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jueves, 9 de abril de 2015

Fascistas, malditos, borrasteis todo rastro de vuestras víctimas: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 99

Fascistas, hicisteis de los ciudadanos leales a la Constitución y al Estado republicano vuestras víctimas; los encerrasteis; les torturasteis; los sometisteis al hambre y a la falta de higiene, a las enfermedades forzadas por el hacinamiento, por el frío y el abandono; los matasteis; los enterrasteis en fosas ignotas; inscribisteis sus nombres y apellidos en listas que luego ocultasteis y muchas veces quemasteis;  borrasteis todas sus huellas; y 75 años después, vuestros hijos y nietos nos acusan a nosotros, ¡¡a nosotros!!, de ser los rencorosos y vengativos sólo por querer saber la verdad, por pretender encontrar los huesos de los nuestros y por reivindicar con orgullo que los valores que los llevaron a la tumba siguen muy vivos y deben ser revitalizados.

Como tantas otras veces, desconozco la fuente de la imagen. Sólo sé que son prisioneros antifascistas en algún campo improvisado tras la derrota de la República española en el frente cántabro y santanderino. La foto se centra en sus espaldas. A la izquierda vemos medio rostro de un antifranquista que hace mutis. Abatido y derrotado. Sobre su hombro izquierdo, apreciamos el perfil de un adolescente, casi un niño, postergado. El resto parecen participar en algun simple ceremonial rutinario: ¿reparto de correo? Imposible, por que los campos de clasificación eran provisionales como parece que éste lo es y allí los republicanos no recibían cartas, pues nadie sabía de su paradero; ¿distribución de comida? No tiene pinta. Los presos se aglomerarían en desorden; ¿pasando lista quizás tras las voces de rigor? Muy probablemente. "¡Franco, Franco, Franco! Arriba España... ¿Manuel García Pérez? ¡Presente!". Tan presente en cuerpo Manuel, como ausente en espíritu está el eterno Ausente del falangista José Antonio, por el que tanto se reza y se invoca. Pero Santander acaba de caer. El suplicio de los derrotados se inicia ahora. Algunos lo pagarán con su vida. Otros, con su libertad secuestrada durante décadas. De todos ellos, sólo vemos la espalda, medio rostro, el perfil de un anónimo adolescente. Adiós para siempre, amigos. Adiós.

Y gracias por vuestro sacrificio.

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