En estos aciagos días en los que la memoria y el testimonio de verdad y justicia sufren tantos embates por parte de aquellos interesados en seguir perpetuando la desigualdad y la mentira, la Iglesia Católica continúa, veladamente unas veces y a los cuatro vientos otras, con su rearme moral e ideológico y prosigue su particular cruzada en favor de la recuperación de su propia memoria histórica.
La sacrosanta Institución, históricamente experta en moldear el presente, ajustándolo de forma harto "caritativa" (ya se sabe, …empieza por uno mismo) a sus intereses y necesidades --aún a costa del sufrimiento y la opresión de decenas de generaciones humanas de desposeídos-- siempre se ha caracterizado por reinventar a la manera del Gran Hermano orwelliano su propio pasado y el de sus adversarios, acomodándolo a su conveniencia, recreándolo y maquillándolo, suprimiendo del recuerdo y de los textos coetáneos sus manifiestos errores y fabulando y mistificando hagiográficamente su panegírico de aparentes virtudes, supuestamente heroicas, sacras e inspiradas por el Espíritu Santo.
En línea con este mecanismo recreador de un pasado inexistente, la Iglesia Católica española ha ocultado del conocimiento histórico e historicista de los españoles de a pié su responsabilidad directa en la mayor parte de las guerras, matanzas, calamidades e injusticias sufridas por la humanidad en los últimos 20 siglos. Y particularmente en nuestro país, así lo ha hecho –y aún lo hace-- cubriendo con un manto de espeso silencio el oprobioso papel histórico que desempeñó haciendo frente a los ideales de libertad inspirados en la Revolución francesa, al constitucionalismo de 1812, al liberalismo de 1820, al tímido parlamentarismo isabelino, al republicanismo de La Gloriosa y al igualitarismo de finales del XIX y de todo el XX. La católica inspiración del motín de Esquilache y de los 100.000 Hijos de San Luis, las fanáticas conspiraciones involucionistas de las que el cura Jerónimo Merino fue uno de sus máximos exponentes, los desvaríos regicidas del otro cura Merino (Martín), o las intrigas palaciegas del Padre Claret y de la Monja de las Llagas, fueron sólo hechos puramente anecdóticos que permitieron a la plebe y la burguesía del Diecinueve apreciar y comenzar a rechazar la poderosa influencia de una Iglesia retrograda e inmovilista en la vida política y social de España.
Este papel reaccionario, rijosamente (con perdón) autoadjudicado para sí misma por la Jerarquía episcopal patria, se mantuvo y agudizó durante el desarrollo del obrerismo en los treinta primeros años del XX. Herida en su propia alma, viendo amenazados sus privilegios y su holgada posición de poder e influencia y en peligro su cuenta de resultados y su ingente inventario inmobiliario, la Curia y los pastores parroquiales de la Iglesia católica española satanizaron y persiguieron desde el púlpito y desde los medios de comunicación y la clase política reaccionaria en los que tenía influencia, a los individuos y partidos que durante los últimos 200 años defendieron la consecución real de la igualdad, la difusión de la educación y la cultura, el legítimo espíritu de laicismo y secularización de la vida pública y de la enseñanza, la universalización de los derechos políticos y, en suma, la equidad en la distribución de la riqueza y de los excedentes asimétricamente acumulados en manos de unos pocos. Por ello, el mismo 14 de abril de 1931 no sorprendió a nadie que el Cardenal Primado, los Obispos y los párrocos se alzaran fulgurantemente y con verbo pavorosamente encendido contra la II República, una vez proclamada ésta tras la huída y abdicación de Alfonso XIII, aún para la Iglesia rey por la gracia de Dios. "Sois ministros de un Rey que no puede ser destronado, que no subió al trono por votos de los hombres, sino por derecho propio, por título de herencia y de conquista" (Manuel Irurita, obispo de Barcelona). Interpretaba la Iglesia este republicanismo exultante como un intolerable sacrilegio, anatema del que no se libraban los partidos progresistas y colectivistas. Y ya en mayo del 31, el cardenal primado Segura publicó una agresiva pastoral sobre la conducta hostil que los católicos debían seguir ante el nuevo Régimen democrático y progresista, marcando así la pauta beligerante que habría de mantener la Iglesia hasta el tan ansiado por ella aniquilamiento final de la Segunda República y el exterminio de sus dirigentes, defensores y simpatizantes, una vez triunfante el sanguinario golpe de estado fascista del 17 de julio de 1936.
Tras los 40 años de terrible dictadura durante los que la Iglesia se convirtió en la principal institución beneficiaria de las injusticias y de la opresión a la que involuntariamente fue sometida su grey, hoy –finales de 2008-- retoma con brío su supuesto papel de víctima de la Guerra Civil y tremola con fruición el macabro martirologio, aprestándose para la nueva batalla con viejos embustes. Pero éstos quedan vacíos y hueros cuando es la propia Iglesia la que habla reveladoramente de su propia crueldad y vesania. Así pudo leerse en la entrada que con fecha del pasado 29 de junio escribí en este blog bajo el título “Iglesia, fascismo y represión” y también en los siguientes textos, selecto florilegio de actitudes, hechos, disparates y barbaridades cometidos por nuestra racial y española Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Veamos algunos de ellos:
Sacerdotes españoles en un plaza de toros no identificada. ¿Años 20 ó 30, siglo XX? Origen incierto de la imagen.
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“El sacerdote Alejandro Martíne, le contó a Ronald Fraser para su historia oral de la guerra civil que «fue a partir de aquel día [14 de abril de 1931] cuando comprendí que nada se conseguiría por medios legales, que para salvarnos tendríamos que sublevarnos antes o después.»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
Sacerdotes españoles armados posan emplazando una batería ¿durante la guerra civil? Origen incierto de la imagen.
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“Por la sastrería eclesiástica de Benito Santesteban en Navarra, pasó a comienzos del verano de 1936, días antes del «glorioso movimiento nacional», el obispo de Zamora Manuel Arce Ochotorena, quien al despedirse de Santesteban le dijo: «Bueno, si en lugar de sotanas me envías fusiles ¡mejor que mejor! Ya me entiendes.»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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Desde un camión militar, monjas hacen el saludo fascista a un grupo de mujeres falangistas con motivo de la entrada en Madrid de las tropas franquistas el 30 de marzo de 1939. Origen incierto de la imagen.
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“Muchos seminaristas y curas fueron los primeros en enrolarse. Animaban al personal a que hicieran lo mismo. Tocaban las campanas buscando gente por los pueblos y colaboraban en el reclutamiento. Era frecuente ver, en esos primeros días, curas y religiosos «con su fusil también al hombro, su pistola y su cartuchera sobre la negra sotana», según la descripción de Marino Ayerra…. …Lo más normal en Navarra, sin embargo, es que los curas se alistaran en el requeté, donde, según Juan de Iturralde, «figuraban capellanes en número tan crecido que se estorbaban unos a otros». Los mozos, con los curas al lado, se confesaban y comulgaban antes de despedirse de los suyos, como si fueran a las cruzadas. Hileras enteras de requetés confesados y arengados por clérigos.”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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Sin ser españolas ni en España, esta imagen realizada en los Estados Unidos de América ilustraría y evocaría la beligerancia de la Iglesia Católica española. Origen incierto de la imagen (probablemente, Archivo Corbis).
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“Ramón Palacios García, párroco de la localidad burgalesa de Hormaza, quien se había «ofrecido» desde el mismo día de la sublevación a Falange Española «y en su doble calidad de soldado y ministro del Señor, acudió después allí donde el deber le llamaba», al frente de guerra. Cayó herido «alabando a Dios y vitoreando a España por brindarle Aquél la ocasión de derramar la sangre por su Patria». Según la crónica del Diario de Burgos del 18 de agosto, ese belicoso sacerdote se había incorporado a la «innumerable falange de mártires de la cruzada»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
Sin ser españolas ni en España, esta imagen realizada en los Estados Unidos de América ilustraría y evocaría la beligerancia de la Iglesia Católica española. Origen incierto de la imagen (probablemente, Archivo Corbis).
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“Fueron legión los capellanes enrolados con los carlistas y los falangistas en aquel verano de 1936. La cosa llegó hasta tal extremo que, unos meses después, en las diócesis de Avila y Burgos les tuvieron que llamar la atención por su desmedida disposición al sacrificio“. El ardor guerrero de esa legión de religiosos no tenía freno. Los padres superiores hablaban «con el corazón suelto», en expresión de Juan de Iturralde, incitando a otros a que actuaran igual, castigando y deportando a los pocos pusilánimes que no daban un paso al frente en esa empresa de limpieza y exterminio. Abnegación, disciplina, obediencia, sumisión a la jerarquía (…) Había que militarizarse, escribía el jesuita Francisco Peiró. Pero una «militarización interior», que no se conformase con «ponerse la camisa azul y tomar parte en un desfile». Era una retórica cargada de patriotismo exaltado, de «Dios lo quiere y la Patria lo demanda», de fervoroso apoyo a una «nueva reconquista nacional que está tiñendo con arreboles de sangre la alborada de la España nueva». (…) España, escribía el benedictino Federico Armas en "Ecos de Valvanera", la revista del santuario riojano de ese nombre, «debe ser católica, entera, grande, libre; debe ser una en fe, una en geografía, una en historia, una en imperio». Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
La Cruz, símbolo de la paz, abandera sin embargo esta columna requeté de carlistas que marchan por pueblos, ciudades y frentes asesinando a sus semejantes. Origen incierto de la imagen.
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“En Miranda de Ebro, Félix Padín recuerda que había un cura, que era de Santander, que se había pasado a los nacionales (…) "pensábamos que era preso también como nosotros y no, resulta que era un cura que se había pasado de los rojos, como decían ellos, a los nacionales, y estaba aquí pues de cura se conoce, y yo lo he visto por aquí estando formados … con un látigo de esos de los negreros, así debajo el brazo. Nunca le vi usarlo, pero las palabras de él eran éstas: “lo mejor para éstos es pegarles cuatro tiros y tirarlos al Bayas, así no sabe nadie dónde están”. Javier Rodrigo, en su obra “Cautivos”, Editorial Crítica.
"Dios, Patria y Rey" era el lema de los carlistas alzados contra el Gobierno legal republicano. Confesaban sus pecados y comulgaban antes del combate, para --con la bendición de sus capellanes-- seguir cometiendo las mismas faltas, atrocidades y delitos cinco minutos después. Había que esparcir la semilla de la muerte por toda España. Origen incierto de la imagen.
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“En Alsasua, según el testimonio del entonces párroco Marino Ayerra, los capuchinos «estaban como fuera de sí, poseídos de la exaltación de la hora mesiánica». «Hemos hablado con los requetés», declaraba el padre jesuíta Huidobro, capellán de la Legión, «que lo llenan todo de religioso idealismo, patria y hasta elegancia (...) ¡Cómo hablan de la muerte!... Este espectáculo de un pueblo que sólo sabe rezar y luchar es algo tan grande...». Y fray Justo Pérez de Urbel escribía: «¡Qué estallido de entusiasmo! ¡Qué desprecio a la muerte!”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
El capellán, con uniforme militar, bendice antes de cada combate a las tropas golpistas de requetés que han de seguir cometiendo delitos de lesa Humanidad y crímenes de guerra contra los leales al gobierno republicano. Origen incierto de la imagen.
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“Un fraile cordobés le dijo al cura del cementerio de San Rafael que setenta y seis asesinatos en una noche eran pocos: «setecientos deberían ser». Por muchos «culpables e impíos» que mataran, decía un cura de la localidad gaditana de Rota, aún quedarían más: «A todos los descubriremos; todos llevarán su merecido; no se escapará nadie; entendedlo bien ¡NADIE! Hay que limpiar más a fondo y hasta el fin toda la podredumbre que Rusia ha introducido en este pueblo.»" Que purgaran sus culpas, el «haber infiltrado en el pueblo el veneno del marxismo alejándolo de Dios», cuenta Antonio Bahamonde que gritaba enardecido ese cura en los sermones. Y otro cura, Juan Galán, de Zafra, capellán de la Once Bandera, Segundo Tercio de la Legión, se jactaba, mostrando su «pistolita», de que llevaba «quitados de en medio más de cien marxistas». Sermones como los de los curas de Zafra y Rota los escuchó Dionisio Ridruejo, jefe de la Falange en Segovia, a un sacerdote de la catedral de esa ciudad castellana: «La patria debe ser renovada, toda la mala hierba arrancada, toda la mala semilla extirpada... No es este momento para escrúpulos...»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
En la Plaza de Cataluña de Barcelona, sacerdotes y obispos celebran junto al general Yagüe --en primer plano-- y a sus tropas criminales golpistas un Tedeum y misa de acción de gracias por haber llegado a la capital condal, el 20 de febrero de 1939. En el camino, han dejado un reguero de muerte y destrucción. Origen incierto de la imagen (muy probablemente, Archivo Corbis).
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Las brigadas de exterminio de los falangistas, en las que solían encontrarse empotrados los capellanes, actuaban salvajemente y con la conciencia tranquila pues se sabían gozosos de indulgencia y santificados en sus criminales acciones: «Todos tienen oportunidad de confesarse antes de morir y, por lo tanto, pueden ir al cielo...»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
El arzobispo de Santiago, monseñor Muñiz de Pablos, se une al saludo fascista de Franco, junto a la esposa de éste, Carmen Polo. Origen incierto dde la imagen-
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“Desde Navarra, el cura Antonio Ona partió al frente donde "anduvo luciendo pistola y uniforme de campaña". Al poco tiempo fue nombrado canónigo de Pamplona y en 1956 ascendió a Obispo de Mondoñedo. También llegó a obispo, en este caso de Bilbao, Antonio Añoveros , que se limitó a esta labor de confesor en la matanza de las Bardenas, según relata Galo Vierge en su obra "Los culpables". Otros textos también dedican un espacio a las actuaciones del luego cura de Obanos, Santos Beguiristáin, en Azagra. En el libro de Altayfalla se relata su participación activa en la lucha contra los vecinos republicanos y su afición a elaborar listas . Los fusilados (71) los catalogaba como "muertos por el peso de la justicia"”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
Saludando un nuevo amanecer. Origen incierto de la imagen.
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“En Badajoz, un cura le dijo a Mario Neves (periodista portugués revelador de la matanza de la plaza de toros) que los muertos eran tantos que no era posible darles sepultura inmediata y que sólo la incineración masiva conseguiría evitar que los cadáveres se pudrieran. El 17 de agosto el cura acompañó a Neves al cementerio. Habían derramado gasolina y centenares de cuerpos ardían. El sacerdote, consciente de que el espectáculo desagradaba a Neves, se lo explicó con toda claridad: «Merecían esto. Además, es una medida de higiene indispensable.»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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El obispo de Málaga, saluda a la fascista tras la ocupación de la ciudad por las tropas de los rebeldes franquistas y falangistas. Fuente http://www.fuenterrebollo.com
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“(…) Cuando estuve en el penal de Ocaña nos sacaban al patio todos los días para oír misa. ¿Sabes lo que nos decía el padre Rodríguez? Un cura que luego estuvo en Toledo, un cura que llevaba un pistolón debajo de la sotana y que se le notaba el bulto. Nos decía: vosotros rojos, ¿sabéis a lo que tenéis derecho? ¡De la tierra que pisáis hacia el cielo no tenéis derecho a nada! ¡De la tierra que pisáis hacia abajo tenéis derecho a unos centímetros donde enterraros!. Luego este cura Rodríguez cuando tocaba fusilar a una saca, la noche antes te confesaba y por la mañana iba al fusilamiento y se encargaba de dar el tiro de gracia… ¿Qué te parece el pájaro? ¡Eso el cura!”. Entrevista a Victorino F., de 91 años, en Villacañas, Toledo, extraída del trabajo “Las condiciones de vida en la comarca de La Mancha toledana durante la Guerra Civil y Postguerra…” de Isidro Cruz Villegas y Mª Dolores Cruz Villegas, publicado en la recopilación de las actas y ponencias del Congreso “La Guerra Civil en Castilla-la Mancha, 70 años después”, de Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha.
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“El sacerdote jesuíta Alberto Risco escribió en su obra "La epopeya del Alcázar de Toledo": «Y por eso, con el aliento de la venganza de Dios sobre las puntas de sus machetes, persiguen, destrozan, matan, sin dar tiempo a los fugitivos para tomar tapias y ponerse a salvo.» Arrollaron todo esos legionarios y regulares «embriagados con la sangre»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
El Nuncio del Vaticano, Gaetano Cicognani, reunido con Franco. Origen incierto de la imagen.
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“El falso conde Rossi, jefe de los Camisas Negras fascistas italianos destacados en España, tenía en Mallorca como “asistente a un capellán, «vestido con pantalones de montar, botas, una cruz blanca sobre el pecho y la pistola al cinto»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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El 24 de noviembre de 1938 Franco saluda a sus cómplices desde una de las puertas de la catedral de Burgos, dentro de la cual sería mesiánicamente recibido. Origen incierto de la imagen.
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“El arzobispo de Santiago Tomás Muniz, en una circular del 11 de noviembre de 1936 ordenaba a los párrocos que se abstuviesen «de dar certificados de buena conducta religiosa a los afiliados a sociedades marxistas». Lo que tenían que hacer los curas era «…certificar en conciencia, sin miramiento alguno, sin tender a consideraciones humanas de ninguna clase»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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El ejército de la sangrienta dictadura rinde pleitesía a la Iglesia Católica española como su principal valedora y beneficiaria. En mayo de 1944, el general Franco, junto con el nuncio Cicognani y el obispo de Madrid-Alcala, Eijo Garay, consagran el monumento al Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles. Origen incierto de la imagen.
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“En la madrugada del 26 de noviembre de 1937 fusilaron en las tapias del cementerio de Zaragoza a Mariano Esteban, de Molina de Aragón. En la capilla de la cárcel le contó al padre capuchino Gumersindo de Estella «en tono de queja amarguísimo que la culpa de su fusilamiento la tenía el cura de su pueblo; porque, a una con el alcalde dio malos informes de él, siendo así que la Guardia Civil los dio favorables y buenos». Antes de morir, Mariano Esteban se confesó «muy devotamente» y comulgó «con recogimiento y piedad»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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Octubre, 1936, Santiago de Compostela. Fascistas a la derecha de la imagen, fascistas a su izquierda. Todos saludan a la romana sin el menor reparo. Fuente http://www.fuenterrebollo.com/
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“El 1 de septiembre de 1936 el sacerdote jesuita Antonio Encinas, provincial de León, escribía al padre general de la Compañía de Jesús W. Ledóchowski: «…Condenan, sí, a bastantes a muerte… si quedaran vivos volverían al estado de antes». (…) En 1937 el sacerdote jesuita Constantino Bayle, desde el Centro de Información Católica Internacional de Burgos, publicaba un panfleto, «¿Qué pasa en España?», en el que decía: «…las sentencias de muerte, por desgracia, no pueden ser pocas; porque han sido muchos los crímenes y los criminales, y ningún Gobierno que quiera serlo los ha de dejar impunes»… [porque si] «la mansedumbre heroica» viera el día de mañana libres a esos criminales, se tomaría la justicia por su mano””. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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“El sacerdote jesuita padre Vendrell, que lleva un crucifijo del nueve largo bajo las sotanas, dijo a los republicanos prisioneros que iban a ser fusilados de madrugada: "No tened miedo, porque los moritos tienen muy buena puntería y no os harán ningún daño", y agregaba con fervor: "Vosotros sí que sois bienaventurados, puesto que conocéis el momento exacto en que ha de veniros la muerte, y así podéis poneros en paz con Dios, que es lo único que debe importaros"”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
Esta imagen puede consultarse en http://www.cadenaser.com/actualidad/articulo/csrcsrpor/20051115csrcsr_1/Tes y en http://www.elpais.com/diario/radioytv/?d_date=20051113.
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“En Quintanar estuve 6 meses en la cárcel (…), lo que era una sinvergonzonería era que quien se encargaba de da el tiro de gracia a .los que fusilaban era uno de los sacerdotes que había allí, lo llamaban “El curilla” por la poca cosa que aparentaba físicamente (…)”. Entrevista a F.B.M., de 80 años, en Puebla de Almoradiel, extraída del trabajo ya mencionado más arriba “Las condiciones de vida en la comarca de La Mancha toledana durante la Guerra Civil y Postguerra…” de Isidro Cruz Villegas y Mª Dolores Cruz Villegas.
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Una nueva muestra de la confabulación de la Iglesia Católica española con los criminales y golpistas comandados por Franco y otros generales traidores. Fuente http://www.fuenterrebollo.com/
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“El coadjutor de la parroquia onubense de La Concepción, Luis Calderón Tejero, disponía de un fichero de «rojos» realizado durante la República y después de la guerra se convirtió en uno de los «informantes cualificados» del Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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“Elias Rodríguez Martín, párroco de Salvochea, localidad de la cuenca minera de Huelva, nombraba a los que debían ser detenidos y eliminados tras ser ocupado el pueblo por los militares rebeldes el 25 de agosto”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
El general Francisco Franco, su esposa Carmen Polo, y el cardenal primado Enrique Plá y Deniel, tras recibir el dictador una gran condecoración. Fuente http://www.fuenterrebollo.com/
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“Tras la entrada en el pueblo de la columna de Ramón Carranza y Javier Medina Garvey y la desaparición de vecinos y encarcelamiento de otros muchos, el cura de Rociana, Huelva, Eduardo Martínez Laorden desde el balcón del ayuntamiento advirtió al público lo que se avecinaba: «Ustedes creerán que por mí calidad de sacerdote voy a decir palabras de perdón y arrepentimiento. Pues NO: ¡Guerra contra ellos hasta que no quede ni la última raíz!». El mismo cura, en enero de 1937 envió dos escritos al delegado de orden público de Sevilla, en los que decía que creía que «casi todos» los culpables habían quedado impunes. Tenía la sensación de que había habido «condescendencia injustificada y una falta de celo». Tras solicitar que confiscaran bienes a todos esos rojos del Frente Popular, «culpables evidentemente pues alguno había sido fusilado», se ofrecía para acabar con «tanta lenidad». Dos meses después, se detuvo, juzgó y fusiló a 15 vecinos denunciados por el cura de Rociana”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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Franco y el cardenal Enrique Plá y Deniel, autor de la pastoral "Las dos ciudades", en la que se calificó el golpe de Estado como Cruzada. Fuente http://www.fuenterrebollo.com
El general Franco recibe a obispos, recién nombrados por él mismo. Origen incierto
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Lo decía Antonio Bahamonde, quien como delegado de Propaganda de los sublevados y mano derecha de Queipo, había vivido el ardor apostólico y guerrero del clero sevillano: «Los sacerdotes católicos de la España nacionalista llevan pistolas para asesinar a sus hermanos; y lo que es mil veces peor, en sus labios, en vez del perdón, llevan palabras de injuria y calumnia.». Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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El general Francisco Franco durante una eucaristía. Fuente http://www.fuenterrebollo.com/
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«El requeté que daba los tiros de gracia [a los fusilados que habían sido sacados de la cárcel de Tafalla por un grupo de requetés el 21 de octubre de 1936, antes de arrastrarlos a la fosa común] era el coadjutor de la parroquia de Murchante, Luis Fernández Magaña, administrador del Conde de Rodezno». Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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El Cardenal Enrique Pla i Deniel y Esteban Bilbao, en evidente complicidad en medios y fines, hacen el saludo fascista para las cámaras. Fuente http://www.fuenterrebollo.com
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Dos sacerdotes, generosa y castrensemente condecorados y con alta graduación militar, en reposada comandita con un guardia civil de gala, que parece algo abotargado. Origen incierto de la imagen.
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“A mi padre lo mataron por ser de las juventudes comunistas. A mí tío lo mataron en el penal de Ocaña. Un cura lo mató en el patio de la cárcel (…)”. Entrevista a T.V.R., 79 años, mujer de Puebla de Almuradiel, extraída del trabajo ya mencionado “Las condiciones de vida en la comarca ...” de Isidro Cruz Villegas y Mª Dolores Cruz Villegas.
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“El párroco de Calamocha, provincia de Teruel, al emitir su «concepto general» sobre un maestro de Badalona en un informe, le sentenciaba como «fusilable»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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El Cardenal Gomá, recibe gozoso la espada ofrendada por el general Franco al Santo Cristo en la iglesia de Santa Bárbara, Madrid 1939, como celebración de la victoria de los traidores alzados contra los legales y constitucionales Estado y Gobierno republicanos. Origen de la imagen incierto.
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Entre la Iglesia Católica española y el ilegal régimen franquista son todo parabienes y rentable complicidad. En Burgos, año de Nuestro Señor de 1945, posan felices para la posteridad Yagüe, capitán general de la V Región Militar, Rodríguez Valcárcel, bobernador civil de la provincia y Jefe del Movimiento, y Pérez Platero arzobispo de Burgos. Origen de la imagen incierto.
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“El predicador de la iglesia de la Merced de Burgos pedía un castigo implacable para los enemigos de Dios: «Habéis de ser con esas personas, todos hemos de ser, como el fuego y el agua..., no puede haber pactos de ninguna clase con ellos... no puede haber perdón para los criminales destructores de las iglesias y asesinos de los sagrados sacerdotes y religiosos. Que su semilla sea borrada, la semilla del mal, la semilla del diablo. Porque verdaderamente, los hijos de Belcebú son los enemigos de Dios.»”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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Franco y señora, bajo palio. Origen de la imagen incierto.
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"La guerra es "como un plebiscito armado" (cardenal Isidro Gomá); "Benditos sean los cañones si en las brechas que abren florece el Evangelio" (Miguel de los Santos Díaz y Gómara, obispo de Cartagena); La guerra es "necesaria" y "una gran escuela forjadora de hombres" (Enrique Pla y Deniel, obispo de Salamanca); "Paz, sí. Pero cuando no quede un adversario vivo" (cardenal Isidro Gomá, durante el Congreso Eucarístico celebrado en Budapest en mayo de 1938). El 20 de mayo de 1939, exterminada la II República con la muerte de 150.000 españoles y el exilio de 550.000 más, Gomá recibió de Franco, en la iglesia madrileña de Santa Bárbara, el espadón de caudillo victorioso y paseó al dictador bajo palio con varios obispos saludando brazo en alto, al modo fascista”. Julián Casanova, en “La Iglesia de Franco”, Edit. Temas de Hoy, Colección Historia.
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Franco y señora, bajo palio. Origen de la imagen incierto.
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Tras la derrota republicana y la confirmación del triunfo golpista, Franco recibió un telegrama del papa Pío XII: «Con inmenso gozo nos dirigimos a vosotros, hijos queridísimos de la católica España, para expresaros nuestra paternal congratulación por la paz y la victoria con que Dios se ha dignado coronar el heroísmo cristiano de vuestra fe y vuestra caridad”. “Levantando nuestro corazón al Señor, agradecemos sinceramente, con V.E., deseada victoria católica España. Hacemos votos porque este queridísimo país, alcanzada la paz, emprenda con nuevo vigor sus antiguas y cristianas tradiciones que tan grande la hicieron.». Se celebró entonces en Roma un tedeum y «recepción por el final victorioso de la guerra», organizado por el cardenal Giovanni Battista Montini, futuro Pablo VI, con la participación del Colegio Cardenalicio y de la Secretaría de Estado del Vaticano. El rey Alfonso XIII, envió una carta de felicitación por la victoria a Franco, en la que apoyaba la concesión de la Gran Cruz y en la que se ponía «a sus órdenes como siempre para cooperar en lo que de mí dependa a esta difícil tarea seguro de que triunfará y llevará a España hasta el final».
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Franco y señora, bajo palio. Origen de la imagen incierto.
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70 años después, en octubre de 2007, la Iglesia Católica procedió en solemne ceremonia a beatificar a 500 “martires” todos ellos, por supuesto, miembros de la propia iglesia española –sacerdotes, religiosos, etc-- víctimas de represión durante la Guerra Civil, con resultado de muerte. Entre ellos, uno más, se encontraba el ahora beato Gabino Olaso Zabala, padre de la orden de los agustinos. Como los otros beatificados, Olaso fue asesinado en la Guerra Civil a manos de grupos republicanos o anarquistas incontrolados. Pero él, además, también martirizó a otro sacerdote. Es decir, Gabril Olaso, fue torturador 40 años antes, durante los conflictos por la independencia de las Islas Filipinas. Su víctima fue Mariano Dacanay, un sacerdote filipino acusado de simpatizar con un movimiento que pedía la salida de los españoles de la ex colonia asiática. El propio Dacanay contó el martirio sufrido a través a través de sus escritos. "La víctima es obligada a ponerse en cuclillas. Se coloca una fina caña de bambú bajo sus rodillas y se atan a ella sus muñecas con una cuerda, cada una a un lado. En esta posición, la víctima es sólo una pelota con lo que, si intenta moverse, rodará por el suelo. En esta humillante y dolorosa posición, los guardias me golpearon mientras me insultaban cada vez que no les decía lo que querían oír, dejándome el cuerpo terriblemente inflamado y amoratado". Dacanay describió también el papel de los agustinos durante esta tortura, incluyendo a Olaso. "Él estaba presente durante ese horrendo espectáculo en el que el prior y los siete superiores del seminario, en lugar de solidarizarse con mi sufrimiento por la cruel tortura, contemplaban mi martirio con signos visibles de placer. Incluso pedían a los guardias que me trataran con más crueldad, el padre Gabino Olaso, por ejemplo. Y cuando caía a causa de los golpes y el cansancio, rodando por el suelo, contribuían a mi sufrimiento dándome patadas como si fuera una pelota. Cuando me caí, me golpeé la cabeza contra un poste, hiriéndome. En otra ocasión rodé cerca del padre Gabino, que estaba tranquilamente contemplando la escena, y me dio una tremenda patada en la cabeza que me dejó completamente noqueado". http://www.20minutos.es/
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Franco, junto a un Cardenal o Arzobispo, bajo palio. A Dios no parece vérsele por lugar alguno en esta imagen, que pudiera corresponder a los funerales de Estado por el fallecimiento del rey en el exilio Alfonso XIII, en 1941. Origen de la imagen incierto.
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La Iglesia católica aún no ha desmentido estos aberrantes hechos. Y, desde luego, aún no ha pedido perdón por la participación de este sacerdote –y de tantos, muchos otros, como los arriba señalados— en la comisión de crímenes de lesa Humanidad. La conversión de un criminal en beato, sin examen de conciencia, contricción del corazón, propósito de enmienda, confesión de los pecados y cumplimiento de la penitencia, es en sí misma, tan civilmente punible como el propio acto reprobable cometido por el sacerdote criminal. ¿Hasta cuándo las prédicas, pláticas, soflamas y sermones de la Curia y del Episcopado español –culpable y responsable directo de crímenes contra la Humanidad— seguirán engañando a sus confiados fieles?
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Post Scriptum: mucho del espíritu global de esta entrada se lo debo al historiador Julián Casanova y a su apasionante obra "La Iglesia de Franco" (Editorial "Temas de Hoy, colección Historia, ISBN: 978-84-8460-080-0; EAN: 978848460080.También disponible en Editorial Crítica) , de la que han sido tomadas buena parte de las citas aquí reflejadas.
21 comentarios:
Cierto: "la cebolla es escarcha", amigo Paco.
¡Ole tu compendio y ¡Ole! tus güevos: nuestra necesidad. Es imposible reflejar toda la perversión de la Iglesia en una entrada de blog, pero como botón de muestra vale.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Tomás, aunque lo que hemos visto no es un deslavazado collage carente de substancia, si no el resultado premeditado del expresivo autorretrato que una Institución hipócrita y falsaria hace desvergonzadamente de sí misma. El mensaje de Jesús nunca ha estado más lejos de sus execrables exégetas que en estos amargos tiempos.
Un abrazo.
Paco gracia por tu labor. Un fuerte abrazo amigo mío, un fuerte abrazo entre tanta infamia...
No todo es mentira en la Iglesia. A los foros Cristianos críticos con su jerarquía, se une ahora un Foro de Curas madrileños que piden la colaboración de la Curia para la RMH de los represaliados por el franquismo y exigen que la Conferencia Episcopal pida perdón por su colaboración con los criminales franquistas. Vease:
Extraído de TERRA.es
http://actualidad.terra.es/sociedad/articulo/madrid-foro-curas-aboga-recuperar-2933351.htm
El foro 'curas de Madrid' aboga por recuperar la memoria histórica
El 'Foro curas de Madrid', colectivo que agrupa a más de cien sacerdotes y párrocos de la archidiócesis madrileña, aboga por recuperar la memoria histórica y afirma que el olvido de los que desaparecieron o fueron asesinados durante la Guerra Civil supondría 'un cierre en falso de las heridas abiertas'.
El Foro respondió hoy con un comunicado a las afirmaciones del cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, en su mensaje de apertura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal la semana pasada, en las que dijo, en relación con la apertura de fosas comunes de la contienda y la aplicación de la ley de la Memoria Histórica que, a veces, 'es necesario saber olvidar'.
El colectivo dice que reconocer la dignidad de los que dieron sus vidas por construir una sociedad más justa e igualitaria y el derecho de sus familiares a recoger y honrar sus restos 'no significa abrir heridas e incitar al odio', sino practicar un deber humanitario de piedad para con las víctimas y con aquellos que 'han tenido que vivir su dolor de manera clandestina y vergonzante'.
El Foro recuerda que la ley de la Memoria Histórica insiste en que 'se trata de reconocer y homenajear a todos los hombres y mujeres que fueron víctimas de la guerra civil o posteriormente de la represión de la dictadura franquista e hicieron posible el régimen democrático instaurado con la Constitución en 1978'.
Y agrega que esta es la 'forma adecuada y positiva de cerrar las heridas abiertas, de satisfacer a cuantos sufrieron las consecuencias de la guerra civil y de la dictadura franquista y de hacer que nuestra democracia quede reconocida y honrada'.
El colectivo considera 'unilateral y contraproducente que el reconocimiento de las víctimas haya sido aplicado únicamente al bando de los vencedores y descartado para el bando de los vencidos'.
Y dicen que 'ese procedimiento no es justo, no ha facilitado el reencuentro entre los españoles ni encarna el espíritu de conciliación, magnanimidad y perdón tan propio y universal del Evangelio'.
Por ello abogan por 'aplicar lo que es un derecho individual de justicia, -expresado detalladamente en la Ley de la Memoria Histórica- y no por el olvido, que supondría un cierre en falso de las heridas abiertas'.
El Foro afirma en el documento que 'desde el espíritu de generosidad, reconciliación y perdón, invocado por la jerarquía, hubiera sido altamente positivo reconocer la equivocación por la opción unilateral y excluyente asumida por ella en favor de la dictadura y no haber contribuido a reconocer los derechos de quienes lucharon contra ella'.
Pero, a la vez, los curas de Madrid consideran que 'resulta perentorio reconocer que la persecución religiosa -con sus ruinas y muchas víctimas- desatada durante la guerra civil afectó especialmente a la Iglesia católica y no se puede justificar y debiera ser también objeto de un perdón público'.
El documento dice que hay que dejar 'como periclitada la absurda guerra de las dos Españas, esa división que encasilla a los buenos españoles como católicos, neoliberales, de derechas y a los malos como republicanos, ateos, de otras religiones y socialistas o de izquierdas'.
Y en consecuencia, afirman, 'hay que pedir perdón por la brutal persecución que ejercimos unos y otros sobre la otra parte: odiamos y nos odiaron; despreciamos y nos despreciaron, excluimos y nos excluyeron; matamos y nos mataron. Pedir perdón y arrepentirse por el absolutismo de ambas partes'.
Terra Actualidad - EFE
Gracias por la información. Es interesantísima y me pasaré por el enlace. Un buen trabajo, como siempre
Julián Casanova publica hoy, 14 de diciembre, este artículo en EL PAIS (ver http://www.elpais.com/articulo/reportajes/Morir/fila/elpepusocdmg/20081214elpdmgrep_6/Tes?print=1):
REPORTAJE: MEMORIA HISTÓRICA
Morir en fila
El diario de un padre capuchino detalla el horror de la represión franquista en Zaragoza
JULIÁN CASANOVA 14/12/2008
La religión y el patriotismo ampararon la matanza de varios miles de ciudadanos en Zaragoza durante la Guerra Civil y la posguerra. A cientos de ellos nunca se les inscribió en el registro de defunciones, mientras que otros muchos aparecieron como "hombre o mujer sin identificar". Al principio, en los meses que siguieron a la sublevación militar, ese terror no necesitó de procedimientos ni garantías previas. Sólo 27 de las 2.598 víctimas registradas en 1936 pasaron por consejos de guerra. A veces, las autoridades judiciales se presentaban para proceder al levantamiento de cadáveres, pero lo normal en esos primeros momentos es que quedaran abandonados a orillas del canal Imperial, en los descampados de Valdespartera o en los barrios rurales que rodeaban a la capital.
Unos meses después, puestos ya en marcha los juzgados militares, legalizado el asesinato por las autoridades golpistas, las ejecuciones se realizaban en las tapias del cementerio de Torrero, muy cerca de la cárcel. Fue testigo de ello Gumersindo de Estella, un padre capuchino que se encargó de la "asistencia espiritual a los reos" y que escribió, en forma de diario, unas memorias estremecedoras en las que describe el rito cotidiano de los fusilamientos, las confidencias de los condenados a muerte o la actitud de una parte del clero católico, empeñado "en acreditar con su sello divino una empresa pasional de odio y violencia".
La capilla de la cárcel de Torrero de Zaragoza era en realidad un local destinado a "sala de jueces", donde los días en que había ejecuciones se improvisaba un altar con lo necesario para la misa. Un retrato de Franco presidió la ceremonia hasta que a mediados de 1938 Gumersindo de Estella consiguió que fuera retirado, tras haber señalado insistentemente a las autoridades que "la presencia de Franco en la capilla y en su altar como santo crispaba los nervios de los reos y les causaba feroz indignación porque sabían que las sentencias de muerte eran firmadas por él".
Entraban los presos en capilla alrededor de las cinco de la mañana. El sacerdote hablaba con ellos, les preguntaba por sus familias, por la causa de la muerte y sobre todo si practicaban la religión. Algunos aceptaban la confesión y la comunión "con recogimiento envidiable". A otros había que convencerles de la necesidad de "buscar consuelo en lo sobrenatural". Había quienes no admitían diálogo o se negaban a recibir auxilio espiritual. "No señor, no me invite a practicar la religión", le dijo un reo el 11 de junio de 1938. "Las derechas están matando en nombre de la religión y hacen la guerra en nombre de la religión. Y una religión que les inspira tanta crueldad, no la quiero".
A las seis de la mañana, los guardias civiles comenzaban "la faena" de atarles las manos. De la cárcel los trasladaban a las tapias del cementerio en una camioneta. Durante el corto recorrido, continuaban sin cesar los "ayes lastimosos" que el sacerdote trataba de calmar dándoles a besar el crucifijo. Los acompañaba hasta que eran colocados en fila mirando a la tapia. Tras caer derribados por los tiros del pelotón de fusilamiento, les daba la absolución y la extremaunción antes de que el teniente de turno se acercara y descargara "dos o tres tiros de pistola en la cabeza".
Los que iban a morir le contaban a menudo, minutos antes de los fatales disparos, que habían sido denunciados por sus vecinos, con cualquier pretexto, rencillas personales, políticas, de negocios, que dejaban las manos libres al denunciante mientras al otro lo metían en la fosa. Cuando le confesaban que la denuncia había salido del cura, el padre Gumersindo reflexionaba sobre el daño que ese comportamiento hacía a la religión. Él, como cristiano y sacerdote, "sentía repugnancia ante tan numerosos asesinatos y no podía aprobarlos", una actitud que contrastaba con la de otros religiosos, "incluso superiores míos, que se entregaban a un regocijo extraordinario y no sólo aprobaban cuanto ocurría, sino aplaudían y prorrumpían en vivas con frecuencia".
Nada cambió con el final de la guerra, el 1 de abril de 1939: el mismo rito de la muerte, la farsa de los juicios, la desesperación de los presos inocentes. Muchos familiares removían Roma con Santiago para salvar a sus seres queridos. Y lo que encontraban eran largas, falsas promesas, macabros engaños. Como le sucedió a aquella madre que fue el 12 de febrero de 1940 a hablar con Gumersindo de Estella. Estaba contenta porque había sido muy bien recibida en Madrid y confiaba en que su hijo iba a ser indultado. "¡Infeliz!", anotaba en su diario el fraile capuchino, no sabía la madre que su hijo, Juan García Jariod, escribiente de Caspe de 22 años, tenía la sentencia de muerte firmada por Franco y había sido remitida a Zaragoza para su ejecución. Fue fusilado al día siguiente, 13 de febrero, junto a ocho condenados. Tres días después de su muerte llegó el indulto.
Era tanto el exceso asesino que hasta perfeccionaban el escenario. El 6 de noviembre de 1939, cuando Gumersindo de Estella llegó al cementerio acompañando a los 16 condenados de ese día, observó una novedad. Habían levantado una larga valla de tablones de más de dos metros de alto. Y entre esa valla y la tapia quedaba un espacio de un metro que había sido llenado de tierra. Las miles de balas descargadas desde julio de 1936 habían destrozado la tapia y los disparos traspasaban ya la pared, alcanzando a los ataúdes de los nichos del cementerio.
La mayoría de esos fusilados que constan en los libros de registro del cementerio -más de 3.000 durante la guerra y casi 500 durante la posguerra- fueron enterrados en fosas comunes. Allí permanecieron durante la dictadura de Franco, mientras que ya en 1941 se construyó en el cementerio una capilla-osario para los "caídos de la Cruzada de liberación" y unos años más tarde, en 1953, se levantó en la plaza del Pilar un gran "monumento a los héroes y mártires de nuestra gloriosa Cruzada".
En 1979, al efectuar unas obras en el cementerio, se descubrieron dos grandes zanjas de 500 metros de longitud por dos de anchura con los restos de numerosos asesinados. En aquella España recién salida de la dictadura nada se hizo por identificarlos, localizar a sus familias, darles una digna sepultura. Con algunas excepciones, los restos fueron trasladados a otra fosa común, enterrados de nuevo en el silencio, aunque el primer Ayuntamiento democrático de Zaragoza levantó allí un monolito en memoria de "cuantos murieron por la libertad y la democracia". En ese mismo cementerio, hoy, en su entrada principal, lo primero que el visitante contempla es la gran cruz del monumento a los héroes y mártires de la Cruzada, trasladado allí en 1992 desde la plaza del Pilar.
Son los diferentes recuerdos y memorias de aquella guerra y de la larga posguerra, unos omnipresentes y los otros ocultos, silenciados, recuperados con agrios debates políticos. Porque hay quienes creen todavía que desenterrar ese pasado, reconocer a esas víctimas de la guerra y de la dictadura, es "resucitar fantasmas de la peor historia de España y suscita rencores y divisiones", como dijo hace poco un concejal del PP del Ayuntamiento de Zaragoza. No se trata de fantasmas, sin embargo, sino de miles de víctimas masacradas en nombre del orden, la patria y la religión. Son el rostro visible de una historia que la democracia no puede olvidar.
Quienes son los fascitas????
Creo que hay de dejar de sacar mierda. La mierda la hubo de lso DOS LADOS. España no era un paraiso en el 36, se intentaba estanilizar España (pregunte a una ucraniana de las que hay tantas en España sobre lo bien que han vivido en el siglo XX en sus paises y sobre las represalias que en estos paises había, pregunten, pregunten,...) En relacion a las fotos, las dos primeras es muy facil meter treinta personas en una plaza de toros, vestirlas de curas y hacer unas fotos para exaltar el anticlericalismo de la época. El resto, aunque no estoy de acuerdo ue la iglesia se meta en política, podría al menos disculparse por las matanzas de católicos de la época (buscar obispos asessinados en aquellos años y si mataron obispos, no digamos curas). Por todo ello, vamos a no remover la basura y vivamos en paz de cara al futuro. Todo esto me huele a añejo.
Viva España y Viva Franco. Malditos rojos
Excelente un buen resumen de lo que fue, la iglesia y el franquismo.
Ignora completamente el terrorismo de la república contra la Iglesia y la necesidad de defenderse de toda esa morralla revolucionaria.
Buen trabajo. El horror se extiende hasta nuestros días: aún hay asesinados enterrados en los campos y cunetas de este país. Y la Iglesia calla.
Salud
De las imágenes de curas o monjas armados que utilizas, o no sabes datarlas y ubicarlas o son fotomontajes de prensa americana. Creo que es pura manipulación lo que haces con eso, y no necesitas esas imágenes para tratar el tema histórico del apoyo de gran parte del clero español a Franco.
Utilizar esas imágenes desacredita tu discurso amigo.
Vaya, alguien indocumentad@, no identificad@ y deliberadamente anónim@ me acusa de manipulador por haber usado dos imágenes de monjas armadas con escopetas. Pues majo, o maja, yerras, porque el fotomontaje está avisado, su condición de ajeno a nuestra matanza figura en el pie de foto, y las instantáneas se adjudican al archivo Corbis, advirtiendo de su idoneidad como elemento evocador de la criminalidad de la secta Iglesia Católica Apostólica Romana de España. La adscripción del resto de las imágenes al periodo guerracivilista y dictatorial del que me ocupo son correctas, salvo leves matizaciones que no me preocupan pues el propósito de este blog no es sentar cátedra historicista (Dios o Marx me libren de dar lecciones) sino utilizar la Memoria como un ariete político. Si este aserto te perturba o disgusta, Anónimo, ya sabes donde está la puerta en internet. Hay miles formas de no regresar aquí. Y al marchar sin regreso, que tanta paz lleves como descanso dejas.
Y por último, si ese comentario tuyo ambiguo y desacertado y tu anonimato son todas tus credenciales para detractar el contenido de este blog, mala impresión dejas pues acabaré pensando que o tu sensibilidad está excesivamente exacerbada o que demuestras una curiosa escora clerical --oculta tras un aparente prurito purista-- al comentar las letras del blog, que por cierto yo interpreto como no dictadas por mí, sino por las fechorías de los verdugos de sotana y alzacuello que aquí aparecen retratados por sus horrendas obras y no desacreditados por la publicación de esos dos fotomontajes americanos que tanto te escandalizan. Hala, ite misa est.
No te veo muy enterado de nada, Ucrania es un nido de neonazis y siempre lo ha sido
Un excelente trabajo. Estaría bien alguna mención a la cárcel de Zamora donde llego a haber 800 curas encerrados, Y sobre los asesinatos de los curas que apoyaron a la gente,
La Plaza de toros de los seminaristas armados -no parecen curas- es sin lugar a dudas la de Pamplona. Incluso otras versiones de la foto conservan un pie de foto que lo dice tal cual.
Es extraordinaria la información gráfica de la complicidad y apoyo de la iglesia católica española el movimiento nacional fascista,gracias al apoyo del Vaticano el asesino y genocida de cientos de miles de trabajador@s, gobernó ilegal mente con el nombre de nazional catolicismo, que a los falangistas no hay que olvidadlos e ellos fueron los responsables en las ciudades y los pueblos que conquistaban de cientos de asesinatos con le bendición de la iglesia, purgaban toda la ciudad. a si vivimos cuarenta años con el nazional catolicismo. NI OLVIDO NI PERDÓN PARA ESTOS ASESINOS. PD No hay que olvidar que el fascista franco, era jefe nacional del movimiento de falange española y de las jons . de ideología nazi.
Viva Franco el mayor patriota que hemos tenido en España .Haber si os enterais rojos bastardos.
Viva en general FRANCISCO FRANCO !!!
Nuevodesordenmundial.com
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