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jueves, 21 de mayo de 2015

Una patata, una sólo patata representa la diferencia entre la vida y la muerte: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 141

Hoy como, puñetas. Como sin tilde, que vale mil veces más sin ella, que esa vacía palabra acentuada. Como por lo menos una ración completa. Y si ellos se descuidan, repito. Un estofado espeso, sabroso después de tanta necesidad. Tropezones de carne, caldo con delicioso sabor a puchero de pueblo, gustosas patatas amarillas, suculentas, obscuras, aromáticas, gordas, calientes... Como. Hacía meses o años, casi desde antes del 36,  que no rebañaba con la cuchara y con un cacho de chusco de pan moreno algo tan apetitoso. Ya sé que es porque los fotógrafos de los franquistas están aquí. Esos gachós de "Redención". Pero me importa un carajo dónde publicarán la fotografía. Es igual. No paran de retratarnos haciendo cola ante el perol. Y yo y los demás, tras tantos meses y años de fatiga, penurias y hambre, ¡¡HAMBRE!!, nos eternizamos en el reparto del rancho, pedimos doble cazo, intentamos volver a la rueda y repetir, y nos afanamos por luchar en sobrevivir pues, tras tantos meses y años de hablar de reforma agraria, colectivizaciones, autogestión, resistencia antifascista y demás postureo ideario, estos cabrones fascistas nos han obligado a pensar que exclusivamente nos debe importar el supervivir, los tropezones de carne, el caldo con delicioso sabor a puchero de pueblo, las  gustosas patatas amarillas, suculentas, obscuras, aromáticas, gordas, calientes... Y tras tantos años de lucha por nuestros derechos, a los que aún seguimos aquí sólo nos resta sobrevivir. Y una patata, una sólo patata representa la diferencia entre la vida y la muerte.

Prisioneros republicanos en las caballerizas reales de La Magdalena, Santander. Fuente: postureocantabro.com

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