Rasco
en los archivos, escarbo entre libros y trabajos, revuelvo en
documentos y tesis doctorales pero no hallo más rastros gráficos de los
fusilamientos cometidos por los fascistas. Mas muchas de las imágenes o
al menos las no destruidas deliberadamente en la transición por los
verdugos y sus herederos deben seguir ahí, entremezcladas en legajos y
expedientes militares y penitenciarios. En el Ministerio de Defensa, en
los archivos de Segovia y Guadalajara, entre los sumarios de los
Tribunales Militares Territoriales deben existir miles de fotografías de
reos antifranquistas, republicanos e izquierdistas en el momento de ser
juzgados o en el instante mismo en el que son sacrificados por las
bárbaras bestias asesinas fascistas, alimañas armadas por el Pueblo y
traidoras al Pueblo. Que otros sigan escudriñando en los papeles. A mí y
a unos cuantos más nos corresponde seguir dando testimonio de sus
ejemplos.
Entre los restos esqueletizados de la mano de un republicano asesinado, un crucifijo encontrado por los arqueólogos y forenses de Sociedad Científica Aranzadi en la fosa común hallada en el puerto de La Mazorra, en el norte de Burgos, a pocos kilómetros de la Prisión de Valdenoceda.