Hoy en Francia, como durante cientos de años en España, los bárbaros
clérigos y sus bestiales sicarios mandan. Con cruz o media luna, de
blanco impoluto o riguroso negro, desde los púlpitos nazarenos o
recitando suras con un AK47 en la derecha y el corán en la siniestra,
las alimanas intransigentes nos imponen otra vez su perversa visión del
ser humano sometido a una imaginada divinidad para así garantizar la
prevalencia de su oligarca jerarquía, bajo cuya sombra ellos y los suyos
medran. Hoy en Francia, como hace setenta años en el suelo de esta
tierra ibérica o como hace mil en todo el planeta. Nuestro deber es
pararlos. Que encierren sus prédicas en sus secretos recintos, que
limiten sus exhibiciones públicas de religiosidad exclusivamente al
ámbito privado y que sus sádicos secuaces armados sean silenciados,
acallados, encerrados o liquidados por el Estado. Porque creo, confío y
sé que mi ideario y mi ética, basados en la Razón, en la Declaración
Universal de Derechos del Hombre y en los principios de la Revolución
francesa son moralmente superiores a la supertición, el feroz machismo,
el desprecio al ser humano, la incultura y el dogmatismo que emanan de
sus absurdos textos sagrados. Y porque tengo la certeza racional de que
mis valores, nuestros valores, son Universales y deben imponerse sobre
la intolerancia y el fanatismo de los barbudos y de los tonsurados. Mis
respetos y mi homenaje entonces por los periodistas y dibujantes
franceses cruelmente asesinados por los ruines esbirros de los ayatolás y
por los sindicalistas, militantes, disidentes, escépticos e insumisos
españoles sacrificados en patíbulos y paredones por los siervos de los
eclesiásticos católicos y apostólicos cristianos desde hace incontables
siglos. Que la tierra les sea leve. Que la Justicia les vengue. Que la
Razón supere a la sinrazón.
Composición que he realizado uniendo dos fotogramas de un documental franquista tipo NODO. La escena refleja la criminal intrusión de los fascistas en un pueblo andaluz. Miles de calles como estás amanecían alfombradas de republicanos salvajemente asesinados tras las razzias de las bestiales columnas franquistas.