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sábado, 13 de diciembre de 2008

Semblanza de un idealista: Fermín García Allende

Sin ser en exceso risueño, Fermin García Allende era en 1936 un joven de natural afable y generoso, que se solazaba en sus amistades y gustaba de soñar mundos libres de injusticias. Ya con 16 años, Fermín –miembro de las Juventudes Libertarias y del Sindicato de Actividades Diversas de la CNT-- había celebrado un 14 de abril el nacimiento de la nueva República y junto con los suyos, se había regocijado en la inmediata proximidad de la ansiada reforma agraria, de la educación para todos y de la socialización de la riqueza. Pero la guerra primero y la despiadada represión franquista después, truncaron sus esperanzas y convirtieron a este idealista zamorazo nacido en Villalpando en el año 15 en un hombre parco, cauto y reservado.

Su terrible peripecia vital comenzó, como para tantos otros millones de españoles, con la traición de los militares africanistas y de sus confabulados falangistas, carlistas, monárquicos y cedistas el 17 de julio. Para ayudar a hacerles frente, Fermín se alistó en las Milicias Confederadas de la CNT. Durante un breve periodo de tiempo estuvo destinado en la Cárcel Modelo de Madrid, llegando a hacer guardias en este centro penitenciario en la época de los sucesos de noviembre de 1936, coincidencia involuntaria que marcó para siempre su devenir. Miembro del Ateneo Libertario del madrileño barrio de Pacífico, Fermín tomó parte en reñidas batallas en las zonas de El Escorial. Posteriormente se encuadró como soldado del grupo de sanidad de la 40ª Brigada Mixta, participó en acciones de guerra en el frente de la Ciudad Universitaria y fue adscrito a diversos servicios civiles en el Ministerio de Hacienda.


Carnet de soldado de la 40ª Brigada Mixta

Tras casi tres años de guerra y antes de la derrota final, Fermín consiguió huir de Madrid para embarcar en algún deseado navío, supuestamente anclado en el Puerto de Alicante. Pero como Fermín, decenas de miles de republicanos fueron abandonados a su suerte y hechos presos en marzo de 1939 por los soldados fascistas del italiano Corpo Truppe Volontarie. Luego de una horrenda estancia en el Puerto de Alicante, fue trasladado al campo de concentración de la Plaza de Toros de Alicante y de allí al campo de Los Almendros de triste recuerdo.

Después de su interrogatorio y clasificación, fue enviado a Madrid para ser juzgado. Sufrió tremendas palizas en la madrileña Comisaria de Policía de Conde de Toreno y tras el juicio (expediente 550 bis), fue condenado a tres penas de muerte y encerrado a la espera de su ejecución en la cárcel de Porlier, en la que permaneció durante dos años. En su misma celda, junto a otros muchos que fueron fusilados, se encontraban Zabalza y Rubiera. Los únicos que lograron salvarse del numeroso grupo de condenados a muerte de esta celda fueron Eduardo de Guzmán, Rafael Henche de la Plata y Fermín García Allende. Gran parte de estos padecimientos los relató de Guzmán en su libro “Nosotros, los asesinos”, en cuya página 405 (Editorial G. Del Toro) puede leerse una mención a Fermín.

Imagen de presos durante una misa en Porlier. En el rostro de uno de ellos, con el recuadro en rojo, Mariano García cree poder identificar a su padre Fermín.

Conmutada las sentencias por 30 años de prisión, Fermín conoció torturas, palizas, represión y sufrimiento en carne propia y fue testigo forzado en las ajenas de sus compañeros de padecimiento, ya que se le trasladó a la cárcel de Santa Rita (Madrid) y de allí a las de Porta Coeli (Guadalajara), Burgos, cárcel de Tabacalera (Santander), cárcel de Valdecillas, Fuerte de San Cristóbal (monte Ézkaba, Pamplona), cárcel de Cuellar (Segovia) y cárcel de Yeserías (Madrid), conociendo durante su encierro la dolorosa noticia de la muerte de su hermano, en la cárcel de Segovia. A finales de 1947, Fermín obtuvo la libertad condicional con destierro.
Fuerte de San Cristóbal, Monte de Ezkaba, Pamplona, Navarra. 1942. Fermín García Allende se encuentra justo delante de la ventana pequeña izquierda, con boina.

Fermín García Allende, en el Fuerte de San Cristóbal, Pamplona. 1944.

A la izquierda, con boina, Fermín García Allende, en el Fuerte de San Cristóbal, Pamplona. 1944.

Fermín García Allende, con gafas negras, en el Fuerte de San Cristóbal, Pamplona. 1944. Posiblemente, durante la "celebración" de la Fiesta de La Merced, patrona de los presos.


Francisco Belmonte fue un compañero de prisión del Fuerte de San Cristóbal (Pamplona) muy apreciado por Fermín García Allende. Éste tenía una fotografía suya (la inmediatamente superior a la manuscrita) y con motivo de su muerte en la enfermería del Fuerte, a las 9 de la noche del 2 de mayo de 1944 --o quizás del 19 de diciembre, aunque es poco probable esta segunda fecha--, quiso Fermín dejar testimonio de este fallecimiento y de la sincera amistad que los unía escribiendo una sentida dedicatoria en el reverso de esta imagen de Belmonte.
Prisión de Cuéllar, Segovia. 1944. Fermín García Allende, es el segundo por la izquierda, en la fila superior, con gafas negras.

Fermín García Allende, tercero por la derecha y con gafas negras, en algún lugar no identificado ni referenciado, junto con otros compañeros de prisión (o batallón de trabajadores), posiblemente durante la "celebración" de la festividad de La Merced.

Fermín García Allende, cuarto por la derecha de la fila superior y con gafas negras, en algún lugar no identificado ni referenciado, junto con otros compañeros de prisión (o batallón de trabajadores), posiblemente durante la "celebración" de la festividad de La Merced.
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Tras su salida de prisión, Fermín se casó. Tuvo seis hijos, pero todos vinieron al mundo con grandes carencias. Dos de los chicos murieron siendo niños y el resto pasaron mucha hambre, ya que por su condición de expresidiario condenado a muerte, nadie se atrevía a darle trabajo. Para subsistir, Fermín compraba sacos de cortezas de cerdo y se dedicaba a venderlas por los bares. Con el tiempo consiguió un empleo de camarero, trabajando muchos años en el Café de Oriente (Atocha) y en el Café del Prado (C/Prado, esquina a C/León) en Madrid. Tras muchos esfuerzos para intentar obtener el permiso de las autoridades policiales franquistas, fue autorizado a emigrar a Alemania en 1962. Allí reanudó su militancia en la CNT del exilio, y en 1965 consiguió el reagrupamiento familiar, gracias al cual pudo educar a sus hijos en el respeto y en el compromiso por la libertad y por la sociedad. Jubilado en 1980, Fermín regresó a España, poniendo fin a su exilio económico y personal. Su conciencia y su ideología fueron anarquistas hasta el final de sus días, hecho que se produjo en noviembre de 1.996.

Las fotografías y los datos biográficos de esta entrada han sido remitidos a este blog de “Todos los Rostros” por su hijo Mariano García, el cual regresó a España del exilio económico familiar en el año 1982. Las imágenes y los textos que nos ha facilitado son buena muestra de los muchos años de penalidades y sufrimientos de su padre. Con ello, Mariano –y el autor de este blog— desean que su publicación sirva como justo homenaje e imborrable recuerdo de la recuperación de la dignidad y de la memoria de Fermín García Allende, idealista y anarquista español.

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