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domingo, 12 de julio de 2015

Ricos y poderosos ordenaron esta masacre de rojos ilusos que habían imaginado subvertir el statu quo: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 193

Aunque muchos me perciban como un cansino reiterativo e insufrible, no me canso de defender que los bárbaros franquistas asesinaron, exiliaron y apresaron a millones de españoles sólo para mantener y consolidar los intereses de la clase para la que trabajaban. Esos españoles que querían ser libres, soñaron con socializar beneficios, expropiar tierras, nacionalizar industrias esenciales, universalizar la Educación, la Sanidad y la Cultura y limitar la propiedad privada. Lo venían imaginando desde décadas antes, pero nuestros mayores sólo fueron detenidos, torturados y asesinados cuando con la II República comenzaron a convertir el sueño en realidad, cuando quisieron acabar con los privilegios centenarios de un grupo social hasta entonces y todavía desde entonces dominante. La utopía fue cercenada de cuajo. Los poderosos, los influyentes, los ricos ordenaron, supervisaron, participaron, impulsaron y dirigieron la masacre de rojos ilusos que habían imaginado subvertir el statu quo imperante. Para acabar con esta rebeldía contra la élite, para restituir los rentables valores del antiguo régimen oficiaron los franquistas de mercenarios mamporreros a sangre y fuego, recibiendo sus jefes como premio su parte alícuota del pastel y la anhelada recompensa del viaje ascendente en el elevador social, que les iba a llevar a selectas cumbres y a entroncar con linajudas dinastías oligarcas. Pero para permanecer en ese nuevo olimpo, sólo se les pedía que siguieran oprimiendo a los desposeídos y que se afanaron en ello. Lo hicieron. Sometieron a un país liquidando a toda una generación de hombres y mujeres libres, destruyendo su obra, borrando su memoria, aterrorizando a los supervivientes, modificando la Historia del pasado y reinventando un presente inexistente, tan creíble que hasta los hijos y nietos de sus víctimas lo asumieron como propio, perdiendo para siempre el recuerdo de la generosa obra y las altruistas aspiraciones de sus padres y abuelos.


Hogar del Auxilio Social. La mayor parte de los niños acogidos y adoctrinados eran hijos de republicanos asesinados o presos. Fuente: aricomemoriaaragonesa.wordpress.com 

Una familia sufriendo la misería en el Madrid de postguerra. Fuente: blogs.lainformacion.com


¡Franco, Franco, Franco! ¡José Antonio, presente! ¡Arriba España! Fuente: burgospedia1.wordpress.com
 Cola por racionamiento en postguerra. Fuente: ABC.es

Colas ante el Auxilio Social. Fuente: iberiahispaniasefaradalandalus.wordpress.com

De ese miedo y de esa desmemoria nos hablan Pilar Landáburu Ibáñez y Santiago Macías. Veámoslo: "Íbamos todas las semanas a llevarle comida [a mi marido Ángel Martínez Ros] pero cuando los paquetes llegan a ellos [los carceleros] ya se habían comido la mitad. Me contaba que comían precariamente. Les daban higos, alubias con gusanos y una onza de chocolate [...]. Dormían en el hueco de tres baldosines [...]. La denuncia contra mi marido venía de Alfonso Caparrini, el director de la empresa donde trabajaba porque mi marido iba a favor de los obreros y contra la explotación [...]. Un gran amigo, Liaño, le denunció también. Un día se presentó en la cárcel y cuando mi marido se disponía a saludarle, éste le dio una patada que le partió una pierna. Eran íntimos amigos [...]. Su mujer, Marina, había sido la madrina de nuestra boda. Como me dijeron que había intervenido en la denuncia de Ángel, fui a su casa y admitió que había sido él. Liaño tenía ideas contrarias al resto de los obreros. Pertenecía a Falange. Incluso años más tarde cuando fui a pedirle trabajo a la cooperativa lechera SAM, el tal Liaño me lo negó diciendo "¡los hijos de Ángel Martínez que coman piedras!". Cuando mataron a mi marido tuve que ingeniármelas para criar a mis tres hijos. Trabajaba en el campo o donde me llamaran. Me presenté en varias fábricas para pedir trabajo y no me lo dieron porque era la mujer de un "rojo". Entrevista a Pilar Landáburu Ibáñez, de 94 años en 2003, viuda de Ángel Martínez Ros, publicada en "Las fosas de Franco", de Emilio Silva y Santiago Macías.

 Cola por racionamiento en Medellín durante la postguerra. Fuente: losojosdehipatia.com.es
Cola por racionamiento en postguerra. Fuente: seminariofascismo.wordpress.com

Jornaleros. Fuente: www.ggelalmirez.com

Emigrantes españoles de postguerra. Fuente: www.paraemigrantes.com

Ángel Martínez Ros fue asesinado el 30 de noviembre de 1939. ¿Sus delitos? Ser fundador del PSOE en su pueblo y delegado del trabajo, asesor del sindicato de la fábrica y delegado de asistencia social. Cuenta también Santiago Macías sobre la familia Martínez Landáburu en "Las fosas de Franco": "Su muerte trajo la consecuencia que más temía. Sus hijos, que para salir adelante hubieron de emplearse en las tareas del campo sin poder ir a la escuela, aprendieron a leer y a escribir pasados los años. Pilar, la viuda, no habló durante años a sus hijos de su padre por miedo, miedo a que crecieran con odio. Algunos de ellos ni siquiera había leído los papeles que dejó su padre escritos. La suya es la generación más confusa de la historia de España. El hijo pequeño, íntimo amigo del hijo de Liaño: una paradoja".

Rostros desolados, los de los hijos de presos antifranquistas tras recoger juguetes en el interior de la prisión el día de Reyes Magos. Fuente: aptsfelguerinos.blogspot.com

Despidiendo a un emigrante en el puerto de la Coruña. 1956. Fuente: sites.google.com/site/fernandojromerob2/losmovimientosmigratorios

Toda una generación de españoles fue víctima de este atentado criminal contra las ideas, contra la Memoria y contra el futuro. Millones de familias sufrieron el asesinato de sus padres, madres, abuelos y abuelas, el expolio de su patrimonio y la opresión de los vencidos, dirigida a aterrorizar, amedrentar y crear tanto miedo, desapego y olvido, que nunca jamás los descendientes de los rebeldes volvieran a alzarse. Y así fue desde 1936. Y así es y sigue siendo, hoy en 2015. Hemos olvidado y tras tanto tiempo pasado, ya no tenemos la capacidad de recordar.