(Advertencia previa para espíritus impacientes y
twitteros apresurados: si entráis aquí pretendiendo comprender algo en 140
caracteres, abandonad toda esperanza).
.
El lánguido poder de Podemos, unos pocos inmoderados desobedientes empotrados
en IU, las pujantes Marchas por la Dignidad (“¡Lázaro, levanta!”), las
Mareas ciudadanas, el activismo antidesahucio de la PAH, los argentinizados
memorialistas de la RMH, los residuos dispersos del agonizante y confuso 15M y
los vecinos visceral pero sólo ocasionalmente cabreados de unos pocos barrios
obreros son todo lo que queda de los restos del perpetuo naufragio de la
izquierda postransición española.
El aparato socialista, el mismo que aguardaba cómodamente emboscado en Suresnes
a que escampara en el interior, y sus herederos patrimoniales zapateristas y
rubalcabistas (hoy pedristas), así como muchos de los claudicantes antaño
mal-llamados eurocomunistas, fueron y son aún fagocitados por el Sistema, por
mucho que algunos de ellos pretendan adornarse ocasionalmente con modernos
ropajes pseudorrepublicanos que cuestionan el edificio burgués que ellos mismos
ayudan a apuntalar. Sus líderes de otrora chaquetas de pana, puño en alto y
eterno cigarrillo desafiante en los labios, pura pose, abrazaron luego al
monarca antidemocrático elegido por el genocida asesino para folgar al poco con
su hijo el VI de los felipes usurpadores de la voluntad popular, aceptaron el
statu quo libremercadista, se embarcaron en yates y marquesados y en pago por
estas felonías, hoy engrosan jugosos consejos de administración en eléctricas,
energéticas y constructoras, perciben cuantiosos sobornos en forma de
pensiones, imparten rentables y vergonzosas conferencias en las que reluce su
sonrojante verbo y publican memorias con las que sacan pecho por sus
traiciones. Retornan pues a sus orígenes algunos de ellos, mientras sus bases
(las que no son víctimas de la alienante hipnosis pedrosanchista) asisten
estupefactas a las exequias por lo que pudo ser y no fue. ¡Ingenuidad, sit tibi
terra levis!
Los extraparlamentarios de viejo cuño, cada vez menos, cada vez más
fragmentados, cada vez más “puros” e inmaculados, permanecen allá en sus
solitarias atalayas, en la cúspide de las talibanas columnas a las que les
condujeron las enseñanzas de ascetas pero ya caducos califas
san-simeones-estilitas contemporáneos y nadie escucha sus prédicas pues aunque
agradan al oído incauto sugiriendo ecos de músicas celestiales, a nada
movilizan y a nadie arrastran.
Por su parte, cada cual a su leal saber y entender, los nuevos Pepito Grillo,
cívicos ellos en desangelado Frente, echan la RED mientras proclaman en el
desierto con sonrisa autosuficiente, ”¡PODEMOS!”, dicen y muchos
lo creen pues les votan, pero no podrán porque no les dejarán pues a poco que
se descuiden, sus propias carencias internas (empacho de asambleismo
entreverado con desestructura es sinónimo de fracaso) harán que sus modistas
votos terminen en la nada, votos inútiles a la basura --ya se ocupará de ello
el sr. D’Hont-- que hubieran hecho falta en mejor lugar.
Al tiempo, la superviviente izquierda que gustaba en llamarse “unida”, que se
regodea en su complaciente posibilismo y en su improductiva pluralidad, se
afana en justificar su injustificable anclaje a las estructuras del
institucionalismo parlamentarista burgués, abandona la lucha de vanguardia,
deja atrás las calles, olvida su historia, se refocila en frecuentar
comisiones, plenos, senados, congresos, debates y despachos y se contenta con
pírricas victorias en ayuntamientos y comunidades autónomas. Sólo unos pocos
locos andaluces marinaledados del SAT (¡chapeau, quillos!), barbudos últimos de
Filipinas allá en el sur, mantienen aún viva la llama utópica y radical
invadiendo cortijos y dehesas, ocupando fincas y socializando carritos de
supermercados, a la par que sus correligionarios mesetarios titubean y rehuyen
miradas y apoyos explícitos. Muchos anillos caídos en Madrid. Y mucho oprobio.
Eso es lo que hay.
Presos políticos en la Prisión de Burgos. Años 50
¿Qué somos ahora, entonces? ¿Qué nos resta de aquello de lo que alguna vez
fuimos? ¿Hasta dónde llega nuestro desamparo? ¿Qué tan profundo es el abismo al
que ingenua y calladamente nos dejamos conducir y arrojar? A finales de los 70
optamos (“no queda otra”, nos dijeron) por abrazar el reformismo --“o
esta Constitución, o el abismo golpista”-- y estratégicamente abominamos de
la Ruptura, esa misma que hoy 35 años después anhelamos unos pocos desde tiempo
ha, pues se nos revela como única alternativa viable en este 2014 para escapar
de la debacle social, del aniquilamiento ciudadano en el que andamos inmersos.
Entonces, ¿de qué nos podemos valer para buscar un nuevo Norte? ¿Cuáles han de
ser nuestros puntos de referencia, los mimbres ideológicos en los que debemos
basar la concepción de nuestra propuesta de un futuro más justo, social y
solidario? Los que siguen defendiendo la vigencia de la doctrina marxista como
herramienta para cambiar el mundo no carecen del marco ideológico desde el que
articular su discurso reivindicativo, pero son pocos frente a quienes dicen desconfiar
de su praxis histórica, que debieran sin embargo dejarse inspirar por una
ejemplar ejecutoria, la definida por los hechos de decenas de miles de hombres
y mujeres llanos, nacidos del pueblo, comunistas, anarquistas, marxistas,
socialistas, forjados en su más austero crisol, autodidactas, de cuerpos
correosos, espíritus férreos, inquebrantables, que dieron sus vidas y su
libertad en defensa de un mundo en el que la planificación y la redistribución
solidaria de propiedades y beneficios autogestionados en democracia asamblearia
por sus propios productores garantizara la Justicia social y la Libertad e
impidiera la desigualdad.
..jpg)
Presos políticos, entre ellos el comunista Alberto Puente García, junto
a familiares en día de visita (¿el día de La Merced?) en la prisión de
Burgos. 1958.
Por estas páginas de “Todos los Rostros”
han pasado ya much@s de ell@s. Hemos visto sus imágenes luchando en las
trincheras, asesinados en sacas y paseos, muriendo frente a los pelotones o por
el hambre, torturados en obscuras celdas, secuestrados contra su voluntad
durante los años de plomo de lo que fue la inmensa prisión en la que se
convirtió toda España. Pero conviene hoy revivir la trayectoria paradigmática
de un puñado de ellos.

Presos políticos junto al compositor Iturbi durante una visita a la Prisión de Burgos. 1957.
Tras las masacres franquistas de finales de los 30 y década completa de los 40,
y la terrible opresión de los 50, allá por el año 1965 todavía eran cientos,
miles aún los antifranquistas presos en las cárceles del oprobioso régimen,
cuando ya nuestras playas rebosaban de suecas en bikinis y franceses en
roulottes. La Conferencia Internacional de los Países de Europa Occidental en
Pro de la Amnistía para los exiliados y presos políticos de España y Portugal,
celebrada en Paris en aquella fecha, cifraba en aquel entonces en 4.000 el
volumen de presos políticos, la mayor parte detenidos en los presidios de
Burgos, Carabanchel y Barcelona. Más de un centenar de ellos eran sexagenarios
y con otros cientos, encarcelados desde el final de la mal-llamada “guerra
civil española” (ni guerra, ni civil, ni española), con más de dos décadas de
tormento en sus espaldas. Desde lo más profundo de sus celdas y desde el más
obscuro calabozo, estos miles de hombres y mujeres mantenían la subversión en
favor de la Libertad contra el fascismo asesino. Visto que la opresión en las
calles había aniquilado a la resistencia, la Revolución contra el franquismo
era sostenida por unos pocos desde el interior de sus entrañas penitenciarias
más oprobiosas. Algunos, un ejemplo de sólo unos pocos de ellos, son los que
hoy traigo a la Memoria: Simón Sánchez Montero, Luis Lucio Lobato, Marcos Ana,
Melquesidez Rodríguez Chaos y José Afonso García.
AFONSO
Seguramente la actual Dirección General PePera de Instituciones
Penitenciarias podría aclararlo, pero es este último, el canario José Afonso
García, quien parece gozar del triste record de ser el preso político español
con mayor permanencia en las cárceles del genocida Franco. Era José miembro de
un clan familiar tiñerfeño de hermanos comprometidos con la causa de la
Libertad. Hijos de Salvador y Vicenta, los Afonso García, activistas,
comprometidos y sindicados, cayeron todos víctimas de la maquinaria del terror
fascista en las primeras fechas del golpe de Estado, gloriosamente triunfante
en las Islas Canarias. Florencio, el más joven, fue torturado hasta la muerte y
arrojado por las alimañas franquistas desde una ventana del Palacio de Justicia
de Santa Cruz. Otro hermano, Bernardino, también sufrió tortura y padeció
lesiones irreversibles. Un tercer hermano, Francisco, consiguió escapar pues se
encontraba en la península, pero tras la derrota de los leales y el exilio, en
su perpetua fuga fue preso en Europa y dejó
su vida –arrebatada por los sicarios hitlerianos matarifes por encargo
de Franco-- en la terrible escalera de la muerte austriaca de Mauthaussen el 18
de junio de 1942.

Careciendo de imágenes de José Afonso, traigo aquí instantáneas de su hermano mayor, Francisco Afonso García, asesinado por los nazis en Mauthausen después de una trágica odisea por toda España y Europa.

Otra imágen de Francisco Afonso García, asesinado por los nazis en Mauthausen.
¿Y José, nuestro protagonista? Fue detenido el 26 de
septiembre del 36. Su delito no fue otro más que el de ser, según sentencia, “albañil,
de pésima conducta, anarco-sindicalista de acción, con antecedentes penales, y
sin instrucción", amén de militante señalado de la CNT. Bajo constante
tortura y para escapar de la muerte ante el pelotón, José Afonso se autoincrimina
de inexistentes asaltos, imaginarios robos, atracos y de poseer un arma de bajo
calibre. Falsariamente acusado en once sumarios fabulados, José es condenado
sin prueba alguna y pasa en prisión los siguientes 25 años y 10 meses, desde
septiembre de 1936 hasta junio de 1962, recorriendo las cárceles, campos y
presidios de Fyffes (Santa Cruz de Tenerife), barco-prisión Porto Pí, Gando
(Gran Canaria), Gijón, Burgos y Puerto de Santa María (Cádiz). Con 52 años,
José Afonso es finalmente indultado, ¡qué cruel sarcasmo!, y sale en libertad
tras ser salvajemente torturado por los derechistas y franquistas durante 9.552
días. Aunque el historiador Pedro Medina Sanabria ha rescatado unos pocos
mimbres de su historia del olvido, del final de Afonso nada sabemos, pues su
recuerdo se pierde en las arenas de la desmemoria.
LOBATO
A la zaga no le van las penalidades de Lucio Lobato. Nacido en Toledo en
1920, Luis Lucio Lobato ingresó en el Partido Comunista a la temprana edad de
17 años, en plena guerra civil. Su primer arresto fue en 1940 y desde entonces
el régimen dictatorial no dejó de acosarle y perseguirle por su compromiso en
defensa de la Justicia y la Libertad. En aquel año fue condenado a 25 años de
cárcel, pasando 12 en la prisión y 4 presentándose a la Policía regularmente.
Tras nuevas e innumerables detenciones, fue encarcelado otra vez en 1956 por el
Tribunal de Orden Público franquista, cumpliendo penas prolongadas en las
cárceles de Alcalá de Henares, Ocaña, Burgos, Zamora, Carabanchel, Segovia...
Liberado a mitad de la década de los sesenta, Lobato fue nuevamente detenido y
condenado el 20 de noviembre de 1970. Su puesta en libertad en 1975 junto al
dirigente comunista Simón Sánchez Montero no impidió que el régimen
postfranquista, saturado de tiránicos resabios policiales, le siguiera
persiguiendo y deteniendo arbitrariamente hasta su puesta en libertad
definitiva en 1976, lo que no fue óbice para que Lobato se obstinara
heroicamente en la defensa de los valores democráticos. Su inquebrantable ejecutoria
política le valió que el PCE confiara en él altas responsabilidades.

Luis Lucio Lobato con su hija Violeta, en el penal de El Dueso (Santander). 1960.
Muchos aún
recuerdan su ejemplar trayectoria y su integridad ideológica, expuesta como
nunca de forma desafiante en su alegato contra el Tribunal de Orden Público que
le juzgaba y condenó a otros 21 años de cárcel en enero de 1972: “Soy
comunista, miembro del Comité Central y del Ejecutivo del Partido. Reivindico
mi responsabilidad como combatiente contra el Régimen [...] ¿Me acusan de hacer
proselitismo? Y con razón. Todos los comunistas consideramos que nuestra
primera obligación es buscar nuevos militantes, recoger fondos, ampliar cada
día la fuerza organizadora del Partido para dar un más fuerte impulso a la
lucha contra el régimen. Nuestro objetivo es crear en España una alternativa
junto a todas las fuerzas democráticas de la oposición...”. Furibundo,
el Presidente del TOP gesticulaba y pretendía acallar a Lobato, pero éste
proseguía: “Los comunistas estamos obligados a la clandestinidad, pues
efectivamente tratamos de acabar con el Estado franquista a través de la huelga
política general, la huelga nacional [...] Buscamos una profunda transformación
en la sociedad y queremos conseguirla con la acción de todas las fuerzas
democráticas del país. Nuestro trabajo consiste en despertar una toma de
conciencia en las masas y en crear la organización para que la huelga política
general se realice en el más breve plazo posible. Trabajamos por una
alternativa al régimen y esta línea la hemos expuesto a todos los aliados,
reales y potenciales, incluidos algunos sectores de la Iglesia y el Ejército”.
El Presidente del TOP estallaba y ordenaba airadamente silencio, pero Lucio
Lobato no se arredró: “Puesto que estoy acusado de delitos políticos,
tengo que exponer juicios políticos. Los comunistas perseguimos la
reconciliación nacional y llamamos a la intensificación del trabajo político
entre las masas y a la huelga general. Así demostraremos nuestra fuerza moral”.
El presidente retiró en ese momento la palabra a Lucio, no sin hacerle la preceptiva
pregunta antes de finalizar: -“¿Tiene el acusado algo que añadir?”. Y
Lobato respondió: -“Soy comunista, miembro del Comité Central y del
Ejecutivo del Partido Comunista de España. Quiero pedir...”. -“¡¡Aquí
no se pide, se suplica!!” interrumpió el juez, a lo que Lobato replicó: - “¡YO
NO SUPLICO! Y en nombre de los 20 años que he hecho en la cárcel y también en
nombre de los camaradas y amigos que sufren desde hace años en las cárceles por
razones políticas pido la Amnistía general”. El juez ordenó en ese
momento que Lobato fuera desalojado, pero mientras era arrastrado fuera de la
sala por la policía, aún se oían sus gritos exigiendo “elecciones libres
y un gobierno de concentración nacional antifranquista”.

A la izquierda, Lucio Lobato con su hija Violeta. En el centro y con gafas, Simón Sánchez Montero flanqueado por sus hijos Aida y Pedro Manuel en el penal de El Dueso (Santander). Los otros dos presos no han podido ser identificados. 1962.
Quebrantado en
su salud por las privaciones y torturas a los que fue sometido durante los más
de 25 años de terrible prisión que sufrió en las cárceles franquistas y
proto-juancarlistas del Dueso, Alcalá de Henares, Ocaña, Burgos y Segovia hasta
1977 --padecía de afonía crónica, porque la policía lesionó su garganta en un
interrogatorio al obligarle a tragar con un palo los pasquines que le
encontraron durante un registro--, el luchador autodidacta Lucio Lobato
permaneció dignamente fiel a su ideario comunista, a su familia, a sus
compañeros y vecinos del barrio chabolista de Peñagrande y a sus camaradas de
partido y cárcel hasta su muerte en 2001.

Foto de carnet de Luis Lucio Lobato. 1976
MELQUESIDEZ
La historia de Melquesidez Rodríguez Chaos, transcrito a veces como
“Melquisedez” pero más conocido entre sus fieles compañeros como “Melque”,
tampoco puede dejarnos indiferentes pues las siguientes líneas destilan horror,
pero también rezuman compromiso y honor. Nacido en 1920 y militante de las
Juventudes Comunistas con 14 años, es Comisario durante la defensa del Pueblo
contra el continuo atentado terrorista armado cometido por la plutocracia entre
1936 y 1939; se incorpora entre el 37 y el 39 en el Batallón de Mineros de Río
Tinto, en el Batallón Albacete y en una Brigada de la División Líster; auxilia
a Madrid (¡qué bien resiste!) en su prolongada lucha contra los fascistas y
batalla a muerte contra los casadistas en la postrer defensa de la República,
mas al constatar su irremisible pérdida, huye a Alicante para embarcarse en el
último barco de la retirada, pero es detenido y encerrado en la Plaza de toros,
de donde se fuga para regresar a Madrid a constituir la primera célula
clandestina comunista de rebeldía contra el franquismo, antes incluso de que
comenzara el verano de 1939. Entre tanta bestial represión y tanta degollina,
Melquesidez vuelve a ser detenido y encarcelado casi 4 años. Liberado
condicionalmente y desterrado en 1942, es detenido al poco de salir, pero ahora
es condenado a muerte y finalmente conmutado por 30 años de prisión mayor, de
donde saldrá después de humillaciones y vejaciones sin cuento durante 20 años,
4 lustros, 2 décadas de torturante cárcel.

A su salida tras tan prolongado
encierro en el que presencia maltrato y asesinatos innumerables, el Partido
confía en él la célula de resistencia en Cantabria, pero delatado, organizan su
paso por la muga y su fuga a Europa la Noche Buena de 1963. Encargado por el
aparato de movilizar ideológicamente a los emigrantes españoles que recalaban
en Alemania y de reactivar la campaña en favor de la amnistía para Justo López,
militante comunista condenado a muerte al poco del asesinato de Estado de
Grimau, Melque es detectado por la inteligencia policial germana, detenido
nuevamente y condenado a prisión, donde permanecerá 6 meses más. Extraterrado
irregularmente de Alemania tras su liberación, pues había que garantizar su
seguridad contra el aparato oligarca represor, Melquesidez continuó durante
toda su vida la lucha desde el PCE en favor del perseguido, el oprimido y el
represaliado y plasmó sus vivencias y sus impresiones en libros de tanta
repercusión como “Odisea en Alemania”, “La generación del 36”, “Reflexiones de
dos comunistas” escrito a dos manos con Antonio Montoya, “Así era”, “Problemas
de organización” y sobre todo su renombrado y remembrado “24 años en la
cárcel”, obra que refleja la perpetua, eterna y constante tortura sufrida por
Melquesidez a manos del Estado asesino –fascista, franquista y español-- más
oprobioso y nefasto que haya habido en el sur de Europa Occidental durante los
últimos 100 años. Melquesidez, con 90 años aún seguía dando testimonio en 2011
de su lucha. ¿Aún sigues en ella, compañero?

MACARRO
Marcos Ana, pseudónimo, alias o nombre de guerra o de poesía, de Fernando
Macarro Castillo (causa nº 120.967) fue detenido en 1939, al terminar la guerra
civil. Marcos Ana comenzó su particular via crucis penitenciario en los campos
de concentración de "Los Almendros" y "Albatera". Pasó por
las cárceles de Porlier y Conde de Toreno, por los penales de Ocaña y Alcalá de
Henares y por la Prisión Central de Burgos. Destacó entre sus compañeros al
hacerse responsable de pasquines que circulaban por las prisiones en los que se
alentaba a resistir a los presos, por lo que fue condenado por dos veces a
muerte en Consejo de Guerra. Su carácter combativo le llevó a ser objeto de dura
represión durante su tiempo en prisión, con frecuentes palizas y reiterados
periodos de incomunicación. En 1943 fue nuevamente procesado en la cárcel por
haber participado en la confección del periódico manuscrito “Juventud”
destinado a conmemorar la fiesta del 1º de mayo en la prisión. Por este
"delito", que en casos semejantes se sancionaba con dos meses en
celdas de castigo, a Marcos Ana se le torturó bárbaramente y se le impuso otra
pena añadida de otros 30 años de reclusión mayor. Su afición a la lectura se
inició con antiguos libros que circulaban por el penal de obras autorizadas de
clásicos españoles y otras --prohibidas-- de autores como Alberti, Miguel
Hernández y Lorca, gracias a una tupida red de libros clandestinos que se
estableció en la prisión cuando se relajaron las medidas contra los presos a
partir de 1950.

Presos políticos en Burgos. 1950. Marcos Ana, en la fila superior, a la derecha.

Presos políticos en Burgos. 1952. Marcos Ana, en la fila superior, a la derecha.
A mediados de esa década fue cuando comenzó a escribir sus
primeros poemas bajo el seudónimo de Marcos Ana los cuales, escondidos,
consiguieron salir al exterior y conocerse por muchos opositores al régimen. Su
poesía desgarradora animaba a combatir la dictadura con la palabra y hacía un
llamamiento a la liberación de los presos políticos. En agosto de 1961, y junto
con otros presos, Marcos Ana se encargó de la redacción y confección de un
ejemplar único con un sólo número de la publicación clandestina conocida como
"Muro", que fue manuscrita a escondidas y con grave peligro para sus
variados autores reclusos de la durísima Prisión de Burgos en agosto de 1961.
La obra de Marcos llegó hasta muchos intelectuales españoles exiliados,
europeos y americanos y la organización Amnistía Internacional, los cuales
presionaron para su liberación, concedida condicionalmente en noviembre de
1961. Tras casi 23 años de penurias penitenciarias, Marcos Ana aprovechó para
escapar y exiliarse a Francia, donde residió hasta su regreso tras la muerte
del dictador asesino.

Desde aquel lejano año del 61, en cientos de
conferencias, entrevistas, recitales de poesía, actos políticos y
presentaciones de su obra “Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y
la vida”, Marcos, Fernando Macarro sigue dando testimonio de fe en el Ser
Humano y en la Solidaridad y denunciando la opresión que ejerce el vil Poder
sobre la inocente Justicia: “La única venganza a la que yo aspiro es a
ver triunfantes los nobles ideales de libertad y justicia social, por los que
hemos luchado y por los que millares de demócratas españoles perdieron la
libertad o su vida.”.
SIMÓN
De Nuño Gómez, pueblo de Toledo en el que nació Simón Sánchez Montero, me
separan ahora apenas 5 kilómetros, pero es todo un universo el que distingue mi
plácido mundo del que sufrió en sus carnes el veterano dirigente del PCE, tras
decenas de detenciones y casi 20 años de cárcel. Nació Simón en 1915. Emigró a
Madrid en 1927, donde trabajó como sastre y panadero. Durante la II República
se afilió a UGT y en 1936 al PCE. Al finalizar la lucha con la victoria
fascista, decide quedarse en Madrid y trabaja desde la clandestinidad en la
recomposición del Partido Comunista, pero presionado por la policía, huye a
Sevilla, aunque regresa a Madrid en 1944. En septiembre de 1945 fue detenido y
condenado a 14 años de prisión, que cumplió en los penales de Alcalá de Henares
y Burgos, permaneciendo en prisión hasta 1952.

En la foto que puede verse en el extremo derecho de esta publicación pro-amnistía de los presos españoles, aparece Simón Sánchez Montero en el centro y Lucio Lobato a la derecha. La filiación del preso que aparece a la izquierda y su memoria han sido aniquiladas por el tiempo y el franquismo.

Cartel que formaba parte de la campaña europea por la amnistía para Simón Sánchez Montero. 1959. Universidad Complutense. Biblioteca Marqués de Valdecilla.
Liberado condicionalmente, se
casa con su compañera Carmen Rodríguez. En 1954 fue elegido miembro del Comité
Central del PCE y en 1956 del Comité Ejecutivo. Como uno de los máximos
responsables del PCE en la clandestinidad, organiza las convocatorias de Huelga
General de 1956 y 1959 y es nuevamente detenido el 17 de junio, víspera de la
huelga de este último año, siendo encarcelado en Santoña hasta 1966, en el que
sale en libertad y se reincorpora de inmediato a la dirección clandestina del
PCE. Es apresado nuevamente en 1973, el mismo día del atentado a Carrero Blanco
siendo liberado condicional un año después, el 28 de noviembre de 1974. Un año
más tarde, en noviembre de 1975 y pocos días antes de la muerte de Franco, es
detenido nuevamente. Es puesto en libertad tras la amnistía en diciembre de
1975 y detenido nuevamente en diciembre de 1976 junto a Santiago Carrillo,
pasando dos días en la DGS de Madrid. Fue fue elegido diputado en 1977 y
reelegido en 1979. Permaneció en la dirección del PCE hasta el XIII Congreso,
en 1991, cuando abandona la dirección junto con otros miembros de los llamados
renovadores. Sus biógrafos han resumido su vida en tres conceptos: “tenacidad,
resistencia y fidelidad, a las ideas, a los objetivos que marcaron su lucha y su
vida y a las personas”. Falleció en 2006.

Sánchez Montero y otros compañeros del partido, a su salida de prisión tras la amnistía de 1976. Volvió a ser encarcelado un par de veces más, ya en la etapa juancarlista
.
ELLAS
No quisiera dar por terminado este debido panegírico en honor a los
históricos veteranos de prisión, tormento y muerte en las cárceles del fascismo
capitalista español sin rendir sentido homenaje a las madres, hermanas,
esposas, compañeras, hijas e hijos de todos los asesinados, presos y
represaliados en general, y muy en particular mi más emocionado respeto por
Carmen Rodríguez Campoamor y por Aida y Pedro Manuel Sánchez, esposa e hijos de
Simón Sánchez Montero; por Dulcinea Bellido y Violeta y Daniel Lobato, esposa e
hijos de Luis Lucio Lobato; por Vida Sender y Marquitos, compañera e hijo
durante un tiempo de Fernando Macarro, el Marcos Ana de las poesías, que no
tuvo hijas pero que de tenerlas le hubiera gustado que una al menos se llamara
Violeta y que en su lugar, plantó árboles y habló de ellos y de su intangible
ausencia; y por las compañeras, hijas y madres para mí desconocidas de
Melquesidez y de Afonso. Para ellas, ésta mi transcripción del estremecedor
verso “Heroínas transparentes” de Antonio Gómez:

Lucio Lobato, junto a su hija Violeta, en libertad. Cambio16
”Recordemos sus nombres.
Se llaman Carmen, Lola, Dulcinea, Vicenta, María, Josefina, Remedios o Teresa.
Recordemos sus nombres.
Recordemos sus nombres. Que no borre el tiempo su huella en el camino.
Recordemos sus nombres. Que queden para siempre en la memoria de los niños.
Recordemos sus nombres. Que no se pierdan en la noche de los siglos.
Recordemos sus nombres, clavados en la anónima cruz del heroísmo.
Se llaman Dulcenombre, Manolita, Isabel, Rosario, Luzdivina, Carmelita, Ana
Clara. Recordemos sus nombres.
Recordemos sus nombres. Palomas que vuelan protegiendo el nido.
Recordemos sus nombres. Que no se los trague el negro pozo del olvido.
Recordemos sus nombres. Heroínas transparentes, de espejos invertidos.
Recordemos sus nombres. Que sean norte y ejemplo de los vivos”.
El lector que desee profundizar más en la terrible odisea de estas heroínas
transparentes, puede hacerlo visitando este mismo blog de TODOS LOS ROSTROS o
consultando varias entradas en el blog http://aplomez.blogspot.com.es/2013/12/heroinastransparentes-mujeresde-presos.html.
.
Todas estas mujeres heroicas vieron a sus maridos, hermanos y padres ser
apaleados, detenidos y presos e igualmente soportaron su propia cuota de
penosidad, pues a las responsabilidades familiares unieron su particular lucha
política en solitario desde el otro lado de los muros tras los que se
desarrollaba la resistencia numantina de sus compañeros y maridos.
.

Dulcinea Bellido, esposa, compañera y soporte de Lucio Lobato, interviniendo durante un mitín del PCE en la Plaza de Toros de Vista Alegre, Madrid. 1978
Desde las calles, en los barrios, en las obras, en las factorías y en las
universidades, estas férreas mujeres sirvieron durante 40 años de apoyo a los
presos mientras sufrían en sus propias carnes tiempos aciagos de miedo, terror,
palizas, agresiones, amenazas, detenciones arbitrarias, opresión y sacrificios.
Tan decidida fue la constitución de la red de apoyo, que Carmen Rodríguez, Rosa
Pardo, Dulcinea Bellido, Vicenta Camacho,… impulsaron en 1965 la creación del
Movimiento Democrático de Mujeres (MDM), pero lo que comenzó siendo un
movimiento de solidaridad con los presos, pronto también acogió en su seno
reivindicaciones feministas desde la óptica izquierdista. Todavía en julio de
1976, Dulcinea Bellido exigía la libertad de Lobato reivindicando sus valores: “Cuando
nuestros maridos salgan de la cárcel lo harán para reafirmar aquello por lo que
hemos luchado durante tantos años”.
.
Recapitulemos entonces: también sobre el dolor, la angustia y sobre el suplicio
del que fueron víctimas estos hombres y estas mujeres, hijas e hijos, sobre las
espaldas anónimas de tantas y tantos inocentes, se construyó esta Democracia
imperfecta, pero al fin y al cabo germen de la que ha de ser futura Democracia
justa, equitativa, distributiva y socialista a la que aspiramos y por la que
aún debemos seguir luchando. Porque en definitiva de ellos y ellas procedemos,
de aquellos hombres y mujeres que durante los años centrales del pasado XX
arrojadamente se opusieron a la tiranía, haciéndole frente con las únicas armas
de las que disponían, su honor y sus propias vidas. Y es su memoria y su
ejemplo lo que nos ha de servir de estímulo y guía en las obscuras horas que se
nos avecinan.