Documentalistas, investigadores, becarios, doctorandos e historiadores pasan sus días inmersos en archivos y bibliotecas, teniendo acceso libre y frecuente a un material que para los memorialistas es precioso y que tiene un valor personal e ideológico inmenso. Sus familiares represaliados forman parte y dan contenido y humanidad a los terribles legajos con historiales de unidades militares, expedientes de responsabilidades política, carpetas con informes de depuración profesional y sumarios de consejos de guerra. Historias muy íntimas de vida y muerte, calladas y antiguas pero aún muy frescas en el recuerdo de sus deudos, configuran y dan volumen y peso específico a estos ajados documentos los cuales, originales o en copias, son habituales en las mesas de trabajo de los profesionales de la investigación. A buen seguro que entre estos expedientes se encuentran miles de fotografías e imágenes que podrían engrosar este blog de "Todos los Rostros" o algún oportunista libro que estuviera en breve al mercado (¿se puede mercadear con ésto?).
Sin embargo, las conclusiones de estos trabajos de erudición salen a la luz pública a cuentagotas, bien en forma de tesis doctoral, bien como ponencia en algún congreso, bien como un trabajo breve en alguna revista de divulgación histórica, o bien en las páginas de alguna edición en cartoné a precios siempre superiores a los 20 euros. Y es entonces cuando los memorialistas se sienten ilusionados por la publicación pero enormemente decepcionados por su contenido, ya que al adquirir estas ediciones de los profesionales en los lineales de una gran superficie o al tener acceso a las actas de los congresos, las ven como incompletas --pues muchas se quedan en la superficial estadística y naufragan en el aspecto mas humano de la microhistoria-- y perciben manifiestamente que sólo unos pocos --privilegiados-- cuentan con el tiempo, la capacidad o la dedicación para escarbar en los archivos a la búsqueda de ese dato puntual, casi efímero, que permita completar el cuadro de las trazas vitales de su familiar represaliado.
El resto, los que no tenemos esa disponibilidad o los recursos precisos para desplazarnos a cientos de kilómetros de distancia persiguiendo un legajo, no podemos más que sentirnos frustrados cuando el Gobierno, los Gobiernos, éste, el anterior, los futuros, desprecian o ignoran las recomendaciones de los memorialistas, de los documentalistas serios y de los organismos internacionales, que exigen a las administraciones públicas (locales, provinciales, autonómicas o estatales) el ACCESO INMEDIATO, GRATUITO Y ONLINE a toda la documentación relacionada con la guerra civil, la postguerra y la represión, incluyendo todos los regitros civiles, los libros de defunción y los archivos castrenses. Y para facilitar este acceso, previamente ha de llevarse a cabo una ingente y urgente labor de documentación, catalogación, contextualización y tratamiento informático (escaneos, OCRs, conversión de imágenes de texto en textos digitales, etc., etc).
Sólo cuando esta política de archivo y de exposición pública se lleve a la práctica podremos decir los memorialistas y los investigadores que de manera efectiva el Estado Español a través de sus diversas instancias está ejecutando una verdadera y justa política de dignificación de la memoria y del nombre de aquellos que defendieron la democracia y que fueron perseguidos por ello. Mientras tanto, a día de hoy, son miles las personas que aún buscan sin ayuda los restos de sus deudos en fosas innominadas, miles las que se encuentran con la negativa de funcionarios de registro civil o jueces de primera instancia para buscar datos en los archivos, miles que chocan con el injustificado muro de las prohibiciones de jueces militares o encargados de archivos castrenses para ahondar en las investigaciones y otras muchas que son amenazadas –por los bienacomodados descendientes de los causantes de las muertes-- de querellas millonarias por sacar a la luz el nombre de los verdugos que ocasionaron aquellos asesinatos cienmilenarios. Y aquellos recuperadores de la memoria–-sólo unos pocos-- que consiguen salir casi incólumes de esta general inquina administrativa se suelen topar con el muro de la indiferencia y la hostilidad pública. Una de estas honorables personas, vehementes, generosas y altruistas, es mi amigo Floren Dimas. A él le dedico hoy esta entrada. Espero sepan disculparme por esta personalización. Gracias.
Me llevó algún tiempo localizar estas imágenes no contextualizadas de presos republicanos procedentes de un noticiero de la época que puede visualizarse en youtube. Congelé algunos fotogramas y los convertí en ficheros jpg que pudieramos ver en "Todos los Rostros". La baja resolución y la penosa calidad de la imagen quedaban superadas por el alto valor testimonial del documento, del que nada podía decir con respecto a su datación temporal o geográfica.
Presos republicanos en un fotograma congelado de un reportaje publicado en youtube.
Presos republicanos en un fotograma congelado de un reportaje publicado en youtube.
Muchos meses después pude acceder, nuevamente a través de internet, a este fichero gráfico, probablemente un fotograma de alta calidad de la misma fuente anterior, pero ya sí referenciada a una fecha y contexto. Se trataría de un grupo de prisioneros en el patio de la cárcel de Bilbao, el 6 de septiembre de 1947.
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