En los conflictos bélicos, el propósito final de los contendientes es destruir la capacidad militar del contrario, apresar a los derrotados y tras el armisticio, reenviarlos desarmados a sus casas. En los golpes, el objetivo de los felones con el apoyo de militares y policias traidores es usurpar el poder del Estado, detener a la Autoridad, juzgarla, condenarla y suplantarla. Pero en España, los sublevados al servicio de la Oligarquía tenían como única finalidad del acto terrorista que protagonizaban el liquidar físicamente a los más distinguidos proletarios y a aquellos --fueran burgueses, intelectuales, personas de orden o propietarios-- que hubieran prestado cualquier apoyo a su causa. Liquidarlos. Eliminarlos. Matarlos. Sólo para recuperar una parte de los añorados privilegios absolutistas del antiguo Régimen por los que tanta nostalgia sentían. Y así lo hicieron. Desde el mismo primer segundo del golpe. No tomaron prisioneros si no era para humillarlos en una parodia de juicio y ejecución y sí aniquilaron a los disidentes e insumisos para extirpar y erradicar durante décadas la disidencia y el libre pensamiento. El golpe fascista asentó su éxito y fortaleza en matanzas, masacres y carnicerías de izquierdistas, simpatizantes y tibios y en el terror.
Fue ese inmenso terror el que provocó que quien pudiera huir ante el avance de los asesinos, lo hiciera. Hacia Gibraltar, hacia Portugal (siendo los exiliados ilegalmente devueltos por el afín régimen salazarista), hacia las francesas costas de África en azarosa singladura y hacia la inamistosa Francia continental. Pocos lo consiguieron. 550.000. La mayoría fueron detenidos, desarmados, humillados, concentrados y apresados por el Gobierno frances en inmensos solares sin refugios, alimentación o asistencia médica. De sus penalidades he hablado muchas veces en TODOS LOS ROSTROS, por ejemplo en la entrada "Los campos de concentración franceses". Algunos, al término de la concentración francesa o precisamente para escapar de ella se enrolaron "voluntarios" (bien puestas las comillas) en los Batallones de Marcha (al menos, 10.000 exiliados) o en las Compañías de Trabajadores Extranjeros destinados a la fortificación de líneas de defensa
como la Maginot, las de la frontera italiana, la instalación de las Pipe-Line o los ferrocarriles transaharianos en las costas africanas. De una de estas compañías francesas, la 33ª, es de la que traigo hoy la fotografía. Sé que los retratados son todos exiliados españoles, pero carezco de más datos. Fecha, lugar, protagonistas... Nada sabemos. Quizás alguien me ayude a rescatar del olvido los nombres de los fotografiados. Ojalá.
TRISTE RECUERDO
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