Cuando Franco, sus esbirros y secuaces como el general Espinosa de los Monteros entran en el Madrid
entregado por los traidores el 28 de marzo, hoy hace 76 años, se encuentran con que los
traidores casadistas han huído dejando las cárceles llenas de comunistas
presos, a la espera de que los chacales del fascismo los asesinaran. Y
mientras, cientos de miles de soldados repúblicanos, abandonados en los
campos de batalla y traicionados por los militares felones, los socialistas y los anarquistas, disuelven sus unidades y vuelven a sus ciudades
de origen, para ser allí encerrados, torturados y asesinados o apresados
casi de por vida.
Casado fue un traidor. También lo fue Besteiro. Y el general Miaja; el socialista Wenceslao Carrillo; los cenetistas Manuel González y Eduardo Val; el ugetista Antonio Pérez; y los dirigentes de IR, Miguel San Andrés, y de UR, José del Río. Todos ellos compusieron el golpista Consejo Nacional de Defensa, el cual buscó la rendición y el vergonzante pacto con Franco, sin conseguirlo. Pudieron haber prolongado la resistencia unos meses más, uniendo la suerte de la República al curso de la Segunda Guerra Mundial. O pudieron haber gestionado una retirada honrosa o quizás una evacuación ordenada de las fuerzas hacia territorios franceses. Pero no lo hicieron. Intentaron vanamente un acuerdo con los fascistas que aguardaban al otro lado de las trincheras y, eso sí, en su ausencia sólo se preocuparon de ampararse en la autoridad sobrevenida de su ilegal poder alcanzado con un golpe de Estado para poner pies en polvorosa huyendo en aviones hacia Orán o embarcando en el "Galatea", buque británico que les aguardaba en el puerto de Gandía mientras era custodiado por el acorazado "Essex", bajo la atenta pero indiferente mirada del mercante armado franquista "Mar Negro", complice conchabado de la deshonrosa evasión.
Para Casado y para quienes le secundaron, todo mi desprecio. Se lo merecen.
(imagen: rendición de militares republicanos ante el general franquista Espinosa de los Monteros. 28 de marzo 1939. Fuente: grandesbatallas.es)
Casado fue un traidor. También lo fue Besteiro. Y el general Miaja; el socialista Wenceslao Carrillo; los cenetistas Manuel González y Eduardo Val; el ugetista Antonio Pérez; y los dirigentes de IR, Miguel San Andrés, y de UR, José del Río. Todos ellos compusieron el golpista Consejo Nacional de Defensa, el cual buscó la rendición y el vergonzante pacto con Franco, sin conseguirlo. Pudieron haber prolongado la resistencia unos meses más, uniendo la suerte de la República al curso de la Segunda Guerra Mundial. O pudieron haber gestionado una retirada honrosa o quizás una evacuación ordenada de las fuerzas hacia territorios franceses. Pero no lo hicieron. Intentaron vanamente un acuerdo con los fascistas que aguardaban al otro lado de las trincheras y, eso sí, en su ausencia sólo se preocuparon de ampararse en la autoridad sobrevenida de su ilegal poder alcanzado con un golpe de Estado para poner pies en polvorosa huyendo en aviones hacia Orán o embarcando en el "Galatea", buque británico que les aguardaba en el puerto de Gandía mientras era custodiado por el acorazado "Essex", bajo la atenta pero indiferente mirada del mercante armado franquista "Mar Negro", complice conchabado de la deshonrosa evasión.
Para Casado y para quienes le secundaron, todo mi desprecio. Se lo merecen.
(imagen: rendición de militares republicanos ante el general franquista Espinosa de los Monteros. 28 de marzo 1939. Fuente: grandesbatallas.es)