Es la Vida un laberíntico río sinuoso. Cada uno de los
traicioneros hitos que conforman nuestro arriesgado transcurrir por él
--nacimiento, romances, madurez, muerte-- serpentean durante su quebrado curso
como impredecibles meandros, imposibles de sortear. Si no queremos encallar
entre los estancados lodos de las riberas, si optamos por someternos para
seguir formando parte de su torrente, debemos claudicar ante la tiranía de la
inexorable fatalidad del río de la vida y dejarnos llevar. Entre deleites varios,
labramos, luchamos y penamos. Inevitablemente. Pero es cuando vislumbramos el
final que se acerca, al hallarnos próximos a la inminente desembocadura en el
vacío infinito de los océanos del Tiempo, cuando nos dejamos arrebatar por el
pánico a diluirnos en la Nada. Es entonces cuando la caprichosa arbitrariedad
del río de la Vida suele prevalecer sobre nuestra incierta voluntad. Y en un segundo, su cauce puede borrar nuestras huellas del presente y eliminar nuestro recuerdo
en el futuro.
Para paliar nuestro desconcierto y evitar esa derrota, el único consuelo que nos resta es lograr que nuestra transcendencia no sea efímera; crear el portentoso refugio de una artificiosa isla para que todos los que tras nosotros vengan se pregunten con asombro por su pasmosa autoría; erigir efímeras prominencias entre la corriente con la esperanza de que cuantos deban ceñirse a ellas para seguir surcando la torrentera eleven una plegaria en nuestro nombre; construir presas, desembarcaderos y puentes que alivien a los viajeros futuros de sus calamidades... Y este es el exclusivo propósito, la singular justificación de la existencia de esta página “Todos los Rostros”: caracterizar las vidas de los que nos precedieron en la defensa de la Libertad, describir sus rasgos vitales, acentuar sus perfiles desdibujados hoy por la desidia y el olvido, rejuvenecer las facciones de sus ajadas caras, mitigar nuestro dolor por su perdida, no olvidar, no perdonar. Y exigir toda la Verdad, toda la Justicia y toda la Reparación que demandan los daños causados.
Daños que vienen de lejos. Tanto que de algunos, su ignoto origen podemos comenzar a rastrearlo desde decenas de años atrás, en uno cualquiera de esos rumorosos y serpenteantes meandros del río de la Vida. Por ejemplo, cuando ex profeso o accidentalmente escuchamos una conocida pieza, el Vals nº 2 de la Suite Jazz nº 2. ¿Obra de quién? Supuestamente del ruso soviético Shostakovich.
Era Dimitri Shostakovich (Rusia, 1906-1975) un tipo puntilloso y detallista, casi hasta la nausea. Pura neurosis con patas. En su entorno, todo debía de ser extremadamente pulcro y estar cuidadosamente ordenado. Su casa estaba llena de relojes y todos debían marcar la misma hora y los mismos segundos con una rigurosa y precisa puntualidad, lo que hacía poco menos que la vida imposible a los que a su lado se encontraban. Hasta tal punto llegaba su obsesión por la exactitud, la disciplina y la minuciosidad en el cumplimiento de las normas, que acostumbraba a enviarse cartas a sí mismo con objeto de calibrar la bondad del servicio de correos soviético y denunciar públicamente sus supuestas carencias y errores. De Shostakovich corrían disparatados rumores, algunos de los cuales vinculaban el supuesto origen de sus obras a la presencia de un fragmento metálico de metralla en el cuerno inferior del ventrículo izquierdo de su cerebro, fragmento que al parecer Shostakovich se mostraba reacio a que le extirparan, ya que cada vez que inclinaba la cabeza hacia un lado creía oír algún tipo de melodía en su interior, que él se apresuraba a copiar en papel para utilizarla de base en sus composiciones. Antes de la invasión nazi a la Unión Soviética, antes de ser amparado por Stalin gracias a la composición de su pasmosa Sinfonía "Leningrado" (recomiendo, sobre todo su primer movimiento) en homenaje a los heroicos y esforzados defensores antihitlerianos, antes de ser repudiado por el líder debido a sus siguientes obras calificadas como burguesas o revisionistas, Shostakovich compuso en 1938 este maravilloso Vals nº 2 de la Suite Jazz nº 2 cuyo enlace os pongo aquí.
Para paliar nuestro desconcierto y evitar esa derrota, el único consuelo que nos resta es lograr que nuestra transcendencia no sea efímera; crear el portentoso refugio de una artificiosa isla para que todos los que tras nosotros vengan se pregunten con asombro por su pasmosa autoría; erigir efímeras prominencias entre la corriente con la esperanza de que cuantos deban ceñirse a ellas para seguir surcando la torrentera eleven una plegaria en nuestro nombre; construir presas, desembarcaderos y puentes que alivien a los viajeros futuros de sus calamidades... Y este es el exclusivo propósito, la singular justificación de la existencia de esta página “Todos los Rostros”: caracterizar las vidas de los que nos precedieron en la defensa de la Libertad, describir sus rasgos vitales, acentuar sus perfiles desdibujados hoy por la desidia y el olvido, rejuvenecer las facciones de sus ajadas caras, mitigar nuestro dolor por su perdida, no olvidar, no perdonar. Y exigir toda la Verdad, toda la Justicia y toda la Reparación que demandan los daños causados.
Daños que vienen de lejos. Tanto que de algunos, su ignoto origen podemos comenzar a rastrearlo desde decenas de años atrás, en uno cualquiera de esos rumorosos y serpenteantes meandros del río de la Vida. Por ejemplo, cuando ex profeso o accidentalmente escuchamos una conocida pieza, el Vals nº 2 de la Suite Jazz nº 2. ¿Obra de quién? Supuestamente del ruso soviético Shostakovich.
Era Dimitri Shostakovich (Rusia, 1906-1975) un tipo puntilloso y detallista, casi hasta la nausea. Pura neurosis con patas. En su entorno, todo debía de ser extremadamente pulcro y estar cuidadosamente ordenado. Su casa estaba llena de relojes y todos debían marcar la misma hora y los mismos segundos con una rigurosa y precisa puntualidad, lo que hacía poco menos que la vida imposible a los que a su lado se encontraban. Hasta tal punto llegaba su obsesión por la exactitud, la disciplina y la minuciosidad en el cumplimiento de las normas, que acostumbraba a enviarse cartas a sí mismo con objeto de calibrar la bondad del servicio de correos soviético y denunciar públicamente sus supuestas carencias y errores. De Shostakovich corrían disparatados rumores, algunos de los cuales vinculaban el supuesto origen de sus obras a la presencia de un fragmento metálico de metralla en el cuerno inferior del ventrículo izquierdo de su cerebro, fragmento que al parecer Shostakovich se mostraba reacio a que le extirparan, ya que cada vez que inclinaba la cabeza hacia un lado creía oír algún tipo de melodía en su interior, que él se apresuraba a copiar en papel para utilizarla de base en sus composiciones. Antes de la invasión nazi a la Unión Soviética, antes de ser amparado por Stalin gracias a la composición de su pasmosa Sinfonía "Leningrado" (recomiendo, sobre todo su primer movimiento) en homenaje a los heroicos y esforzados defensores antihitlerianos, antes de ser repudiado por el líder debido a sus siguientes obras calificadas como burguesas o revisionistas, Shostakovich compuso en 1938 este maravilloso Vals nº 2 de la Suite Jazz nº 2 cuyo enlace os pongo aquí.
El pegadizo tema es muy conocido
y ha sido utilizado como parte de
numerosas bandas sonoras de películas recientes (por ejemplo, Kubrick,
con Nicole Kidman y Tom Cruise, en "Eyes Wide Shut").
Pero su secreto más chocante para nosotros no reside ahí: muchos, propios y foráneos, sostienen que Shostakovich podría haber plagiado la melodía tras haberla escuchado de labios de algunos de los más de tres mil niñas y niños de la guerra republicanos españoles, evacuados a Rusia desde marzo de 1937 para protegerlos de los efectos de los bombardeos fascistas sobre las ciudades leales a la República durante nuestra guerra civil de tres años, lo que no es improbable pues el genial compositor dedicó años más tarde, en 1956, varias canciones en homenaje a estos infantes, muchos de los cuales hubieron de quedarse definitivamente y de por vida en la Unión Soviética debido a la derrota del legal régimen constitucional republicano y a la muerte o asesinato de sus progenitores. La tragedia para ellos no terminó nunca. Pocos años después, muchos de ellos murieron como combatientes en la defensa de la Unión Soviética frente al asalto nazi.
¿De dónde copió Shostakovich su Vals? Pues de la popular canción española "Yo te daré ,Café", que se venía cantando por rondas, tunas, coros y charangas por las calles de la península ibérica desde finales del siglo XIX, muchos antes de que Shostakovich la asimilara descaradamente como propia. Ya en 1931 la vieja tonada popular en forma de vals --quizás de origen gallego, quizás castellano-- había cobrado nuevos bríos al ser interpretada y grabada por la canzonetista de varietés Paquita Robles Labastina, “La Pitusilla” en una versión orquestada por el maestro Araburu. Llevada a Rusia por los niños madrileños, valencianos, vascos, catalanes y asturianos, la canción fue fagocitada por Shostakovich y regurgitada en forma del ya mencionado Vals número 2 de la suite nº 2 Jazz de 1938. Aquí os pongo un trocito de ese "Yo te daré", interpretado en este caso curiosamente por un coro aficionado francés frente a un establecimiento gabacho de venta y consumo de café torrefacto en el país vecino al mío.
Pero su secreto más chocante para nosotros no reside ahí: muchos, propios y foráneos, sostienen que Shostakovich podría haber plagiado la melodía tras haberla escuchado de labios de algunos de los más de tres mil niñas y niños de la guerra republicanos españoles, evacuados a Rusia desde marzo de 1937 para protegerlos de los efectos de los bombardeos fascistas sobre las ciudades leales a la República durante nuestra guerra civil de tres años, lo que no es improbable pues el genial compositor dedicó años más tarde, en 1956, varias canciones en homenaje a estos infantes, muchos de los cuales hubieron de quedarse definitivamente y de por vida en la Unión Soviética debido a la derrota del legal régimen constitucional republicano y a la muerte o asesinato de sus progenitores. La tragedia para ellos no terminó nunca. Pocos años después, muchos de ellos murieron como combatientes en la defensa de la Unión Soviética frente al asalto nazi.
¿De dónde copió Shostakovich su Vals? Pues de la popular canción española "Yo te daré ,Café", que se venía cantando por rondas, tunas, coros y charangas por las calles de la península ibérica desde finales del siglo XIX, muchos antes de que Shostakovich la asimilara descaradamente como propia. Ya en 1931 la vieja tonada popular en forma de vals --quizás de origen gallego, quizás castellano-- había cobrado nuevos bríos al ser interpretada y grabada por la canzonetista de varietés Paquita Robles Labastina, “La Pitusilla” en una versión orquestada por el maestro Araburu. Llevada a Rusia por los niños madrileños, valencianos, vascos, catalanes y asturianos, la canción fue fagocitada por Shostakovich y regurgitada en forma del ya mencionado Vals número 2 de la suite nº 2 Jazz de 1938. Aquí os pongo un trocito de ese "Yo te daré", interpretado en este caso curiosamente por un coro aficionado francés frente a un establecimiento gabacho de venta y consumo de café torrefacto en el país vecino al mío.
En uno de esos giros insospechados, el río de la Vida y de la Historia nos lleva a un nuevo meandro, pues viajando hacia atrás en el tiempo y ya antes de que la canción fuera exportada en 1937 a Rusia por nuestros tristes exiliados infantiles, descubrimos que el tema fue utilizado por falangistas y militares conspiradores para darse ánimos y crear y cohesionar espíritu entre quienes tenían proyectado atentar contra la legalidad constitucional republicana. Así, desde su fundación los cuadros directivos y miembros de Falange Española la coreaban a voz en grito, terminando siempre el estribillo de forma retadora, estridente y críptica con la palabra “Café”:
”Yo te daré,
te daré, niña hermosa,
te daré una cosa,
una cosa que yo solo sé:
¡CAFÉ!”
te daré, niña hermosa,
te daré una cosa,
una cosa que yo solo sé:
¡CAFÉ!”
El secreto de este misterioso entusiasmo procedía del hecho de que la palabra CAFÉ era, y es, el acrónimo de “Camaradas, Arriba Falange Española”. Tal circunstancia, unida al hecho de que los militares africanistas participaban desde hace meses de la conjura contra el pueblo y la República, es lo que explica --por ejemplo-- que el “Yo te daré, Café” fuera también cantado desafiantemente durante la cena de despedida celebrada el 12 de julio de 1936 por los altos oficiales que –junto con 18.000 efectivos—habían participado en las maniobras militares que se desarrollaron en el Llano Amarillo (cerca de Ceuta, en el valle del Ketama, Marruecos).
Hoy, 77 años después de aquella atrocidad fascista, casi nadie canta ya esa canción entre nosotros. Nos concentramos ante las pantallas planas, vemos fútbol, películas, series, manejamos compulsivamente móviles y dispositivos electrónicos, navegamos interminablemente por internet, no nos despegamos de las adictivas redes sociales. Nadie entona ya las viejas melodías y son pocos los que recuerdan que “Yo te daré, Café” sirvió para que unos conjurados manifestaran su complicidad y adhesión a la traición que ocasionó la muerte de 500.000 personas durante la guerra y de otras 200.000 asesinadas tras la Victoria de los criminales cantantes.
Pero en un nuevo y caprichoso meandro del río de la Vida, ¿el último?, hoy, en el 2013, los pocos supervivientes (octogenarios cuando menos) de aquellos niños y niñas de la guerra que no volvieron a España porque la abandonaron en forma de libérrima República y que no pudieron regresar a ella porque se había transmutado en un país esclavizado, están atravesando duras dificultades, achacables todas ellas al Gobierno del Partido Popular. Hasta ahora, los niños de la guerra expatriados desde 1936 venían manteniendo mediante subvenciones del Gobierno Español un Centro en Moscú. La subvención –complementada con las cuotas de los socios-- les permitía hacerse cargo de los gastos (120.000 rublos, unos 3.000 €uros al mes) de alquiler, electricidad, medios de comunicación, agua, calefacción central, etc., etc., de la Casa de los Niños de la Guerra Españoles en Rusia. Pero hoy, abandonados a su suerte por el cicatero e inmoral Gobierno del PP, los niños ya ancianos piden ayuda y socorro económico para impedir el cierre del Centro Español en Moscú, centro que asegura la cohesión de todos los españoles residentes en Rusia. Para ello, solicitan --según me transmiten-- el ingreso de donativos en las siguientes cuentas:
ONG "Centro para el Estudio de la cultura española"
DIRECCIÓN: 107031, Moscú, ul. Kuznetsk puente, 18/7
p / acc. 40703810600080000098 en OJSC "Banco de Moscú"
c / cq. 30101810500000000219
BIC 044525219
INN 7702334409
KPP 770749388
Pago: Donación. IVA
En nombre de los Niños de la Guerra que inspiraron el vals más conocido de Shostakovich, en nombre de sus padres y madres asesinados, engullidos y olvidados por el fascismo y las corrientes del Tiempo, en nombre de todos ellos, gracias por tu lectura y sobre todo gracias por tu contribución al sostenimiento del Centro Español de los Niños de la Guerra en Moscú.
(Más información sobre Dimitri Shostakovich, su vals nº 2 de la Suite Jazz nº 2 y "Yo te daré, Café", en el blog ANCHA ES MI CASA http://anchaesmicasa.wordpress.com/2010/10/29/shostakovich-el-vals-no-2-de-la-suite-de-jazz-no-2-y-una-coplilla/)
Me ha parecido muuy interasante Paco.Lo del acrónimo de café si lo sabía.Mi opinión es que si plagió,Araburu es su autor,no? Porqué no registró la canción?
ResponderEliminarLeer los Niños de la Guerra mientras suena el Vals nº 2 de Shostakovich, me ha transportado a la cruda realidad de aquel pasado que persiste en sus consecuencias. ¡Somos tan pocos pidiendo justicia y reparación, que muchas veces pienso que si alguna vez se hace, llegaremos tarde!
ResponderEliminarSobre el relato decir que había oido en un programa de radio sobre música clásica del XX la manía de Dimitri Shostakovich (que los relojes de su casa debían marcar la misma hora y los mismos segundos con una rigurosa y precisa puntualidad). Ignoraba el aprovechamiento que de los malnacidos familiares del franquismo (falangistas, requetés, militares y burguesía rural e industrial -que habían amasado su riqueza explotando a sus trabajadores-) hicieron de la popular canción "Yo te daré ,Café", copiada después por Shostakovich o, como dice Paco Jerez, regurgitada en forma del ya mencionado Vals número 2 de la suite nº 2 Jazz.
En definitiva, yo que soy un asiduo visitante de “Todos los rostros” (http://todoslosrostros.blogspot.com.es/), porque viéndoles con frecuencia además de no olvidar me anima a continuar en el propósito de exigir Verdad, Justicia y Reparación para ellos, esta vez leyendo “Los Niños de la Guerra y el Vals nº 2 de Shostakovich”, he aprendido algo. Gracias, amigo Paco
Soy ingeniero, lo mío no son las letras, pero leer esto me ha gustado mucho.
ResponderEliminarComo Chileno y joven, no sé casi nada de la realidad española pasada y actual, pero sí conocí la melodia de ese vals, no tenía idea que fue un plagio, pero escuchandolos a ambas no cabe la menor duda que son la misma cosa.
Que pena que les hayan quitado las subenciones, espero que se arregle ese asunto y nunca más en la vida vuelvan a tener ustedes a un Franco y nosotros a un Pinochet.
Excelente relato historico Paco, desde ya voy a leer los otros, ¡felicitaciones por no dejar en el olvido la historia!
Gracias, Santiago De Córdoba, por tus comentarios. Coincido plenamente contigo en el sentimiento de desazón y tristeza que experimentamos ante la certeza de no haber hecho haber lo suficiente, de haber llegado demasiado tarde. Muchas veces me he planteado la posibilidad de renunciar y no seguir más por esta solitaria trocha, pero la vergüenza propia y ajena y el recuerdo de nuestros mayores me lo impide. Y cuando dudo, me dejo llevar por la música, como ésta de Rosana. "Llegaremos a tiempo":
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=FNGGhuKd7eo
Gracias, Alberto. Nuestro deber y responsabilidad con nuestros mayores desaparecidos en Chile, en España y en tantos lugares de horror y represión es reivindicar el regreso de la Verdad, el imperio de la Justicia y la necesidad de Reparación. Contra la desmemoria, sólo hay una receta: ni olvido, ni perdón. Un fuerte abrazo, compañero.
ResponderEliminarGracias, amiga ladylidia. Entiendo que Araburu fue sólo el autor de la versión orquestada de la canción "Yo te daré" para que fuera interpretada y grabada en disco por Paquita Labastina, "La Pitusilla". La autoría del tema parece anterior a este disco de 1931 de Labastina y Auburu. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMe gustó mucho leer "Los Niños de la Guerra y el Vals nº 2 de Shostakovich", con una narrativa amena, llevas al lector, a un período de nuestra historia en que todavía sangran las heridas, aportas esos detalles que contribuyen a consolidar aún más el deseo de verdad y justicia.
ResponderEliminarLa historia de esos inocentes es triste y decepcionante, como tantas otras, gracias a tu compromiso con la memoria hoy tenemos la oportunidad de leerla y compartirla.
Un abrazo muy fuerte.
Katherine Sosa Fraga.
Gracias, Kathe. Sigo en la brecha, pero sólo porque cuento con amig@s lector@s como vosotr@s. Sin vuestro eco, mi voz no resonaría y sólo sería un leve rumor quejumbroso. Gracias, repito.
ResponderEliminarExtraordinaria entrada, mucas gracias. Buscando buscando en Google ha dado con el 'padre' de interpretación (no sé si la conocías antes, supongo que sí), pero el tempo de tu relato, desde Shostakovich hasta la Falange es sencillamente estremecedor.
ResponderEliminarCuenta con un lector más de tu blog.
uch usseni8La historia de la música culta,o clásica, como queráis, está llena de casos como este. Donde un autor toma un tema popular o de otro autor y lo desarrolla,lo armoniza y crea a un tema nuevo a partir del anterior. Pocos son los autores que no lo han hecho. También se da el caso contrario, que temas de autores clásicos se han popularizados por recreaciones populares. Siempre que se haga dignamente es lícito. Y la verdad el vals nº 2 es una muy digna obra de arte a la que la palabra "regurgitado" no le hace justicia.
ResponderEliminarLeyendo esto recuerdo lo que me dijo mi padre, hace poco, cuando le mostre la pieza. Sintio sierta nostalgia, la nostalgia de un lugar que se extraña. En mi opinion el autor supo transmitir ese sentimiento, tal vez de los niños que extrañando su patria y a su familia cantaban esa cansion.
ResponderEliminarComo en comentarios anteriores escribieron, muchos autores basan sus obras en otros autores, cuentos y musica, siempre en el contexto del momento, en este caso, la lucha contra el facismo y los inocentes que sufrieron.
Gracias por ls interesante aportacion Paco.
ResponderEliminarComo musico e investigador quisiera saber un poco mas de ti. Para complementar mis fuentes de investigación.
Gracias nuevamente.
Saludos cordiales.
Atte: Sergio Velázquez.