La historiadora
Elisabet Almeda en su trabajo "
Mujeres y Cárceles. Pasado, presente y futuro de las cárceles femeninas en España" presentado al
Congreso Penitenciario Internacional celebrado en Barcelona en el año 2006, cuenta que junto a las prisiones para mujeres de Saturrarán, Amorebieta, Les Corts, Valencia, Palma de Mallorca, Sevilla, Málaga, Melilla, Segovia y tantos más, uno de los centros penitenciarios femeninos con peores condiciones de vida era la franquista Prisión de Mujeres de "Las Ventas», construida por
Victoria Kent durante la II República y utilizada por la dictadura franquista para encerrar a presas políticas. La cárcel estaba prevista para ubicar unas 500 mujeres, pero llegó a albergar a más de 14.000 durante la década de los cuarenta y cincuenta. Obviamente, el elevado número de presas hacia imposible aprovechar las buenas instalaciones e infraestructuras con las que se había dotado el centro desde sus inicios republicanos, por lo que todas las ventajas que tenía desaparecieron rápidamente con el franquismo, tal como comentaba la presa veterana
Tomasa Cuevas, condenada a 30 años en 1939:
«
Ventas era un edificio nuevo e incluso alegre. Ladrillos rojos, paredes encaladas. Seis galerías de veinticinco celdas individuales, ventanas grandes (con rejas, desde luego), y en cada galería un amplio departamento con lavabos, duchas y waters. Talleres; escuela, almacenes (en los sótanos), dos enfermerías y gran salón de actos transformado inmediatamente en capilla. En cada celda hubo, según dicen, una cama, un pequeño armario, una mesa y una silla. En el 39 había once o doce mujeres en cada celda, absolutamente desnuda, los colchones o los jergones de cada una y nada más. Todo vestigio de la primitiva dedicación de las salas había desaparecido: se había transformado en un gigantesco almacén, un almacén de mujeres. Faltaban el agua, la comida (imposible de suministrar rancho dos veces al día, con unas instalaciones de cocina calculadas para un máximo de 500 personas, a los muchos miles que se amontonaban allí), la asistencia sanitaria. No había más que dolor y hambre, sed y suciedad, enfermedades y humillaciones. Aquellas formaciones, para cantar obligatoriamente los 3 himnos del Movimiento, con la mano derecha en saludo fascista". (Tomasa Cuevas).
También la veterana guerrillera y escritora comunista, feminista y sindicalista
Juana Doña, miembro del Comité Central del Partido Comunista de España, condenada a muerte en 1947 y con pena conmutada por 30 años de prisión, realizó numerosos apuntes sobre la prisión de Ventas y su relación con su personal visión del feminismo socialista militante: "
Cárcel de Ventas. Símbolo de todas las cárceles de mujeres de este país. De ella sacaron el mayor número de mujeres para ser ejecutadas.... Cárcel de Ventas. Su capacidad era para quinientas presas. Hacinaron a catorce mil. Todas torturadas, rapadas, humilladas, cientos de ellas violadas. El hacinamiento les abocaba a los parásitos y la sarna.... En cada pueblo y ciudad había prisiones de mujeres. Todas fueron maltratadas y medidas con la misma vara que nuestros presos hermanos. Sólo que ellos no fueron violados. Ni en sus brazos murieron sus pequeños hijos: comidos por el hambre.... Las torturas y los largos años de prisión [las mujeres] los sufrieron con la misma fortaleza y dignidad que los hombres. ¿Por qué las mujeres somos aun silenciadas? ¿Y los avances de la democracia? Todavía somos un valor cero..... Abramos los ojos, pues si no siempre seremos tuertos." (
Los parásitos y la sarna, Juana Doña).
Y también como apuntaba sobre la prisión de Ventas la presa
Esperanza Martínez, guerrillera de Levante y Aragón, en el 5º sector, y presa veterana con condena de 26 años en las cárceles de Valencia, Ventas, Burgos, Alcalá de Henares, etc., "c
reo que los primeros momentos fueron los peores para los hombres, pero también para las mujeres, porque las mujeres no solamente eran fusiladas sino que también eran violadas, morían de hambre… hay que pensar en la cárcel de Ventas… cómo sufrían las madres cuando dejaban morir a sus hijos porque se negaban a denunciar".
El historiador
Fernando Hernández Holgado ha publicado un trabajo titulado "Mujeres encarceladas en la prisión de Ventas: de la República al franquismo, 1931-1941". En la reseña que de él hace
Ricard Camil Torres Fabra en
http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/documentos/marcial_pons_feb2004.htm se puede leer que "
Ventas, concebida para albergar un máximo de 500 reclusas se vio desbordada por más de 3.500 ingresos, casi todos políticos, y eso que el franquismo siempre negó su existencia puesto que a los vencidos jamás se les aplicó ni los beneficios militares ni políticos, aunque siempre fueron distinguidos de los delincuentes comunes según la legislación franquista. Las mujeres recluidas en Ventas, prostitutas según la terminología de los vencedores, sufrirían en sus carnes la dureza de la represión del régimen. Desde las ejecuciones sumarias a las vejaciones más inhumanas pasando por las más terribles torturas, pues las mujeres sufrieron el triple estigma de su condición sexual, militante y opositora. Este aspecto delata directamente el alcance de la represión franquista: presas sin cargos, otras con acusaciones marcianas y otras por el mero hecho de ser parientes de militantes antifascistas. Si éstas eran las causas de ingreso no debe extrañar el trato y las condiciones higiénicas sufridas: 84 fusiladas documentadas, incluso algunas de ellas embarazadas -el autor asegura con razón que la cifra queda corta- y menores de 21 años -siete de las Trece Rosas-, 81 muertes por enfermedad, un suicidio (p. 226), ausencia de agua potable, partos sin asistencia médica, hasta 13 reclusas compartiendo celdas diseñadas para dos, mujeres abarrotando escaleras, pasillos, duchas; menores de edad mezcladas con ancianas, ratas por doquier, etc. Pero el secretismo del régimen hace que las cifras no puedan ser constatadas. Fernando Hernández Holgado, autor de "Mujeres encarceladas en la prisión de Ventas: de la República al franquismo, 1931-1941" Editorial Marcial Pons, calcula que Ventas llegó a albergar 13.000 presas para disminuir después a 7.000 por lo que la cárcel llegó a conocerse como el almacén de mujeres. Todo ello repercutía incluso en la alimentación, ya que la cocina debía funcionar a turnos y por supuesto la dieta resultaba terriblemente pobre y escasa tanto en contenido como en calidad. Se trataba de lo que el autor denomina acertadamente Infierno organizado pues el mero hecho de llevar a los niños a la enfermería era sinónimo de condena a muerte ante la negligencia de médicos y monjas. Un panorama que se completaba con todo tipo de enfermedades epidémicas que diezmaba tanto a las reclusas como a sus hijos. Unos hijos que en numerosas ocasiones engrosaron el fenómeno de unas adopciones impuestas, mientras que por otro lado, buena parte del personal carcelario pasó con éxito el filtro de las depuraciones y continuó ejerciendo su cargo. Frente esta situación, las reclusas llevaron a cabo un ejemplar entramado de resistencia y solidaridad clandestina -autodenominado la familia-, generalmente conectado con el exterior".
Taller de confección en la Prisión de Mujeres de Ventas durante una visita de una delegacion argentina en los años 40, según el libro "Trabajos Forzados" de la agrupación Memoriaren Bideak (gracias, Fernando Mendiola).
Taller confeccion prisión mujeres Madrid 1951
Taller manipulado en la Prisión de Mujeres de Ventas durante una visita de una delegacion argentina en los años 40, según el libro "Trabajos Forzados" de la agrupación Memoriaren Bideak.
Procesión del Corpus, en la Prisión de Ventas, Madrid, en 1939, según el libro "Trabajos Forzados" de la agrupación Memoriaren Bideak.
Procesión del Corpus, en la Prisión de Ventas, Madrid, en 1939, según el libro "Trabajos Forzados" de la agrupación Memoriaren Bideak.
Procesión del Corpus, en la Prisión de Ventas, Madrid, en 1939, según el libro "Trabajos Forzados" de la agrupación Memoriaren Bideak. Muchas mujeres lloran en un gesto que no parece de recogimiento religioso sino que se revela como de pavor.
Taller confección de la Prisión de Mujeres de Ventas en 1944, según la obra "Presas Políticas", de Ricard Vinyes.
Curas, monjas, autoridades y señoras vinculadas a Acción Católica y a otros grupos visitan la Prisión de Mujeres de Ventas a finales de los años 40.