Buscadme entre el grupo. Soy el número 3, el 27, el 16, cualquiera de
ellos. Soy uno de los Últimos de Filipinas; como ellos, incombustible. Insumiso. Irredento. Y como con ellos, tampoco podrán conmigo. Tantas veces como
caiga, tantas veces me levantaré. No me abatiréis los enemigos de la Dignificación de la Memoria, ni a los que
sienten y piensan como yo. No nos avergonzamos de nuestros principios, ni de nuestro ideario ni
de nuestros métodos, pese a quien le
pese.
Nuestros enemigos se ríen de nuestros muertos o, como ayer en París, se apropian desvergonzadamente de ellos para darse un mediático baño de masas aparentando que homenajean a los que ellos mismos, sus abuelos y su Institución mandaron al matadero. Nos insultan, nos ridiculizan, nos censuran, nos suprimen y pretenden
liquidar lo último que nos queda: la Palabra. Su propósito es
amordazarnos y silenciarnos por siempre. Sus maquinaciones y ataques son tan continuos, reiterados y muchas veces exitosos --es facil, pues son dueños de las grandes empresas y medios de comunicación y sus linajes se prodigan en la judicatura y en la política-- que los pocos "de Filipinas" que quedamos podríamos haber optado por rendirnos y abandonar. Pero hemos
elegido --como uno más de los indomables de Baler-- seguir defendiendo
la Palabra y la Libertad de Expresión, la Verdad, la defensa de la Justicia y la exigencia de Reparación.
No olvidamos a los nuestros. No perdonamos a sus verdugos, ni a sus herederos, enriquecidos con los delictivos frutos de sus crímenes. Y no dejamos de reivindicar la vigencia de los valores que llevaron a nuestros mayores a la tumba y a las cárceles.
Fuente de la imagen: rjb.csic.es