Es hoy cuando se cumple mi inexorable sentencia. Y la de los míos. Creíamos haberla evitado cuando nos fugábamos frente a los fascistas al entrar éstos en Santander o cuando lo hacían en Bilbao, o cuando casi a galope tendido nos adentramos en Francia y marchamos al norte, huyendo de los franquistas en España y de los alemanes en Francia. Porque hasta hoy, hasta hace unas pocas semanas, siempre estábamos huyendo. Desde hace siete años, siempre, hasta terminar aquí. Unos salíamos de España en el 37 desde el País Vasco, otros al año siguiente y otros al caer Cataluña y ser entregada Madrid por los casadistas a los fascistas en 1939. Hemos conocido las columnas de refugiados de Le Perthus al cruzar la raya, la mirada hosca de sus aduaneros, los campos de concentración en las arenas de las playas, el "allez, allez" de los senegaleses, la separación familiar en internamientos distintos, los meses de lejanía y el dificil reagrupamiento posterior. Cada una de nuestras familias españolas tiene una historia distinta, pura zozobra, pero a todas nos une el mismo nexo en común: el exilio como origen, Oradour-sur-Glane como destino y acogida, en el Lemosin, dentro de la zona controlada por el gobierno de Vichy.
Refugiados españoles reciben asistencia de la gendarmería francesa. 28 enero 1939. Fuente. Cervantesvirtual.com
Tras la natural prevención previa, sus vecinos nos han acogido con generosidad, como al resto de los cientos de refugiados que aquí nos concentramos: pensionistas y refugiados de clases acomodadas, niños originarios del Mediodía y los Pirineos, familias de la Provenza, loreneses, alsacianos, judíos y españoles. Los hispanos somos una veintena: la familia Lorente (Antonia, Francisco y Nuria); la familia Serrano (Francisco José, María, Armonia, Asther y Paquita); las huérfanas Massachs (Emilia y Angelina); las mujeres Gil-Espinosa (Carmen, Francisca madre, Pilar y Francisca hija); los Tellez (Juan, Marina, Michel, Armonia y Filiberto), Ramona Domínguez y algunos más de quien me olvido. Tras tanto años de miedo y desazón, creíamos haber alcanzado la tan añorada paz, pero hoy para nuestra sorpresa se han presentado en Oradour los soldados alemanes: decena de vehículos, de ellos tres camiones y dos blindados semiorugas de la 3.ª Compañía del 1.er Batallón del Regimiento Der Führer de la División SSDan Reich del Waffen SS del III Reich. Han remontado desde la carretera que viene de Limoges. Los soldados vestidos de camuflage se han desplegado por el pueblo, mientras los dos semiorugas se han situado frente a la iglesia. Vienen buscado guerrilleros del maquis, nos dicen. Traen cogido del cuello al panadero, aún soltando polvo de harina a cada paso, y varios vecinos en salto de cama. Utilizan intérpretes para convocarnos y acusar a todo el pueblo de colaborar con la guerrilla. Nos obligan a agruparnos a todos, hombres, mujeres, niños y niñas, ancianos. Por lo que cuentan al alcalde, buscan depósitos de armas y explosivos de la resistencia. Alguno cree que estos bárbaros quieren encontrar a los asesinos de un capitán de las SS muerto muy lejos de aquí. Pero como no los hallan, por las trazas pretenden los nazis diezmarnos y hacer escabechina de nosotros. Exigen 30 rehenes y cuando nuestro alcalde se opone, nos separan: los hombres a un lado. Las mujeres y niños al otro, camino de la iglesia. Cuando los niños y mujeres están todos enclaustrados en la iglesia, explota una bomba de humo y estalla el pánico.
Fragmentos de cuerpos de mujeres y niños, rescatados de las ruinas d la iglesia de Oradour tras ser ametrallada y bombardeada por los SS nazis. Fuente: www.quaerendo-invenietis com
Y entonces, un bárbaro SS comienza a ametrallar a las mujeres y niños que quieren salir a toda costa de una iglesia repleta de pavor y de caos. Y a un sólo bárbaro le secundan cientos. Todos ametrallan la iglesia, las ventanas, las puertas y cualquier rendija por donde pudiéramos escapar. Y ninguno sobrevivimos. Tod@s morimos. Tod@s. 245 mujeres, 207 niños, todos asesinados por las SS, a tiros, con granadas, fuego y sangre. Todos, incluidos los niños y mujeres españoles. Sólo sobrevive una mujer, la señora Rouffanche que escapa por una ventana. Pero todos los niños y niñas, todas las mujeres y ancianas, todos las vecinos de Oradour, niños y mujeres son masacrados en la iglesia. Y a la vez, los hombres son ametrallados y asesinados en los caminos de salida del pueblo. Franceses, alsacianos, loreneses, judíos, españoles, todos muertos. Todos.
25 de agosto 1944. Vecinos de Oradour, asesinados por los nazis. Fuente: proeso.com.mx
Esta historia no tiene ningún final feliz. Ninguno. No hay moraleja. Ninguno sobrevivimos, a excepción de Rouffanche, que hará de testigo. Pero todos los demás morimos asesinados. 642 personas asesinadas. Con los años, Rouffanche cumple su función y testimonia, pero nada cambia. Tras la victoria de las democracias frente a las fuerzas del Eje, en 1953 se juzga a algunos de los supuestos culpables, 65 filiaciones de Waffen SS, de los que sólo 21 son presenciales y 44 lo son en rebeldía. Dos penas de muerte y varias de años prolongados de cárcel, pero ninguna condena se ejecuta. Con las reformas legales de aquel año francés, la mayoría es amnistiada. Las penas de muerte son conmutadas por cadenas perpetuas y al poco canjeadas por libertad condicional en 1959. Los que reciben penas menores salen antes, y los condenados en rebeldía vagan por Francia y Alemania impunemente, sin reparo ni responsabilidad alguna. En 1944, nos asesinaron, a 642 personas, 20 de ellos españoles. En 1959, nadie penaba prisión por ello. NADIE. Historia sin final feliz. Historia sin moraleja. Historia, en definitiva, sin justicia popular. Si la hubiera habido, los nazis encontrados responsables hubieran pagado de por vida sus culpas. Si yo hubiera sobrevivido, ellos no hubieran sobrevivido. Pero nosotros, 70 años después, aún seguimos esperando justicia. Vanamente.
Calles de la ciudad mártir de Orador-sur-Glane, preservadas como monumento a la Memoria de los mártires. Fuentes: commons.wikimedia.org, wikimedia.es y www.francethisway.com
Calles de la ciudad mártir de Orador-sur-Glane, preservadas como monumento a la Memoria de los mártires. Fuentes: kooxproductions.com y www.skyscrapercity com