo unas habichuelas llenas de gorgojos, cinco ¡¡CINCO!! escasas algarrobas por reclusos, quintales de arena obscura con unas pocas lentejas, agua caliente con una fina película grasienta en su superficie... ¿Extrañará a alguien que el porcentaje de muertes en el interior de las cárceles fuera extremadamente superior al que se registraba incluso entre los marginados civiles perdedores de la guerra no enclaustrados? ¿Dudarán algunos de que las decenas de miles de muertes de republicanos son achacables a un premeditado plan franquista de liquidación de la disidencia y la oposición usando como arma el hambre? Como consecuencia de este genocidio planificado por la jefatura sublevada y ejecutado en cada penal, campo, prisión o cárcel franquista durante al menos 10 años entre 1936 y 1946, monjas y congregaciones marianas asociadas al fenómeno penitenciario franquista, directores y jefes, secretarios y subsecretarios, todos se volvieron ricos e incrementaron sus patrimonios particulares y/o institucionales a costa del asesinato de seres humanos hambrientos. Para inmensa satisfacción de la plutocracia franquista y de sus maestros y congéneres nazis germanos, que tomaron buena nota de la estrategia, método y pautas marcadas por los verdugos españoles. Veamos algunas de sus obras más distinguidas:

Batallón de Trabajadores 29 de Labacolla (Santiago de Compostela): “cada madrugada, a las cinco, se andaban más de 3 kilómetros hasta el tajo realizando 8 horas de intenso trabajo, y con sólo un cazo de café por la mañana y una coles hervidas por la noche como comida en todo el día. Muchos ya no podían ni andar, ya no tenían fuerzas y se desmayaban. El comandante, riendo, nos llamaba Hijos de la Pasionaria”

Campo de concentración de San Juan de Mozarrífar (Zaragoza): “Se encontraba instalado en una antigua imprenta de una editorial. “Fueron días sin bajar del tren, en un vagón de animales y con un bidón en la esquina para hacer las necesidades de más de 200 personas. Para todo el trayecto dieron una latita de sardinas para dos o tres y un trocito de pan. Al pasar por las estaciones gritábamos pidiendo agua y comida. No solían hacernos caso pero cuando alguna persona se acercaba a ayudarnos, la Guardia Civil se lo impedía. A veces, el relevo en el funcionario de turno, era la única esperanza de que un poco de humanidad, les hiciera mejorar algo en su penosa situación alimenticia”.

Campo de concentración de San Marcos (León): “el hambre en los presos era evidente. Testigos del campo de concentración pudieron ver los apuntes contables del comandante del batallón, en los que anotaba todo el dinero que conseguía ahorrar en comidas de los presos. Al margen de esto, en él malvivían hacinados y dormían en el suelo comidos de parásitos. El frío, el hambre y la enfermedad diezmaron este campo, donde se produjeron 800 muertos”.

Campo de concentración de Albatera (Alicante): “En él era tal el ansia por comer de algunos presos que se hizo preciso en cada patio nombrar un recluso que hiciera guardia junto a los cajones de basura para evitar que varios desgraciados se intoxicaran comiendo los desperdicios que otros arrojaban”.

Colonia Penitenciaria de Dos Hermanas (Sevilla): “La dieta en la Colonia Penitenciaria de Dos Hermanas (de unos 1300 presos) consistía en 5 algarrobas para desayunar, pescado hervido para comer y sólo en contadas ocasiones una lata de sardinas y un chusco de pan para cinco. Trabajábamos duro a pico y pala y sin comer. Algunos, se caían de hambre. Allí creíamos acabar con nuestra vida. Nos trataban como a criminales”.

Prisión del Puerto de Santa María (Cádiz): “Había días en que, a las once de la mañana, no había nada en la cocina para dar de comer a 6000 presos. En las perolas no había ni un lunar de grasa y la gente moría. Más del 70% de los presos padecía avitaminosis. Así los presos, a pesar de los esfuerzos que personalmente realizaba el director para encontrar alimentos, se morían de hambre por falta de comida (sólo en el mes de marzo de 1941 murieron 78 presos)”.

Colonia Penitenciaria del Dueso: “Era tanta el hambre que se pasaba allí que cada día se morían de hambre… días en que morían catorce, días en que morían dieciocho. Las cajas de muertos las hacíamos los propios presos y esas cajas las volvían a traer otra vez para transportar a los muertos del día siguiente”.

Prisión de mujeres de Santurrarán: “Las monjas encargadas del penal, hacían acopio de los suministros que les entregaban para el sustento de los presas, para dedicarlo al estraperlo, mientras las presas pasaban hambre”.


Fuente de los entrecomillados: trabajo "ANTEQUERA ENTRE REJAS: ANTEQUERANOS PRISIONEROS DE GUERRA Y DEL FRANQUISMO", de M-A. Melero, presentado al Congreso Internacional sobre la GCE 36-39, organizado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales

martes, 4 de agosto de 2015

Aviadores en Stalingrado, voluntarios en Leningrado, guerrilleros tras las líneas, soldados por toda Europa. Españoles en el Ejército Rojo: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 216

No hay rincón de América, Europa o norte de África que no esté regado con sangre republicana de combatientes y exiliados españoles muertos. En Cuba, Venezuela, Colombia, Centro y Sudamérica, como exiliados revolucionarios; en Marruecos como leales asesinados por los golpistas; en Argelia como presos en los batallones de trabajadores del transahariano; en el sur de Francia como republicanos fallecidos en los precarios campos de internamiento de postguerra o como alguno de los 30.000 españoles de la Resistencia antinazi; en la liberación de París y del norte francés como soldados aliados de la Nueve; en Mauthausen, Dachau, Buchenwald y decenas de otros campos de concentración de Austria, Francia, Alemania y Polonia; en Berlín, en el Nido del Águila hitleriano de Berchtesgaden y en multitud de batallas y escaramuzas en Alemania; y en cien teatros de guerra dispersos de toda Europa del Este. Como los no tan míticos y sí muy reales 10.000 legionarios perdidos de Craso en el 50 a.C., decenas de miles de españoles de la diáspora republicana murieron por todo el planeta mientras defendían la Democracia o los hacían víctimas de sus convicciones izquierdistas. Mucho se conoce de los hispanos de Leclerc y relaciones y testimonios hay de nuestros coterráneos víctimas del exterminio nazi, pero poco se ha hablado de los españoles en Rusia. Los niños de la guerra no retornados, los pilotos de la República allí afincados y los exiliados voluntariamente expatriados --pintaban bastos en España-- se integraron mal que bien o bien que mal, en las estructuras sociales soviéticas, pero en esas estaban cuando Hitler traicionó el inmoral pacto con Stalin que les permitió repartirse Polonia y el 22 de junio de 1941 se adentró en Rusia. Comenzaba en ese momento la Gran Guerra Patria.



Notorio es que las naciones invasoras suelen adolecer del pecado de la suficiencia y el orgullo, mientras que los naturales de los pueblos invadidos postergan el paliar sus propias miserias para antes sobreponerse al ofensor que expolia su casa y viola su suelo y su espíritu. Lo sabemos bien en carne propia, de cuando nos opusimos al avanzado Napoleón y aupamos a nuestro pesar al nefasto Fernando el indeseado. Más de medio millón de españoles lo pagaron con sus vidas haciendo frente al corso en aquel inicio del XIX. Y lo supieron bien en Rusia, Bielorusia, Ucrania, Lituania, Letonia, Estonia, Georgia... La guerra relámpago hitleriana, la cruel impiedad nazi para con los civiles y la perseverante respuesta de los rusos y de los pueblos, que se prolongó durante cuatro interminables años convirtió a los supervivientes en agigantados héroes y a los 27 millones de soviéticos muertos en honrados mártires de la Santa Madre Rusia. Y entre esos 27 millones, hubo varios cientos de españoles. Muertos defendiendo Moscú en privilegiada posición de vanguardia de la línea que paró a Hitler frente al Kremlin, muertos en el épico cerco de Leningrado; muertos en la memorable, grandiosa y terrible batalla de Stalingrado que dio el giro al curso de la guerra y muertos como guerrilleros regulares y partisanos encubiertos tras las líneas enemigas. Muertos en Polonia, en Hungría, en Rumanía, en Checoslovaquia, en Yugoslavia y en toda Rusia, empotrados y diluidos en unidades soviéticas o componiendo batallones o escuadrillas con componentes mayoritariamente españoles.



Y allí, como héroes, murieron por Rusia, por la República española, por la Humanidad y contra el bárbaro nazismo: 70 antiguos "niños de la guerra" en la fábrica “Elektrosila” de Leningrado, el 90% de los 80 españoles combatientes presentados como voluntarios para defender rodeados de enemigos la cota 004 de Leningrado, haciendo frente durante días a los tanques que atacaban aquella tortura ciudad, entre ellos Félix José Allende Santa Cruz, Félix Ibáñez de Madrid, José González Brida de Grado, María Luisa Loche Rosal, Anselmo Sepúlveda García; pero también en Stalingrado, los aviadores Sepúlveda y “Popeye”; y en el Cáucaso, los pilotos Nájera y Sarauza; y Pallarés, en Crimea; y Fernández Villalón en Ucrania; Morales, en Grozny... Y decenas de españoles muertos en marzo de 1943 como parte de grupos guerrilleros estables en la retaguardia nazi, dirigidos por el catalán José Fusimaña, muerto también; y el mecánico y especialista en reparación de armas, Rivas; Antonio Blanco, que había llegado voluntario a su 22 años y que pereció en el verano de 1942; y Francisco Gullón, Ángel Alberca, Pedro Podadle, Benito Ustarroz, haciendo vuelos de reconocimiento y minando las vías de comunicación de la filohitleriana División Azul.
Guerrilleros españoles del Ejército Rojo soviético. Operaban desde lo más profundo de las retaguardias enemigas. Muchos de ellos resultaron muertos


 Los niños de la guerra en 1937, hermanos Armando y Héctor Viadiú, caídos en el frente de Leningrado en 1941
Francisco Gullón, capitán de guerrilleros en la región del Vóljov, fallecido en acción de guerra.


Justo López de la Fuente. Combatiente español en La Gran Guerra Patria, condecorado con la orden de la Bandera Roja. Fallecido en 1967 en una prisión franquista
Justo Rodríguez, caído en el Cáucaso en abril de 1943
También el comandante Manuel Belda --general de División en España--, enterrado en una fosa común en la orilla meridional del golfo de Taganrog; el minador e inventor Francisco Gaspar, que dirigía un grupo que actuaba en el territorio de Bielorrusia y las regiones de Smolensko y Kalinin; Juan Iglesias, que con su grupo voló en otoño de 1942 un convoy militar repleto de fascistas en el trayecto ferroviario Pólotsk-Nével; el maestro de geografía Leonardo García, muerto y aún recordado en los bosques de la región de Bryansk; el oficial de academia Boixo y los paracaidistas españoles muertos al caer sobre la retaguardia profunda del enemigo en el Cáucaso Septentrional, después de que los tártaros de un pueblo cercano avisaran a los alemanes, quienes cercaron en una playa a los españoles acabando con todos ellos; y Justo Rodríguez y Seijo García, que hicieron descarrilar tres trenes enemigos en marzo de 1943 cerca de la estación de Vladislávovka, en Crimea; y Alcalde, jefe de brigada en España, y Diego Pastor, comisario de división en El Escorial, liquidados con facilidad tras ser lanzados en paracaídas junto con otros muchos españoles al noroeste de Moscú entre nutridas unidades alemanas; y el también paracaidista Feijóo, que sin saber nadar, en misión nocturna se arrojó del avión antes de tiempo, cuando dieron la voz de “preparados” y el avión volaba aún sobre el mar.
José Fusimaña, guerrillero español caído el 12.03.1943 en acción de guerra en Shúbino (Crimea), junto a Boixó y otros españoles


María Pardina, madrileña de Cuatro Caminos, enfermera del Ejército Rojo, heroína de guerra caída en el frente de Leningrado
Leonardo García Cámara. Falleció en 1943 en acción de guerra en Briansk mandando una unidad de guerrilleros españoles
Alfonso García Martín, aviador madrileño y as de la aviación soviética, caído en combate en el último día de la guerra en Europa, el 8 de mayo, en el cielo de Praga

Y Fábregas, jefe de operaciones del EPR en el Ebro, muerto en el Cáucaso; y
el capitán de artillería Santiago de Paul Nelken, hijo de Margarita Nelken, muerto al pisar su jeep una mina durante un combate en Berlín mientras cañoneaba el Reichstag; el teniente de infantería e hijo de Dolores Ibarruri, Rubén Ruiz Ibárruri, muerto en una escaramuza; el teniente de ingenieros Enrique Escudero en plena batalla; Alberdi, también oficial; la enfermera María Pardina, Orden de la Bandera Roja, que pereció después de haber salvado a cientos de combatientes en Leningrado; el aviador madrileño Alfonso García Martín, el cual tras combatir en los frentes de Vorónezh, Stalingrado, Kursk, etc, cayó en combate en el último día de la guerra en Europa, el 8 de mayo, en el cielo de Praga; el también as de la aviación Carlos Aguirre, con 271 combates aéreos, derribado durante la toma de Berlín; Manuel Martínez, que cayó el 1 de marzo entrando en Poznan; José María Guerrero, caído en Stettin; Américo Brizuela y Facundo López, caídos entre los guerrilleros yugoslavos; Segundo Moreno, muerto en un bombardeo junto a Brno, en Checoslovaquia)...

Santiago de Paul Nelken, hijo de Margarita Nelken, capitán del Ejército Rojo, caído durante el asalto al Reichstag en Berlín en mayo de 1945


El capitán Rubén Ruiz Ibárruri con su madre, Dolores Ibárruri, en los alrededores de Moscú
Américo Brizuela, héroe guerrillero, caído durante la lucha por la liberación de Yugoslavia


Facundo López, caído, junto a Américo Brizuela, el 7 de marzo de 1945 en una acción de los guerrilleros yugoslavos contra los nazis alemanes cerca de Pernice
Armando Vela. Cayó combatiendo en la defensa de Leningrado en 1941

Unos 210 fueron los españoles que murieron defendiendo a Rusia y a la Humanidad del nazismo. Uno fue nombrado Héroe de la Unión Soviética; dos fueron condecorados con la orden de Lenin; setenta, con órdenes de la Bandera Roja y la Estrella Roja; otros 650, con medallas al mérito militar en combate en las defensas de Leningrado y Moscú, la liberación de Varsovia y el sacrificado avance bélico por las llanuras y montañas de Polonía, Hungría, Rumanía, Yugoeslavia... Por todo el territorio de la antigua Unión Soviética hay monumentos que recuerdan su entrega, su compromiso y su sacrificio supremo. Mientras ellos dieron su vida por la Libertad, España los ha olvidado deliberadamente y el Ministerio de Defensa del Gobierno del Partido Popular, heredero ideológico y patrimonial de los que causaron nuestra propia hecatombe patria, emplea fondos, recursos, tiempo y personas en exhumar e identificar restos de soldados españoles invasores de Rusia, miembros de la pronazi División Azul.

Tumba de Rubén Ruiz Ibárruri en Stalingrado, Héroe de la Unión Soviética. Fuente: wikipedia

Muchos de los datos más concretos y casi todas las fotografías de esta entrada proceden del exhaustivo y profundo trabajo "La emigración española en la URSS. Historiografía y Fuentes", de A.V. Elpátievsky. Los videos han sido tomados de youtube. La foto en color, de la wiki. Otros datos menos precisos, de diversas fuentes.

domingo, 2 de agosto de 2015

Ametrallan la iglesia, las ventanas, las puertas y cualquier rendija por donde pudiéramos escapar. Y ninguno sobrevivimos: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 213


Es hoy cuando se cumple mi inexorable sentencia. Y la de los míos. Creíamos haberla evitado cuando nos fugábamos frente a los fascistas al entrar éstos en Santander o cuando lo hacían en Bilbao, o cuando casi a galope tendido nos adentramos en Francia y marchamos al norte, huyendo de los franquistas en España y de los alemanes en Francia. Porque hasta hoy, hasta hace unas pocas semanas, siempre estábamos huyendo. Desde hace siete años, siempre, hasta terminar aquí. Unos salíamos de España en el 37 desde el País Vasco, otros al año siguiente y otros al caer Cataluña y ser entregada Madrid por los casadistas a los fascistas en 1939. Hemos conocido las columnas de refugiados de Le Perthus al cruzar la raya, la mirada hosca de sus aduaneros, los campos de concentración en las arenas de las playas, el "allez, allez" de los senegaleses, la separación familiar en internamientos distintos, los meses de lejanía y el dificil reagrupamiento posterior. Cada una de nuestras familias españolas tiene una historia distinta, pura zozobra, pero a todas nos une el mismo nexo en común: el exilio como origen, Oradour-sur-Glane como destino y acogida, en el Lemosin, dentro de la zona controlada por el gobierno de Vichy.

Refugiados españoles reciben asistencia de la gendarmería francesa. 28 enero 1939. Fuente. Cervantesvirtual.com

Tras la natural prevención previa, sus vecinos nos han acogido con generosidad, como al resto de los cientos de refugiados que aquí nos concentramos: pensionistas y refugiados de clases acomodadas, niños originarios del Mediodía y los Pirineos, familias de la Provenza, loreneses, alsacianos, judíos y españoles. Los hispanos somos una veintena: la familia Lorente (Antonia, Francisco y Nuria); la familia Serrano (Francisco José, María, Armonia, Asther y Paquita); las huérfanas Massachs (Emilia y Angelina); las mujeres Gil-Espinosa (Carmen, Francisca madre, Pilar y Francisca hija); los Tellez (Juan, Marina, Michel, Armonia y Filiberto), Ramona Domínguez y algunos más de quien me olvido. Tras tanto años de miedo y desazón, creíamos haber alcanzado la tan añorada paz, pero hoy para nuestra sorpresa se han presentado en Oradour los soldados alemanes: decena de vehículos, de ellos tres camiones y dos blindados semiorugas de la 3.ª Compañía del 1.er Batallón del Regimiento Der Führer de la División SSDan Reich del Waffen SS del III Reich.  Han remontado desde la carretera que viene de Limoges. Los soldados vestidos de camuflage se han desplegado por el pueblo, mientras los dos semiorugas se han situado frente a la iglesia. Vienen buscado guerrilleros del maquis, nos dicen. Traen cogido del cuello al panadero, aún soltando polvo de harina a cada paso, y varios vecinos en salto de cama. Utilizan intérpretes para convocarnos y acusar a todo el pueblo de colaborar con la guerrilla. Nos obligan a agruparnos a todos, hombres, mujeres, niños y niñas, ancianos. Por lo que cuentan al alcalde, buscan depósitos de armas y explosivos de la resistencia. Alguno cree que estos bárbaros quieren encontrar a los asesinos de un capitán de las SS muerto muy lejos de aquí. Pero como no los hallan, por las trazas pretenden los nazis diezmarnos y hacer escabechina de nosotros. Exigen 30 rehenes y cuando nuestro alcalde se opone, nos separan: los hombres a un lado. Las mujeres y niños al otro, camino de la iglesia. Cuando los niños y mujeres están todos enclaustrados en la iglesia, explota una bomba de humo y estalla el pánico.


Fragmentos de cuerpos de mujeres y niños, rescatados de las ruinas d la iglesia de Oradour tras ser ametrallada y bombardeada por los SS nazis. Fuente: www.quaerendo-invenietis com

Y entonces, un bárbaro SS comienza a ametrallar a las mujeres y niños que quieren salir a toda costa de una iglesia repleta de pavor y de caos. Y a un sólo bárbaro le secundan cientos. Todos ametrallan la iglesia, las ventanas, las puertas y cualquier rendija por donde pudiéramos escapar. Y ninguno sobrevivimos. Tod@s morimos. Tod@s. 245 mujeres, 207 niños, todos asesinados por las SS, a tiros, con granadas, fuego y sangre. Todos, incluidos los niños y mujeres españoles. Sólo sobrevive una mujer, la señora Rouffanche que escapa por una ventana. Pero todos los niños y niñas, todas las mujeres y ancianas, todos las vecinos de Oradour, niños y mujeres son masacrados en la iglesia. Y a la vez, los hombres son ametrallados y asesinados en los caminos de salida del pueblo. Franceses, alsacianos, loreneses, judíos, españoles, todos muertos. Todos.


25 de agosto 1944. Vecinos de Oradour, asesinados por los nazis. Fuente: proeso.com.mx

Esta historia no tiene ningún final feliz. Ninguno. No hay moraleja. Ninguno sobrevivimos, a excepción de Rouffanche, que hará de testigo. Pero todos los demás morimos asesinados. 642 personas asesinadas. Con los años, Rouffanche cumple su función y testimonia, pero nada cambia. Tras la victoria de las democracias frente a las fuerzas del Eje, en 1953 se juzga a algunos de los supuestos culpables, 65 filiaciones de Waffen SS, de los que sólo 21 son presenciales y 44 lo son en rebeldía. Dos penas de muerte y varias de años prolongados de cárcel, pero ninguna condena se ejecuta. Con las reformas legales de aquel año francés, la mayoría es amnistiada. Las penas de muerte son conmutadas por cadenas perpetuas y al poco canjeadas por libertad condicional en 1959. Los que reciben penas menores salen antes, y los condenados en rebeldía vagan por Francia y Alemania impunemente, sin reparo ni responsabilidad alguna. En 1944, nos asesinaron, a 642 personas, 20 de ellos españoles. En 1959, nadie penaba prisión por ello. NADIE. Historia sin final feliz. Historia sin moraleja. Historia, en definitiva, sin justicia popular. Si la hubiera habido, los nazis encontrados responsables hubieran pagado de por vida sus culpas. Si yo hubiera sobrevivido, ellos no hubieran sobrevivido. Pero nosotros, 70 años después, aún seguimos esperando justicia. Vanamente.



 Placa con la relación incompleta de los españoles mártires en Oradour. Fuente: https://memoriaguadalajara.wordpress.com/

Calles de la ciudad mártir de Orador-sur-Glane, preservadas como monumento a la Memoria de los mártires. Fuentes: commons.wikimedia.org, wikimedia.es y www.francethisway.com


Calles de la ciudad mártir de Orador-sur-Glane, preservadas como monumento a la Memoria de los mártires. Fuentes: kooxproductions.com y www.skyscrapercity com