El
Estado debiera haber puesto al servicio de las familias, voluntarios, investigadores y ARMH todo su aparato
administrativo y jurídico para desentrañar, descubrir los archivos
ocultos e investigar toda la archivística documental, para que ese mismo
Estado y con cargo a su presupuesto (como está mandado) se encargara de
descubrir, investigar, exhumar, identificar, entregar, caracterizar,
señalizar y publicar cada fosa común de republicanos asesinados por los enemigos de la Libertad. Sólo en Andalucía
hay 700 tumbas masivas. En el resto del Estado, miles más.
Ésta debiera ser la labor de ese Estado supuestamente democrático y del Gobierno, aunque éste sea el de los
fascistas del Partido Popular heredero patrimonial e ideológico de los
asesinos. Lo dice la ONU, lo asegura Europa, insisten en ello las asociaciones de dignificación de la Memoria, lo decimos nosotros los recalcitrantes memorialistas. Hagamos entonces entre todos un viaje al país de Nunca Jamás, o los Mundos de Yupi, o a la Utopía de Moro, y en ese país democrático ideal marquemos cada fosa, convirtamos cada espacio
en un centro de interpretación, derribemos la puta cruz y hagamos de
Cuelgamuros un museo, desmitifiquemos la secta católica, identifiquemos a
los que hoy dos generaciones después se siguen beneficiando del expolio y
del latrocinio cometido por sus familiares asesinos, obliguemosles a pagar
sus culpas, y a devolver lo robado, persigamos al culpable superviviente que
aún los hay, mandémosle a prisión porque el crimen de lesa Humanidad no
prescribe,... y revitalicemos los valores por los que nuestros mayores
fueron asesinados, torturados, muertos, represaliados, aniquilados.
Justicia se llama eso. Justicia. O probablemente, utopía absurda e inalcanzable.
Pero andemos inmersos o no en un mundo ilusorio, no podemos cejar por ello en nuestro empeño. Porque no hay ni debe haber Olvido ni Perdón. Contra la desmemoria sólo es admisible la Justicia, la Verdad y la Reparación.
Fuente de la imagen: chdetrujillo.com