Al
menos,
un mínimo de 197.000 republicanos, disidentes y antifranquistas inermes
fueron represaliados y asesinados entre 1936 y 1952 por
los pelotones armados del Ejército fascista de Franco y por los
escuadrones
de la muerte falangistas, requetés y cedistas representantes de las más
rancias
y macabras esencias del nacionalcatolicismo monárquico y del más
conservador
capitalismo. Los asesinos franquistas
masacraron al pueblo español, aniquilaron su espíritu, apresaron sus
cuerpos en
campos de exterminio, acabaron con su Libertad y con sus vidas...
Salvo
las decenas de miles de restos cadavéricos convertidos después de
décadas de abandono en esqueletos sin nombre que han ido hallando
familiares y memorialistas tras años de búsqueda, los culpables apenas
dejaron rastro de sus crímenes, excepto detalladas u ocasionales
anotaciones en registros documentales
militares y civiles, muchos de los cuales fueron desde los años 70 y
durante todos los 80 destruídos u ocultados sin remedio. Hoy, merced al
meritorio trabajo de investigadores, archivistas, historiadores,
concienzudos familiares y comprometidos izquierdistas, --siempre
obtaculizados por los Ministerios de Defensa, Justicia y autoridades
militares de turno-- disponemos de detallados listados con las
filiaciones de más de cien mil asesinados. Sólo en las relaciones de
www.todoslosnombres.org podemos buscar y encontrar la identificación de
más de 80.000 asesinados y represaliados andaluces. Similares listados y
relaciones con decenas de miles de anotaciones podemos encontrar en
Madrid, Burgos, Valladolid, Valencia, Euzkadi, Galicia, etc. Sin
embargo, los testimonios gráficos de los asesinatos son escasos y no
suelen encontrarse en legajos y carpetas. Abundan las imágenes de
prisioneros en los campos de batalla y las fotografías de encarcelados
en terribles penales, pero no la del horroso instante de la degollina.
Traigo
aquí en entrega pautada algunas instantáneas de origen incierto.
Algunas posiblemente reales, otras, recreaciones impostadas, algunas,
quizás ajenas a nuestro país y nuestra matanza. ¡Qué mas da que se me
discuta el origen! La fotografía podría ser discutible; el dolor y el
terror de los nuestros eran reales, tangibles y milenarios. Disparados a quemarropa
en la boca o en la nuca, ametrallados en plazas de toros, arrojados en
vida a simas profundas, fusilados por pelotones homicidas, 200.000
republicanos fueron muertos por los jinetes franquistas del apocalipsis,
todavía presentes algunos de ellos entre nosotros. Estas imágenes, reales o imaginadas,
rememoran esos terribles momentos. Ésta es la primera: