No soy republicano. Pero no te llames a escándalo, que matizo: no soy SÓLO republicano. No me centro sólo en la exhibición de la tricolor y en la expulsión del ilegítimo ciudadano Borbón. Acotar estos objetivos como horizonte político es limitar mi recorrido. La República por la que
lucho, mi república, no es el fin de mis afanes; sólo el medio para
conseguirlos. La República es únicamente, debe serlo, el primer paso
para la consecución del socialismo real, igualitario, democrático,
internacionalista, apátrida y laico. La República debe ser sinónimo de
generosidad, solidaridad, socialización de los excedentes de producción y
gestión comunal de los recursos, nacionalización de eléctricas, agua e industrias esenciales, redistribución de los beneficios e imposición de este ideal de
Estado --como debiera ser natural-- sobre modelos económicos basados en
la prevalencia de poderosos sobre desposeidos, en el abandono de
los desprotegidos por parte de los rectores de los resortes económicos y
en la represión de los disconformes y disidentes.
Yo no soy
republicano finalista.
No creo en la República como un fin último, sino como en un intrumento
que sirva para alcanzar una sociedad más justa, más equitativa, más
igualitaria y, por ende, más socialista. Y tengo la certeza de que entre
tanto amor que suscitan los tres colores, hay mucho enamoradizo modista que nunca iría más allá de pedir con la
boca chica un cambio de inquilino en el Palacio de la Zarzuela. Pero el desaforado y
desvergonzado invento capitalista que tan entusiasmadamente defienden
algunos republicanos moderados y socialdemócratas acomodaticios de "izquierda descafeinada" y la
aplicación de sus admiradas recetas salvajemente liberalistas, están ocasionando la mayor catastrofe
humanitaria de la Historia en todo el planeta y en el Estado español. Y esto no pueden resolverlo ni el liberalismo ni el revisionismo socialdemócrata, ya que el capitalismo es el único responsable de esta espantosa crisis de
subsistencia y menoscabo de los derechos humanos, sociales y políticos... Por eso estoy y estamos los republicanos de todo pelaje obligados a exigir que se haga realidad lo que otros creen utopía republicana, para alcanzar una sociedad redistributiva y planificada con
criterios éticos y no mercantilistas, una sociedad justa y humana.
Mi bandera no
es un trapo cualquiera. Es el símbolo y sinónimo de la Justicia Social, la
sanidad y la educación universal y gratuita, la abolición de la monarquia, la dignificación de la memoria histórica de los represaliados por el fascismo, el Estado Laico sin relación alguna con las Iglesias, la distribución de los
excedentes, la socialización de la propiedad desmedida, la nacionalización de
la banca y grandes empresas, la eternamente postergada Reforma Agraria con incautación de grandes
fincas, el pleno empleo, la renta básica y la limitación de la economía de
mercado. Esa es mi bandera. Esa es mi República. En consecuencia, insisto en la sentencia: no soy sólo republicano, no soy sólo antimonárquico, antiborbón o antifelipista. Soy Republicano porque la República debe ser
forzosamente Socialista, o no ser República.
Y ahora sí, Salud y
República, Democrática, Libre, Igualitaria y Socialista, compañera, compañero. Un fuerte
abrazo de esta solitaria voz que clama desde los desiertos del sur.
Lugar de la memoria visual de los prisioneros y presos republicanos y antifranquistas, construido como homenaje a todos los represaliados por el fascismo y el franquismo en la España de la guerra civil y postguerra.
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martes, 14 de abril de 2015
14 de Abril: Mi bandera no es un trapo cualquiera. Es sinónimo de Justicia Social, sanidad y educación universal y gratuita, abolición de la monarquia, dignificación de la memoria de los represaliados, Estado Laico, distribución de excedentes, socialización de la propiedad, nacionalización de banca y grandes empresas, Reforma Agraria, pleno empleo, renta básica, limitación de la economía de mercado...: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 104
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