Nuestro futuro se asienta en el presente y éste, en el pasado. Si el corrupto Estado español actual se fundamenta en el monarquismo parlamentario y transgrede desvergonzadamente la moralidad y la Ley, nuestro futuro será igualmente impúdico y deshonesto. Sólo podremos revertir nuestro obsceno presente si exigimos la conversión de nuestro modelo de organización en una República popular y si defendemos la intervención reguladora en la economía de una Autoridad republicana plenipotenciaria. Pero mientras no alcanzamos ese deseado porvenir, al menos debemos combatir con argumentos a la legión de adeptos al colorido papel couché que justifican
la ficticia bondad de una institución delincuente y la aparente
inocencia de su máximo representante.
De vieja casta le viene al galgo. Por poner un ejemplo aislado, Alfonso el 13 fue el responsable de la negligente muerte de 20.000 españoles en el
desastre de Annual. Él, los suyos y la clase a la que representaban
oficiaron de principales instigadores del golpe del 36 y de la ulterior hecatombe de izquierdistas. Su hijo Juan, el abuelo del simpático larguirucho actual inquilino de la Zarzuela que todas las madres quisieran como hijo, se ofrendó por dos ocasiones para acudir como voluntario y batirse el cobre por la causa que defendían Franco y sus asesinos secuaces. Su campechano nieto Juan Carlos actuó a modo de aventajado comisionista de la
plutocracia local y de las megacorporaciones transnacionales,
garantizando así la supervivencia del statu quo que le recompensó
con tantos inmorales privilegios.
Y el bisnieto, nieto e hijo de todo este corrompido linaje, el mismo que en la imagen recibe un cariñoso cachete del mayor genocida de nuestra historia, el mismo que hoy disfruta de la prevalencia de una ilegal institución apuntalada a sangre y fuego por el nazismo de Adolf Hitler y el fascismo de Francisco Franco, ese es aquél al que con nuestros impuestos, los ciudadanos pagamos su mansión de lujo; con nuestro dinero, mantenemos el tren de vida de su esposa y de sus hijas; con nuestro sudor, sostenemos los altos salarios de los 3.000
funcionarios civiles, policías, militares y trabajadores que le sirven --a él, no a nosotros-- en sus viajes, en sus desplazamientos, en su vida diaria; con nuestro esfuerzo, pagamos a los funcionarios que se afanan en mentir
para hacernos creer que su Casa Real cuesta 9.000.000 € al año, y no los
120.000.000 € que de verdad supone; con nuestro silencio, consentimos que su hacienda sea opaca y su persona sea inmune; con nuestra complicidad, su Monarquía sigue estando al servicio de las grandes fortunas y de las megacorporaciones; con nuestra renuncia a luchar contra su figura, sus amigos los ricos seguirán oprimiendo a los que
nada tienen y continuarán estafándoles, engañándoles, robándoles...
En definitiva, lo que vemos en las fotos no es el pasado. No es Memoria Histórica. Es el presente y pronostica el irremediable futuro si no lo quebramos antes, porque la
mano que meció la cuna del monarquismo felipista es el criminal
franquismo y sus genocidas herederos, la plutocracia y la oligarquía. De ayer y de hoy.
Lugar de la memoria visual de los prisioneros y presos republicanos y antifranquistas, construido como homenaje a todos los represaliados por el fascismo y el franquismo en la España de la guerra civil y postguerra.