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sábado, 11 de abril de 2015

Ella no me deja bachear: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 101

A poco que leas descubrirás que este blog se significa por su vehemencia y se singulariza por su oscilación emocional entre depresión y euforia. Por eso hoy, tras jornadas de combatividad, tocaba día de flojeo. Me he dejado arrebatar por el desánimo y derrota, y en ella sigo inmerso. ¿Sabes, compañer@? Son siete años de presencia, varios centenares de entradas y en este año 2015, 101 textos muy personales seguidos y correlativos que atienden el compromiso que yo mismo adquirí a primero de enero, hace 101 días, con la Memoria al servicio de la Justicia. Pero este blog tiene fecha de caducidad. Mi propósito es liquidarlo a final de año, cuando haya sobrepasado los mojones que jalonan el curso: 14 de abril, 18 de julio, 40 aniversario de la muerte de la sanguinaria bestia el 20 de noviembre...

Escribir esta página tiene un enorme coste emocional, como también lo tiene afectivo para quienes se atreven a emprender su lectura. Amigos, desconocidos y familiares me confiesan que no son capaces de ojear más de cuatro entradas seguidas, porque la tristeza y el desaliento se enseñorean de su espíritu e les impiden concluir la labor. Este sitio web es oscuro, lacrimógeno, gemebundo y plañidero. Pensar en cómo dar forma a un sentimiento arropado por grises fotografías que estremecen me agota hasta desfondarme. Por eso, hoy había escogido bachear, utilizando un verbo también depresivo muy usado por los españoles republicanos en el seno de las prisiones franquistas de los años 40. Bachear. Llevo toda la tarde y noche paladeando la palabra, dejándome arrastrar por la profunda imagen que sugiere el vocablo. Pero cuando navego por el interior del caos de mis archivos, me sacan del hundimiento estas dos fotos. En ellas vemos a una valiente mujer, una republicana arengando a la multitud desde el techo de un automóvil en las calles del Madrid asediado de 1936. Busca la recluta de hombres y mujeres comprometidos que se atrevan a engancharse para marchar al cercano frente a luchar contra el fascismo. Su rostro parece encenderse de pasión ideológica y evidencia su compromiso con la causa, la República, la Constitución y la Ley. Es esta anónima mujer audaz la que con su silenciada arenga da un salto en el tiempo para sacarme del jodido agujero.

Y decido reemprender la lucha. O la escritura, al menos. Gracias, valerosa mujer republicana.



Fuente de las imágenes: printsplace.co.uk

3 comentarios:

  1. Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua,
    si he perdido la voz en la maleza,
    me queda la palabra.

    Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada,
    si he segado las sombras en silencio,
    me queda la palabra.

    Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria,
    si abrí los labios hasta desgarrármelos,
    me queda la palabra.

    Blas de Otero

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  2. Gracias, Loam. Leo el "Me queda la palabra" de Blas de Otero e instantáneamente viene a mi recuerdo su verso, cantado por Aguaviva. Soy (¿somos?) un fósil de otra época que se niega a claudicar. Un fuerte abrazo por tus constantes comentarios y tus ánimos.

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  3. Gracias a ti.

    Un abrazo y salud!

    https://youtu.be/Gv12JZPx2nI

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