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miércoles, 29 de abril de 2015

Busca mi sonrisa y lee la verdad en mis ojos: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 119

Se que me buscarás en la foto, hijo mío. Por ello sonrío. Sonrío para que puedas encontrar mi rostro, para que te sea reconocible y quizás así se asemeje más al recuerdo que guardas de mí en tu memoria. Sonrío para aliviar tu preocupación. Sonrío, hijo, para que me creas fuerte, aunque esté rota por dentro. Sonrío para que te sientas menos solo al mirar mi imagen. Sonrío para que si un día muero, como tantas otras de mis compañeras, puedas evocarme con feliz semblante. Sonrío para olvidar las sacas, los paseos, las parodías de juicio, las atronantes descargas de las ejecuciones, el siniestro eco del tiro de gracia en las tinieblas que se desvanecen al amanecer... Y sonrío, hijo, para que al contemplar mis facciones sepas adivinar en mis ojos la persistencia de mi fortaleza, la tenacidad de mis ideas y mi callada pero orgullosa determinación de que es menester que el mundo cambie, que los oprimidos se liberen de la tiranía y que la Justicia y la Igualdad deben imperar en una nueva sociedad, aún por llegar. Espero verte pronto, hijo mío. Cuando lo haga, si consigo salir de aquí, entonces sí que me verás sonreir. Con todo mi amor y mi afecto, tu madre.   


Grupo de presas republicanas en la Prisión Provincial de Mujeres de Valencia posan, unas uniformadas y otras con sus mejores galas con ocasión, probablemente de la festividad de La Merced allá por 1942. La mayoría sonríe abiertamente, transmitiendo una prueba de vida y de fortaleza a sus familiares. Fuente de la imagen: trabajo titulado "Género y Represión Franquista. Estudio y análisis de las mujeres detenidas y represaliadas en el ámbito historiográfico del País Valenciano", publicado por la Universidad de Valencia y el Instituto Universitario de Estudios de la Mujer.  (ver uv.es/iued).

1 comentario:

  1. Las mujeres, doblemente represaliadas.

    “Fue la mujer con mayúsculas, la que luchó y se sacrificó por el preso, el encarcelado, el perseguido, el que anduvo en los montes con las guerrillas, el luchador en las mil y una batallas que había que librar en contra del fascismo para conseguir la libertad”. Manolita del Arco

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