Desde
hace dos centurias, en España se ha venido practicando con
desverguenza criminal el exterminio de progresistas e izquierdistas,
para beneficio de los que siempre mandan y escarnio y liquidación de los
que siempre han obedecido bajo el terror y la opresión, que no por otra
causa. La
Plutocracia patria, apoyada por la Oligarquía transnacional, reforzada
por las armas de los Uniformados traidores, con el marchamo de calidad
otorgado por la Monarquía y el nihil obstat espiritual de la criminal
Secta Católica vienen siendo responsables desde inicios del XIX de la
mayor matanza genocida de opositores y disidentes de todo el planeta,
liberales hispanos del XIX, marxistas, anarquistas y sindicalistas ibéricos del XX.
En el pasado más reciente, durante la mal llamada guerra civil, el fascismo español efectuó deliberadamente un genocidio eugenésico
que rompió por aniquilación de los adultos rebeldes e insumisos republicanos y de izquierdas la
herencia ética, idearia y cultural que debiera haber recaído en sus hijos y nietos. Y una de las consecuencias colaterales de esta violencia extrema, una cualquiera pero fundamental, es que quienes hoy mandan, trabajan y disfrutan
de los beneficios de este neoliberalismo destructor son los herederos genéticos, patrimoniales, ideológicos y económicos de aquellos mortíferos criminales. Y esa es la razón última por la que la Derecha rancia se opone a dignificar la memoria y el ejemplo de los asesinados, presos y represaliados. ¿Pretendíamos acaso que los poderosos hicieran examen de conciencia, asumieran sus propias culpas, renunciaran a sus riquezas, rehabilitaran viejos idearios y cambiaran por ello el modelo de Estado y el de sociedad? Muchos nos reconocemos hoy un tanto ilusos e ingenuos. Sabíamos que la lucha por la memoria iba a ser dificultosa, pero no que nos íbamos a encontrar con tanta inquina descarada y desvergonzada.
La derogación de hecho --y pronto de derecho-- de la Ley de la Memoria, los insalvables obstaculos a la recuperación de los nuestros, los impedimentos para el acceso a archivos y documentación, la eliminación de todo el programa de ayudas y la exigencia mediante requerimiento a la Asociación de Valdenoceda --por ejemplo-- de la devolución de la subvención para exhumar restos y el pago de intereses de mora son sólo algunos ejemplos de lo que interpretamos como una afrenta al Honor y a la Dignidad de los
cientos de miles y millones de defensores de la Libertad masacrados por
la represión practicada por los poderosos, como una tremenda
inmoralidad, una demostración de ausencia de ética y una agresión sin
paliativos a los que llevamos años, lustros o décadas luchando por
restaurar la memoria de los nuestros y por revitalizar las ideas que les
llevaron a la prisión y a la muerte por culpa de verdugos responsables
de crímenes de lesa Humanidad, aún hoy, ellos y los suyos al frente de
los resortes del poder en este país cómplice de la muerte e ignorante a
sabiendas de su propia culpa.
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