Tras la derrota, Madrid --como Valencia, o como Barcelona-- fue un inmenso campo de concentración. Y de exterminio. "La prisión de Santa Engracia se encontraba en el número 134, junto al Hospital Obrero (hoy edificio rehabilitado como dependencia de la Comunidad de Madrid, tras muchos años de abandono). Además de las situadas en las calles del mismo nombre como las de Porlier, Torrijos (hoy, Conde de Peñalver), Duque de Sesto y del Barco, Leiva indica las de San Antón, situada en la calle de Hortaleza (en el colegio religioso del mismo nombre), del Príncipe, cerca de los Carabancheles, del Cisne (hoy, Martínez Campos) -para militares y civiles- y Yeserías, en las Delicias. También señala como específicas para mujeres las de Claudio Coello, Malasaña y San Isidro, esta última destinada a mujeres embarazadas o que tenían niños lactantes. En Porlier hubo al menos 4.000 presos, en Torrijos 3.000, en Yeserías 3.000, en Ventas 4.000, en San Antón 2.000, en Atocha 2.000, en Santa Rita 4.000, en Comendadoras 1.000, en Santa Engracia 1.000, en Claudio Coello 1.000, en Duque de Sesto 800 y en Conde de Toreno 700". Este texto ha sido extraído de la ecelente página http://www.memoriaylibertad.org/ , la cual cuenta con listados consultables en los que figuran las filiaciones de cerca de 10.000 republicanos y antifranquistas asesinados en las tapias del cementerio del Este, en Ventas, en El Escorial, en Alcalá de Henares y en otros lugares de muerte madrileños. Las fotografías que aquí reproduzco son todas de Porlier, edificio de propiedad eclesiástica, el cual tras servir para el siniestro fin de matadero y de máquina de aniquilar cuerpos y espíritus, volvió a su propiedad original, convirtiéndose en el Colegio Calasancio en torno a 1943.
Un domingo por la mañana. Misa obligatoria en Porlier. Los presos asisten circunspectos a la inflamada prédica del sacerdote en el patio de la prisión.
Misa obligatoria en Porlier
Misa obligatoria en Porlier
Misa obligatoria en Porlier
Los presos se reencuentran con sus familias, posiblemente en la fiesta de La Marced, patrona del mundo carcelario franquista.