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jueves, 16 de julio de 2015

Historia del asesinato de un hombre bueno, Ernesto Sempere, a manos de una oligarquía vengativa y revanchista: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 197

Según pudo saber un corresponsal de la Associated Press tras consultar un informe al que tuvo acceso extraoficial en el Ministerio de Justicia franquista en 1945, la dictadura cifraba en 192.684 los republicanos muertos en prisión o extraídos de ella para ser asesinados entre abril de 1939 y junio de 1944 a resulta de su implacable justicia sumaria (datos facilitados por Charles Foltz, periodista norteamericano de AP en Madrid a finales de la segunda Guerra Mundial, autor de un libro titulado " Masquerade in Spain" publicado en Boston en 1948). Hoy sabemos que de esos 192.684, las filiaciones de al menos 90.000 están  identificadas y recogidas en listados nominativos, por lo que si sumamos esos 90.000 republicanos asesinados a los otras filiaciones de 140.000 identificados pero desaparecidos que proceden de las relaciones obtenidas por las organizaciones memorialistas y los Juzgados durante la causa que instruyó Garzón, el número de asesinados por Franco y los suyos como represalia fue de al menos 232.684 republicanos, cifra muy superior incluso a los 192.000 del informe ministerial de la Justicia de Franco. Uno de esos asesinados es Ernesto Sempere Beneyto (Onil, Alicante, 1893).

Sempere es ingeniero industrial de profesión y ayudante de Obras Públicas en la Diputación de Ciudad Real. Su oposición pública a la dictadura de Primo de Rivera y en favor de la democracia le ha costado un traslado laboral a Galicia. Su activismo político se acentúa con la proclamación de la II República en 1931. Así, Ernesto Sempere Beneyto llega a ser presidente provincial del Partido Radical Socialista en 1933, desde 1934 preside el recién creado partido de Unión Republicana y forma parte de la candidatura del Frente Popular al Congreso de los Diputados por Ciudad Real en las elecciones legislativas de febrero de 1936. Además, también es presidente provincial del Instituto de Reforma Agraria y de la Junta de Incautación, por lo que toma partido en la expropiación de algunas fincas, entre ellas la denominada "Zacatena", de 2.166 hectáreas y propiedad de la Duquesa de San Carlos, la primera que se hace en toda España sobre un miembro de la Grandeza y que en septiembre de 1936 es entregada a la Sociedad Filial de Trabajadores de la Tierra de Daimiel para ser explotada en colectividad. Unos días antes de ser relevado como presidente del Instituto de Reforma Agraria en marzo de 1934 tras el triunfo de las derechas y el subsiguiente inicio del Bienio Negro, el mismo ingeniero Sempere ordena también la inclusión de la finca "Cañada del Águila", propiedad del Marqués de Santa Cruz e hijo de la Duquesa de San Carlos, en el inventario de Bienes Expropiables a la Grandeza.

Tras el golpe de Estado terrorista, Sempere participa en las reclutas y preparación de las defensas de la ciudad como Miembro del Comité de Guerra hasta noviembre de 1936 en que es disuelto; oficia como presidente del Comité de Control de Obras Públicas, presidente del Sindicato de Ingeniería y Arquitectura afecto a la UGT desde noviembre de 1936 y como Gobernador Civil en funciones de mayo a julio de 1937.

Incorporado al frente de Almadén y Córdoba, en otoño de 1937 es nombrado Mayor del Ejército Popular de la República al mando del 36º Batallón de Obras y Fortificación, con el que finalmente asciende a Teniente Coronel y Jefe del Estado Mayor de ingenieros, zapadores, pontoneros, fortificaciones, voladuras y pistas de guerra de la Agrupación de Divisiones Toral.

Podría pensarse que este dilatado historial de entrega personal al compromiso político en favor de la clase obrera es la causa primera de su condena a muerte, pero el historiador Oscár Bascuñán Añover en su trabajo titulado "Justicia de Venganza. Los Sempere, la represión política de una familia republicana en Ciudad Real" cree que hay fundadas razones para sospechar que las enemistades que Sempere se gana entre la nobleza y la plutocracia nacional y local por su labor como presidente provincial del IRA y de la Junta de Incautación de fincas no sólo auguran su final, sino que también "ayudan a entender los deseos de venganza de ciertos sectores sociales tradicionalmente dominantes contra determinadas personas que participan en la gestión progresista del régimen republicano".

Fruto de esa vendetta de la oligarquía, Ernesto Sempere Beneyto es detenido e ingresado en prisión el 24 de noviembre de 1939, pasando a disposición del Auditor de Guerra de Ciudad Real en méritos de Sumarísimo de Urgencia nº 1816. Es juzgado en Consejo de Guerra celebrado el 3 de junio de 1940 y condenado a muerte, junto con Pedro Marquínez Ruiz de Alda (concejal del ayuntamiento de Ciudad Real), José Tirado Berenguer (presidente provincial de la CNT y secretario de la FAI) , Ambrosia Tapiador Cuéllar, Francisco Lara Torrijos, Felipez Muñoz Rivero, Bartolomé Gutiérrez Corroto y Felipe Mohino Muñoz.

Casi de forma inmediata aunque poco esperanzado, Ernesto Sempere Beneyto --cuyo hijo Ernesto Sempere Villarrubia se encuentra también preso en otra cárcel de Ciudad Real, condenado ya a 20 años por haber hecho agitación y propaganda en el Instituto de Enseñanzas Medias-- solicita el indulto, aunque en vano. El 15 de julio de 1940, el coronel gobernador militar de Ciudad Real dirige el siguiente escrito al director de la Prisión Provincial: "Sírvase hacer entrega a la fuerza de la Guardia Civil que se presentará en esa prisión a las 5 horas del día 17 del actual de los reos que al respaldo se citan para conducirlos en la forma acostumbrada a la parte exterior del Cementerio de esta plaza donde serán ejecutados a las cinco y treinta de dicho día. Los reos entrarán en capilla a las una horas del mismo siendo asistidos por el Capellán de la Prisión durante su permanencia en ésta".

En el respaldo de la orden figuran los siguientes 26 nombres:

(...) "El Pichi" Barba Benito
Santos Blanco Ordóñez
Vicente Bustamante Ruiz
Antonio Caballero Cuevas
Manuel Cruz Donaire
José Estévez Lázaro

Manuel Fernández Pozo
Loreto Gamero González

Felipe Givica Gutiérrez
Francisco Lara Torrijos
Julián Menéndez Díaz
Victoriano Molin Bermejo
Andrés Orejón Peláez
Benigno Orejón Ruiz
Leandro Ormeño Expósito
Miguel Peralta López
Pedro Antonio Pérez Rosales
Gabriel Pérez Ruiz
Juan Manuel Romero Castillo
Santos Rueda Lozano
Reyes Sánchez Martín
José Sánchez Pérez
Ernesto Sempere Beneyto
Juan Toribio Peral
Francisco Trujillo Rodríguez
Pedro Vidal Ciudad


Ernesto Sempere Beneyto, asesinado por un pelotón de fusilamiento el 17 de julio de 1940.

Pedro Marquínez Ruiz de Alda, condenado a muerte en el mismo juicio que Ernesto Sempere.

Todos estos hombres justos, entre ellos Ernesto Sempere, fueron asesinados junto con otros más de 2.000 en toda la provincia entre 1939 y 1945 como desquite en un bárbaro ajuste de cuentas de los ricos y poderosos contra las obreros, proletarios, jornaleros, profesionales e intelectuales que habían soñado en Ciudad Real con cambiar el mundo y hacerlo más libre, equitativo y solidario.

Hoy, ahora, en este mismo instante, contabilizo 75 años justos y precisos que median entre este día 17 de julio de 2015 y el día17 de julio de 1940, fecha del asesinato de Ernesto Sempere Beneyto. Ya son las doce y cinco de la noche. Un carcelero ha comunicado a los amedrentados presos de la provincial de Ciudad Real los nombres de los que serán asesinados antes del amanecer. Ernesto Sempere se siente anonadado. En pocos minutos, a la una de la madrugada, será conducido a la capilla de la prisión con sus 25 compañeros. Allí el capellán de la prisión les habla de resignación, les anima a confesar sus crímenes y les exhorta a entregarse a la divina misericordia. Aprovecha Ernesto para escribir su despedida familiar y fijar sus últimas voluntades. En unas pocas horas, Ernesto será trasladado al Cementerio y allí, en el exterior, junto a uno de sus muros, en el lugar de costumbre --rutina adquirida a fuerza de aniquilar a más de dos millares de inocentes--, allí Ernesto será asesinado a las 05:30 h. de la mañana por la descarga letal de un pelotón y rematado en el suelo por un pistoletazo en la cabeza del oficial al mando.

Ernesto Sempere Beneyto, asesinado junto con otros 232.000 españoles por los enemigos de la Justicia. Asesinado. Sólo por querer para todos un  mundo más justo.

Se las rapaba, se las purgaba, se las violaba, les robaban... Después se las fusilaba: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 197.

La mujer resistente, la arrojada izquierdista víctima primera de los desmanes, la fiel compañera comprometida con su ideal y el del disidente, la miliciana valiente, la médico y enfermera, la estoica esposa a la puerta de la cárcel, la viuda doliente, la madre que también hace de padre reinventando un presente de ausencias y soledades, la republicana... De ella he hablado y ella mi guía ha sido para dar forma a la narración de sus vicisitudes y para observar casi furtivamente el sufrimiento en su rostro a lo largo de cientos de fotografías publicadas en esta página. Algunas de ellas, pueden verse pulsando sobre sus enlaces:

- Las represalias se ceban en las mujeres
- 116 mujeres y 56 niños, muertos en la Prisión de Saturrarán
- Las mujeres no se arredran
- Los niños perdidos del franquismo
- Las represaliadas por el franquismo sufrieron por rojas y por mujeres
- Tomasa Cuevas, Juana Doña y otras Presas políticas del franquismo
- Prisión de Mujeres de Las Ventas, Madrid
- La terrible prisión de Les Corts, Barcelona

Pero quizás fue la terrible visión de sus cráneos, de sus cabezas rapadas, lo que más impresionó al lector ¡y a las lectoras! de los breves entradas de TODOS LOS ROSTROS (ver
Rapadas por ser rojas y republicanas), porque siendo poco más que una colección de imágenes comentadas de forma subjetiva, no había nada de ficción en la espeluznante descripción de aquel horror ahito de muerte y represión. El impacto causado por aquellas fotografías persistará constante por siempre en mi recuerdo, pero se acentúa aún mas cuando tropiezo con alguna detallada reseña sobre las torturas a las que fueron sometidas aquellas dignas mujeres, muchas en víspera de su inminente asesinato.   

La que contiene el libro autobiográfico "El secretario. Revelaciones sobre la guerra civil en Badajoz", de Enrique Santos (reproducidas por Francisco Espinosa, en su "La columna de la muerte") me parece aterradora. Versa sobre un sucedido en San Vicente de Alcántara. Véase: "La mayoría de los huidos capturados eran fusilados en el mismo lugar en que eran encontrados. Mujeres y niños padecieron también aquella furia. A estas mujeres y niños se les aplicaba castigos más suaves: se le rapan la cabeza dejándoles sólo en lo alto un mechoncito para adornarlo con lazos rojos. Así se les paseaba por la calle haciéndoles levantar el puño como señal de la ideología extremistas de izquierda. Otro de los leves castigos fue el de las purgas con aceite de ricino... Los desfiles procesionales de mujeres y niños pudo contemplarlos este narrador en Valencia de Alcántara, San Vicente de Alcántara y Alburquerque. En la primera de dichas localidades, uno de los muchos desfiles que se celebraron fue el siguiente: anudadas fuertemente a una larga soga caminaba una hilera de mujeres con alguna de sus hijas --no mayores de cinco o seis años-- luciendo sus cabezas afeitadas sus lazos rojos sus vestiduras rasgadas. A uno y otro lado los verdugos con látigos, fustas y palos propinándoles constantes golpes y obligándolas a decir en voz alta "¡somos comunistas!". Si aquellos gritos no se pronunciaban con la suficiente energía, los látigos se encargaban de que lo fueran... Se inician las detenciones, las purgas, los malos tratos, los paseos. Ningún detenido es sometido a procedimiento. No se estila. Se persigue indiscriminadamente sin interrogatorio, sin declaraciones, sin derechos humanos. A algunas jóvenes se las violaba, se les robaban sus alhajas, después se las fusilaba... Una especie de "comisión de limpieza" determina quienes deben desaparecer, dentro de los que no han huido. Algunos detenidos pasan por la sacristía convertida en sala de torturas. Don Facundo [el cura], que ha vuelto, ayuda o al menos tolera. Y de allí, a la fosa común. Hay constantes paseos...".

Se cuidaron mucho los fascistas españoles de no fotografiar o reproducir el instante mismo en el que la mujer republicana es torturada. Pero la visión de las rapadas de Montilla o de Oropesa y la impactante experiencia de contemplar con empatía sus despavoridas miradas y ver en ellas el espanto que anida en sus ojos, marca e impide olvidos y desmemorias. Pero para aquellos corazones duros, inconmovibles ante el dolor ajeno, dejo aquí una selección del mismo espanto y la misma liturgia atormentada, sólo que en la Francia de 1944, tras la derrota en suelo galo de los nazis y las gráficas represalias sobre cualquier mujer que hubiera tenido relación real o imaginada con algún soldado alemán. Os aviso, el horror que aquí ves es aprendiz en ciernes del sufrido en suelo hispano. A ambos y a todos los que vengan después les cantó Georges Brassens en "La Tondue" (La rapada). La versión que traigo es en castellano, traducida e interpretada por Horacio Cerván.


Fuente: elbauldejosete.wordpress com

 Fuente: http://victoriarolanda.com.ar

 Fuente: http://victoriarolanda.com.ar

 Fuente: peru.com

Foto de Robert Capa. 1944. Fuente: seminariofascismo.wordpress.

Foto de Robert Capa. 1944. Chartreuse. Represalias contra una mujer francesa que tuvo un hijo con un aleman. Fuente: visionesdelacrueldad.blogspot.com

 Fuente: www.blogodisea.com


 Fuente: www.lasegundaguerra.com

 Fuente: www.lasegundaguerra.com

 Fuente: www.taringa.net

 Fuente: www.taringa.net

Fuente: www.uypress net

"La Tondue" (La rapada), de George Brassens. Versión en castellano traducida e interpretada por Horacio Cerván