Un documental desmonta el mito del miliciano de Robert Capa
'La sombra del iceberg' sostiene que el soldado muerto no es Federico Borrell
MIGUEL ÁNGEL VILLENA - Madrid - 16/12/2008
Es la imagen más simbólica y más difundida de la Guerra Civil española y una fotografía estremecedora de la muerte en directo. Robert Capa tomó la instantánea de un miliciano que acababa de ser abatido en el cordobés Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936. Durante casi seis décadas, el héroe republicano fue un desconocido, pero en 1995 un historiador de Alcoy creyó identificar en aquel miliciano al alcoyano Federico Borrell García, sin aportar ninguna prueba concluyente, todo basado en intuiciones, igual que las impresiones de una sobrina del soldado. Pero la mitomanía en torno a Capa alentó esta versión, más atractiva sin duda, de un héroe con nombres y apellidos. La sombra del iceberg, un documental rodado en dos años, demuestra, a través de testimonios y de documentos, que el célebre miliciano fotografiado por Capa no era Borrell y que vuelve a ser un soldado anónimo. Dirigido por Hugo Doménech y Raúl M. Riebenbauer, el documental se estrena el viernes próximo en salas de Madrid, Barcelona, Valencia y Alicante tras haber ganado algunos premios en festivales.
"A veces es muy difícil detener una mentira", afirman los realizadores
Una necrológica de Borrell relataba su muerte, muy distinta de la fotografía
Ahora bien, la prueba más aplastante se refiere a una necrológica en la revista anarquista Ruta Confederal, a finales de 1937, en la que un amigo de Borrell evocó las circunstancias de su muerte en Córdoba y escribió: "Le veo tendido detrás del árbol que le servía de parapeto (...) Aún después de muerto empuñaba su fusil". O sea, una situación radicalmente distinta del muerto de Capa, fulminado en campo abierto. Otro lugar común que han desmontado Hugo Doménech, profesor de Fotografía en la Universidad de Castellón, y Raúl M. Riebenbauer, periodista y guionista, apunta a que, según los datos historiográficos y declaraciones de personas presentes en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936, en aquella jornada murieron varios combatientes republicanos y no sólo Borrell, como han sostenido algunos. No como conclusión del documental, sino sólo como "duda razonable", sus directores plantean también que la foto pudo ser tomada por Gerda Taro, compañera de Capa.
En cualquier caso, la pregunta obligada se halla en las razones del entorno de Robert Capa -integrado por su hermano Cornell, y su biógrafo oficial, Richard Whelan, ambos fallecidos hace poco- para escudarse en esa versión del miliciano identificado y poner todo tipo de obstáculos a los realizadores de La sombra del iceberg para su investigación. "Para Cornell Capa o Whelan", manifiestan los cineastas, "era preferible, digamos más comercial o más mediático, que el miliciano tuviera una identidad concreta a que fuera un tipo desconocido. Ellos también se aprovecharon de que los periodistas, en muchas ocasiones, y hablamos de una crítica y autocrítica, no tenemos ganas o no disponemos de tiempo para ser rigurosos. Por eso hemos dedicado dos años a viajar por media España y media Europa para conocer la verdad de una foto que a los dos nos ha fascinado desde hace años".
Fervientes admiradores de Capa y de su contribución al fotoperiodismo del siglo XX, los directores de La sombra del iceberg destacan la brillante y equilibrada composición de la imagen del miliciano, así como la dramática verdad de la tragedia, de la muerte. "Además", señalan, "se trata de una foto hecha en defensa de unos ideales justos, como era la causa de la República española". El mito de Capa se ha agigantado con el tiempo, y en la actualidad una amplísima exposición, abierta hasta el 25 de enero, repasa su trabajo en el Museo Barbican de Londres. Ahora bien, tal vez habría que dejar de lado la mitomanía. ¿Qué más da que el miliciano sea un desconocido? Cuando en julio de 1937 la revista Life dedicó un reportaje a España, ilustrado con la célebre foto, tituló así: Muerte en España. La guerra civil se ha cobrado medio millón de víctimas en un año. El soldado de Cerro Muriano era uno más, una anécdota convertida en categoría, un símbolo.