Atendiendo al inspirador ejemplo de su socio y aliado Adolf Hitler, los
franquistas --abuelos ideológicos y patrimoniales de los fascistas PePeros hoy en el poder--, emprendieron una implacable liquidación
eugenésica de los rojos y los librepensantes. El gen rojo debía ser
eliminado de entre el proletariado siguiendo las directrices de Vallejo
Nájera, el Mengele español, y todas y todos los díscolos, rebeldes, disconformes
e insumisos debian ser aniquilados o acallados de por vida. Y lo
fueron. Todo un acervo genético, ideológico y cultural exterminado, extirpado y erradicado durante generaciones. Medio millón de muertos en el acto terrorista internacional más
prolongado de la Historia contra un pueblo desarmado, acción genocida
mal denominada más tarde como Guerra Civil Española; 200.000 asesinados en
bárbaras represalias contra los disidentes; 500.000 presos en terribles
campos, penales y cárceles; 550.000 españoles obligados a exiliarse para
salvar el pellejo. Y millones de personas sometidas durante décadas al silencio del plomo, a la opresión, al expolio y latrocinio de la "Ley" de
Responsabilidades Políticas y a la represión armada protagonizada por
los criminales al servicio de una entusiasta oligarquía local, la cual
tras el efímero y fracasado intento republicano de revolucionar los
resortes de la propiedad, volvió a colocar a sus peones en consejos de
administración de constructoras, bancas, eléctricas, grandes
distribuidoras, textiles. Donde aún siguen. Repito, donde ahora, tercer día del año 15 del siglo XXI, aún siguen. Pero hoy, aún estamos a tiempo
de renegar de esta herencia de muerte. El futuro nos pertenece. Es hora
ya de que seamos nosotros quienes nos pongamos al frente del timón de
nuestro porvenir. A ellos, a nuestros muertos y a nuestros oprimidos se lo debemos.
24 enero 1938, agencia americana WIDE WORLD PHOTO. Prisioneros republicanos capturados por los franquistas durante la batalla de Teruel, obligados a hacer el saludo fascista
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